When you couldn't be the one to help

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Minjeong se despertó aquella mañana con un brazo dormido y una gigantesca sensación de felicidad en el pecho. Abrió los ojos lentamente, arrepintiéndose de no haber cerrado las cortinas la noche anterior, y agradeciendo que al menos, estuvieran tapadas por una sábana. Restregó la cara en el hombro de Jimin, aún medio dormida, y sonrió al escuchar la acompasada y profunda respiración de la pelinegra que aún estaba en el quinto sueño. Estaba tan cómoda a pesar de que su brazo hormiguease intermitentemente... La noche anterior había sido perfecta, cómoda, segura. Jimin había sido todo lo que se había imaginado y mucho más, la había adorado, la había abrazado y protegido. Minjeong nunca supo todo lo que había querido ser protegida hasta aquel momento. Se separó del abrazo de Jimin intentando no despertarla, sonriendo ante su débil quejido, cerró las cortinas rápidamente y cogió una muda de ropa interior del baño. Necesitaba una ducha. Urgentemente.

                     

Se llevó una sorpresa al verse desnuda en el espejo, y no tenía nada que ver con las marcas de su cuello o sus caderas, ni con su pelo alborotado, sino con su sonrisa. Una sonrisa indeleble que no acostumbraba a pasar por su rostro pero que había llegado para quedarse. Se duchó rápidamente, se puso el par de bragas y el sujetador, envolvió su pelo mojado en una toalla y volvió a salir a la habitación. Encontró a Jimin en exactamente la misma posición en la que la había dejado, pero con los ojos entreabiertos y media sonrisa en la boca.

                     

- Buenos días - musitó con un hilo de voz.

                     

- Hola - respondió Minjeong sentándose a su lado en la cama. Jimin tiró de su mano para tenerla sobre su cuerpo de nuevo, y dejó un suave beso sobre sus labios. La coreana esparció algunos más por su rostro. Apenas se reconocía a sí misma. Jimin la estaba convirtiendo en una cursi -.  ¿Cómo has dormido?

                     

- Genial - ronroneó sin estar completamente despierta -. Qué bien hueles. Dios, debo oler a muerto.

                     

- A muerto no, pero sí a s...

                     

Unos fuertes golpes en la puerta de la habitación la interrumpieron. Jimin se escondió debajo de las sábanas.

                     

- Si es Giselle, dile que he muerto.

                     

Minjeong rió, se puso la camiseta que Jimin había tirado la noche anterior y se dispuso a abrir la puerta. Por suerte para todas, era Ningning.

                     

- Hey, Min - dijo alegremente, sin pasar por alto que aquella camiseta que le llegaba por medio muslo no era suya.

                     

- Hola, Ning.

                     

- ¿Vais a venir a desayunar Yuji y tú? El buffete cierra en un rato.

                     

Minjeong no fue consciente del hambre que tenía hasta aquel momento.

                     

- Claro, sí, ahora vamos.

                     

Ningning desapareció por el pasillo y Minjeong volvió a dentro. Jimin estaba empezando a incorporarse, desperezándose ruidosamente.

Professional Killer - Winrina/JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora