Capítulo 11: El Ritmo Necesario para Sanar

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El RITMO NECESARIO PARA SANAR

Blanca me actualiza de todo lo relacionado con Frederick y Dino en las horas antes del amanecer.

Como era de esperar, las fuerzas del jefe inglés fueron contenidas poco después de nuestro escape. Al final, Golzine le atribuyo a Frederick mi desaparición, y como consecuencia, le declaró la guerra. Ahora Frederick se encuentra bajo amenaza. Absolutamente nadie se sorprendería si lo encontraran muerto en una cuneta mañana, teniendo en cuenta la reputación despiadada que posee Dino.

Mientras mi antiguo mentor habla, recuerdo fugazmente las palabras que me dijo el anciano cuando le informe de los planes de Frederick. No tiene lo que se necesita para desafiarme. Sin embargo, Dino consideró que era lo suficientemente peligroso como para necesitar que yo lo espiara.

Es una locura, decido en el momento en el que comienzo a considerar una alianza. Pero si hablo con él. Si lo convenzo de que estoy de su lado…

Bostezo, consumido por un repentino cansancio.

Luego de despedirme de Blanca, vuelvo a mi habitación compartida con Eiji y me acuesto un momento para observarlo dormir. Mientras lo hago mis parpados se vuelven pesados.

Frederick no es la clase de persona con la que se pueda hacer alianzas, me digo, cerrando los ojos para pensar mejor. Y Blanca dijo que Golzine podía ser asesinado. Pero… ¿Qué necesitaremos para conseguirlo?

***

Al abrir los ojos me encuentro con el rostro de Eiji a solo centímetros del mío. Una mirada oscura, rodeada de largas pestañas negras, me observan con fascinación.

—¿Qué haces?— murmuro adormilado.

—Solo mirando— contesta Eiji en el mismo tono bajo y sonríe —Últimamente no había tenido oportunidades para ver esta faceta tuya.

—¿Faceta?

—Sí, ya sabes. Relajado y feliz.

Sonrío y Eiji responde con una sonrisa tímida.

—En las mañanas así— suspira Eiji, apoyando la cabeza en el dorso su mano —Se siente como si todo fuera posible.

—Siempre te han gustado las mañanas— farfullo, estirándome en la cama —Sigues siendo un anciano.

—¡No lo soy!

Rio despreocupadamente y Eiji hace un mohín enojado. Su labio inferior sobresale como un niño pequeño haciendo un berrinche. Es tierno, y mi corazón se hincha de amor al verlo. Creo que solo él puede hacer ese gesto y no lucir ridículo.

—Lo eres. Me sorprende que no tengas canas.

—¡Oye!

Aliso con el dedo pulgar las pequeñas arrugas de su entrecejo, y veo como Eiji se relaja bajo mi tacto.

—Te amo tanto.

Lo digo sin pensar. Es una verdad innegable, incuestionable, pero que nunca, nunca, había dicho en voz alta. Los ojos de Eiji se amplían, como sorprendido, para acto seguido cerrarlos. Cuando los vuelve a abrir, están brillantes con lágrimas contenidas.

—Yo también te amo— responde él —Te amo mucho.

Como respuesta me acerco a Eiji y deposito un suave beso en sus labios. Él responde con un ronroneo de felicidad, como un gato, y abre la boca. Como un golpeteo rítmico, siento el corazón de Eiji latir contra mi pecho. Su suave boca provoca a la mía. Es una promesa. Un juramento de amor.

Cautivo [AshxEiji] |En Corrección|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora