Capítulo 12: Lux y Solis

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LUX Y SOLIS

Bajamos escaleras y Blanca se detiene frente a una puerta de acero reforzado. Cuando la abre, me doy cuenta de que lleva al sótano. Que por supuesto no es un sótano común y corriente, sino una sala de entrenamiento.

Silbo, genuinamente impresionado.

Es un espacio enorme, amplio, con la cantidad de armas suficientes para armar a un pequeño ejército. Hay de todo tipo instrumentos mortales: armas blancas, afiladísimas en sus soportes, reluciendo como mortíferas joyas en las paredes negras. Veo dagas, flechas, arcos, bastones, estrellas y espadas. Al fondo de la sala, apoyados en soportes grises que destacan contra el negro, reposan las armas de fuego.

Rifles, escopetas y pistolas. Una vasta colección letal, con las municiones a un lado.

En el piso, varios tonos más claro que las paredes, hay colchonetas, objetivos para lanzar, muñecos de entrenamiento. Y claro, porque no podían faltar, pesas y máquinas para ejercitarse.

Mientras admiro el lugar, Blanca se acerca a uno de los soportes lleno de cuchillos. Los analiza cuidadosamente, hasta elegir una daga en específico. Inspecciona el filo, y asiente con satisfacción.

—¿Seguro que alguna vez estuviste retirado?— inquiero en voz alta, observando un revolver Smith and Wesson 357 Magnum en la pared —Porque empiezo a dudarlo.

—¿Por qué lo preguntas?

—Un asesino retirado no tiene esto en su casa.

—No quería oxidarme— Blanca sonríe —Ahora ven aquí. Necesito saber, específicamente, que te dijo Golzine sobre los vampiros.

—El viejo no me dijo nada— aparto la mirada del revolver —Pero dejó libros en mi habitación. No estaban en las mejores condiciones; algunas páginas habían sido arrancadas. Es obvio que censuró mucha información.

—Ya veo. ¿Qué fue lo que aprendiste?

—Leí que los vampiros se crean al morir luego de ser infectados con el vampirismo. Es una especie de enfermedad.

—Correcto. Es un antiguo virus que, se cree, fue traído por los ángeles caídos luego de ser expulsados— parpadeo, sorprendido. Blanca lo nota —Supongo que esa parte del texto desapareció misteriosamente.

—¿Los ángeles caídos…— comienzo con incredulidad —Son reales?

Blanca asiente.

—Te sorprenderías las cosas que no sabes. Pero continuemos con la lección. ¿Qué otra cosa leíste?

—Fuerza, velocidad, y vida eterna. Los vampiros son superiores a los humanos en las batallas. Además de eso tenemos mejores sentidos, probablemente para cazarlos. Pero la luz del sol es mortal para nosotros. Y también el agua bendita.

—¿Eso es todo?

—Al menos lo útil, sí.

—Bien, esa es una información bastante básica— Blanca acaricia el contorno de la daga —El agua no es lo único que se puede bendecir. Sí la fe de una persona es verdadera, puede convertir prácticamente cualquier cosa en un arma contra vampiros. Y mientras mayor sea su fe, más letal se volverá el objeto bendecido.

Baja la cuchilla y me la tiende, con dos dedos sujetando cuidadosamente la hoja. Agarro el mango y al instante, como una corriente eléctrica, un agudo dolor sube por mi brazo. Suelto un gruñido bajo, instintivamente soltando la daga.

La cuchilla cae provocando un sonido metálico al impactar contra el suelo.

—Estoy seguro de que no has olvidado— dice Blanca a la mirada estupefacta en mi rostro —Que soy partidario de la práctica antes de la teoría— se inclina para recuperar el arma —Y este es un perfecto ejemplo. Nadie conoce completamente los orígenes de esta arma. Solo se sabe que quien lo forjo fue un talentoso herrero de la edad de hierro llamado Solaris.

Cautivo [AshxEiji] |En Corrección|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora