Capítulo 044

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El silencio del encierro, su propio castillo solitario.

Jadis caminaba por los desolados pasilllos hasta su bóveda de almas mientras su mente le traía recuerdos de sus años como la única gobernante de esas tierras místicas de animales que hablaban como seres humanos, el miedo que generaba en ellos era una felicidad para ella.

¿De qué servia ser amada cuando la mayoría te menosprecio? Cuando las personas son capaces de pisarte una vez, lo volverán a hacer debido a que sienten que tienen el derecho.

Los rostros de miedo cuando pasaba por el bosque, los gritos desesperados cuando congelaba a quienes se atrevían a intentar acabar con su existencia, cuando lo pensaba seriamente, la conclusión era la misma. Esa es la verdadera naturaleza del ser humano, sin importar si era capaz de manipular mana o no. 

Sobrevivir a costa de lastimar a otros seres.

Sus ojos grises observaron una puerta de hielo negro, con una sonrisa repleta de alegría, levanto su mano derecha dejando que un rayo del color del oro golpeara la gema de rubí en el medio de la puerta, en consecuencia, la puerta comenzó a abrirse de manera rápida permitiendo que la mujer entrara a la habitación. Sus tacones resonaban sobre el suelo de cristal, se adentro en la habitación oscura, junto sus manos para dar dos aplausos,  las antorchas de la habitación se encendieron dejando ver el lugar.

En el medio de la sala parecía estar un lago que brillaba de manera tenue de un color azul claro, para llegar hasta esa zona, el suelo de cristal se dividía hasta crear un puente para una sola persona que llegaba hasta la mitad del lago.

La persona que pensara que era un lago común, correría hasta la mitad usando el puente como plataforma de salto para disfrutar el agua.

Ese no era el caso. 

Los ojos rasgados de la mujer estaban fijos en ese brillo de tenue de color azul, camino sin vacilar hasta llegar a la ultima parte de aquel puente de cristal. Jadis inclino su cuerpo al frente para poder observar el abismo, lograba ver almas dejándose arrastrar en círculos por el agua del lago* que parecía no tener fondo, la mujer de piel clara se quito sus tacones permitiendo que sus pies sintieran el frió del lugar. Un mechón de su cabello rubio salio de su peinado antes de colocarse en cuncillas para sentarse en la orilla admirando como su nueva alma recolectada flotaba con los ojos cerrados en las primeras hileras del rió.

Su mente viajo al recuerdo de donde todo había empezado con sus híbridos.

(...)

Fue derrotada por Aslan quien se lanzo sobre su cuerpo cuando iba a atacar al mayor de los hermanos Pevensive. El león que debería de estar muerto, culmino en encerrarla en su dimensión original causando que tuviera que esperar pacientemente una oportunidad para salir así como lo había hecho años atrás con la primera hija de Eva junto al primer hijo de Adán. Los cuatro hermanos dejaron aquellas tierras mágicas de la noche a la mañana, era capaz de sentirlo, sin la presencia del León de melena dorada así como la ausencia de los reyes de antaño, la figura de nuevos seres humanos fue notoria.

Entre esos seres humanos, uno en particular cautivo su atención.

Era un hombre de cabello oscuro junto a unos ojos de color avellana que estaba dirigiendo un barco con maestría. La bruja blanca encontró una manera de estar presente en Narnia mediante esos nuevos seres humanos.

El hombre se encontraba recostado en su camarote, el barco seguía moviéndose porque era manejado por su segundo al mando. Sus ojos se encontraban cerrados mientras intentaba dormir unas cuantas horas, según sus cálculos, aquella isla que vieron estaba ubicada a unas  a tres horas, el hombre de cabello lacio empezó a despreocuparse por primera vez en tres días, debido a que tras pasar por una gruta entraron a aguas desconocidas en los mapas que tenían a su disposición. 

Narnia: La sirvienta [Caspian y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora