ESCAPE
Vladimir sonríe hacía mí burlonamente mientras sostiene a Eiji con la pistola presionada en su cabeza.
—No tengo tiempo para esto— gruño —Suéltalo a menos que quieras morir.
—Como siempre, eres tan arrogante como siempre, Ash— opina Vladimir —Cualquiera esperaría que luego de tantos años siendo una perra, aprenderías un poco de educación.
Bufo.
—Lamentablemente, tengo mala memoria.
La sonrisa de Vladimir se amplia y comienza a decir algo más, pero yo ya he tenido suficiente de todo esto. Más rápido de lo que Vladimir había previsto que me movería, le arranco a Eiji de las manos, solo segundos antes de que el atronador sonido del disparo se escuche. Siento un ardor intenso en la mejilla, y solo soy ligeramente consciente de lo cerca que estuvo el proyectil de impactar contra mi cara.
Sujeto a Eiji contra mí hasta colocarlo, protectoramente, junto a Sing.
—Huyan— digo a toda prisa, sin quitar la vista de Vladimir —Yo los seguiré en cuanto termine con esta basura.
—Ash…— comienza Eiji, pero se detiene. Aprieta los labios con fuerza, como sumergido en una lucha interna. Realmente no quiero discutir con él en este momento. Y tal vez Eiji ve eso en mis ojos, porque finalmente suspira y dice —De acuerdo. Pero por favor, por favor Ash, regresa.
—Lo prometo— miro a Sing con dureza solo un segundo —Protégelo. No permitas que le suceda nada.
Había un o si no en la oración, pero no me pareció necesario decirlo. Sing asiente una sola vez, firmemente, con la mirada de un soldado. Sing toma la mato de Eiji con fuerza, y comienzan a correr.
Vuelvo la cabeza hacía Vladimir en el segundo exacto en el que él alza el arma para dispararle a Eiji y Sing. Instintivamente me muevo para obstruirle el camino, y el balazo impacta en mi hombro. La sangre comienza a caer de la herida, pero no me detengo para examinarla; corro hacía Vladimir y, de una sola patada, arrojo la pistola desde su mano hasta el suelo.
Vladimir frunce el ceño, fastidiado, y se lanza en mi dirección, aparentemente dispuesto a molerme a golpes.
Vladimir siempre ha sido grande, de un metro noventa, y una la contextura de un camión. Con su cabello rubio arena cortado al estilo militar y los ojos oscuros, ya es lo suficientemente intimidante durante una pelea. Definitivamente es injusto que, además de todo eso, también sea un vampiro. Me doy cuenta de eso solo segundos antes de que sus garras, largas, afiladas y letales, intenten rebanarme la garganta. Me aparto de su camino un instante antes de que eso suceda.
Sus ojos, los cuales anteriormente era de un azul oscurísimo, se han vuelto completamente del color de la sangre, carmesí intenso.
—Eres tan lamentable— dice Vladimir —Aunque, por supuesto, siempre lo has sido. ¿De verdad crees que puedes vencerme siendo tan joven? ¡Vamos! Si ni siquiera sabes cómo usar tus poderes— Se mueve hacia adelante, demasiado rápido y demasiado fuerte, y sus garras logran hacerme una larga línea sangrienta en el brazo antes de que yo pueda echarme hacia atrás.
Puedo escuchar las pisadas de los guardias que se acercan, y sé que el tiempo se me está acabando; tal vez pueda vencer a algunos de ellos, pero ¿Cuarenta? ¿Cincuenta? No hay manera de que lo logre si los hombres de Dino me rodean.
Ataco furiosamente, apuntando al cuello de Vladimir. Él sonríe y en un movimiento fluido, se cubre con el brazo derecho, al mismo tiempo que me lanza una fuerte parada que me lanza contra la pared.
El gusto de la sangre inunda mi boca e intento levantarme, solo consiguiéndolo a medias.
—Eres más débil de lo que esperaba: solo una cara bonita— dice sin sonar impresionado —¿Sabes? Conocí a tu amigo, Eiji, durante la fiesta. Es un humano bastante dulce. Cuando termine contigo, Dino me prometió entregármelo como trofeo— Vladimir pasa su lengua por sus labios, expectante —No sabes las cosas que quiero hacer con él… De solo imaginar su rostro retorcerse de miedo me excita tanto…
Mi mente se queda en blanco de la ira. Vladimir sigue hablando, no obstante registro sus palabras como un sonido sordo sin significado; lo único que me mueve, lo único en lo que puedo pensar, es en matarlo.
Me expulso hacía él a una velocidad vertiginosa, imposible, y siento como mis colmillos atraviesan su garganta. Lo sostengo en un abrazo mortal mientras su sangre, aceitosa y pútrida, inunda mi boca. Siento sus garras atravesándome, intentando apartarme, pero yo solo lo sostengo más cerca de mí. El dolor es lejano, secundario, frente a la tarea que tengo en mis manos.
Vladimir maldice, pero siento como sus fuerzas fallan y flaquean. Y cuando la sangre deja de emanar de la herida de su cuello, lo aparto y con un único movimiento violento, le arranco la cabeza.
Entonces, y solo entonces, dejo que el cadáver sin vida se deslice de mi agarre, produciendo un sonido húmedo al caer al suelo.
Respiro temblorosamente, viendo el cuerpo sin vida de Vladimir, con la mente en silencio y entumecida. Entonces, pasados unos segundos, vuelvo a mí y consigo escuchar los pasos cada vez más cercanos de los hombres de Dino. Tengo que moverme, no obstante, antes de hacerlo, agarro la pistola abandonada de Vladimir, lejos por donde la lance y compruebo el cartucho, que aún tiene balas.
Corro en la dirección por donde Sing y Eiji se fueron. Y mientras lo hago, me dejo llevar por mis nuevos sentidos modificados: Es raro, muy raro, porque ahora que estoy siguiendo su pista, me doy cuenta de que ellos no están fuera de la mansión, sino internándose aún más en ella.
La inquietud me inunda: ¿Acaso Sing nos traicionó?
El rastro me lleva hasta un cuarto de mantenimiento; al entrar me encuentro con una escena inesperada. En medio del diminuto espacio, rodeados de productos de limpieza, escobas y trapeadores, esta Sing junto a una joven mujer china. Detrás de ellos, dibujadas en la pared con tinta oscura, runas cubren un espacio, haciendo una especie de puerta con las diminutas marcas.
No hay rastro de Eiji, sin embargo.
—¿Dónde está?
—Ash, escúchame…
—¡¿Dónde está Eiji?!
Doy un paso hacía Sing, y veo una pizca de miedo en sus ojos. Frunce el ceño.
—¡Eso es lo que estoy tratando de decirte!— señala la pared —La puerta ya está hecha. Eiji está del otro lado esperándote.
Arrugo las cejas.
—¿Esperas que yo crea…?— comienzo a decir, pero me doy cuenta de lo ridículo que es preguntarlo. El mundo ya es bastante loco ¿Por qué me sorprendería que Sing, de todas las personas, haya hecho un portal? —Bien.
La chica sonríe ligeramente. Es baja, pálida, y se ve terriblemente cansada. Ella dice:
—Muy bien, porque no puedo mantenerla abierta por más tiempo— señala la pared —Pasa por ahí. Te seguiremos en breve.
Asiento, y vacilantemente doy un paso atravesando el muro como si este no fuera algo sólido.
Entonces hay luz, oscuridad, y luego, nada.
Continuará...
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Cautivo [AshxEiji] |En Corrección|
FanfictionAsh despierta como un vampiro luego de morir en la Biblioteca Pública de Nueva York. Nada de lo que creía conocer del mundo es verdad y ahora necesita utilizar toda su astucia -y encanto- para superar este nuevo reto y proteger al amor de su vida de...