The end

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Nueve años después...

                     

Jimin se despertó aquella mañana con el despertador de su teléfono móvil. Lo apagó un poco desorientada y volvió al cálido abrazo de la persona acostada a su lado. Procuró no cerrar los ojos para no dormirse de nuevo, no en aquel día tan especial, pero se permitió observar a una Minjeong dormida unos minutos más antes de despertarla. Su mujer respiraba plácidamente sumida en un sueño reparador, y aunque a Jimin le partiera el alma tener que despertarla, aquel era un día importante.

                     

- Mimi - susurró, como hacía cuando no eran más que dos veinteañeras. Minjeong gruñó y escondió su cara en su cuello, buscando unos minutos más de aquel placentero sueño -. Min, mi amor, tenemos que prepararnos. Arriba, directora...

                     

Minjeong abrió un ojo perezoso para fulminar a Jimin con la mirada, a pesar de que sabía que tenía toda la razón del mundo. Aquel sí que era un día especial. Uno de septiembre. Primer día escolar en la Academia Æ. Fundada por ellas dos en compañía de sus amigas ocho años atrás, la Academia Æ era una extensión mejorada del proyecto de vida de Khalan. Acogía a niños y niñas de altas capacidades de todo el mundo durante el curso escolar, y les enseñaba a usar sus dones de una forma provechosa en su vida y para la sociedad, muy lejos del propósito inicial de SM de usarlos como soldados para su propio beneficio. Ese era el día de presentación, donde los niños volverían de pasar las vacaciones de sus padres, ya que la Academia era un internado, y los más pequeños, los nuevos, vendrían acompañados de sus progenitores para ver las instalaciones y hablar con el profesorado y la directora. La Academia estaba instalada en la SM Building, remodelado para el uso escolar, con menos armas y más aulas, y a pesar de que Jimin poseía por herencia la mayoría de la empresa, habían decidido por unanimidad ocho años atrás que la más apropiada para la dirección era Minjeong, ya que a la pelinegra se le daba mucho mejor corretear y dar brincos que la gestión. Cómo habían cambiado sus vidas en esa casi década...

                     

Para empezar, Ningning y Giselle se habían casado apenas unos meses después de la caída de SM, cumpliendo así el sueño de la versión infantil de Giselle. Se fueron a dar la vuelta al mundo en un viaje que se prolongó cuatro meses, ya que Ningning era reacia a abandonar Disneyland, y tal vez allí, rodeadas de niños, fue donde les entraron ganas de ser madres. Ningning se había quedado embarazada vía in vitro, y durante nueve meses, había sido la mujer más radiante del mundo. Emitía felicidad, enseñando muy orgullosa su barriga y siempre con una sonrisa. Todo lo contrario que Giselle. El embarazo de la japonesa, dos años después que el de su mujer, había sido la peor etapa que todas recordaban. Era una pésima embarazada, siempre quejándose y pidiendo cosas absurdas. En la actualidad, la feliz pareja eran las orgullosas madres de dos niñas que eran calcos de ellas mismas en su infancia. Harmony era una niña apacible, que se entretenía sola jugando y a sus cosas, besaba a sus madres antes de dormir y le contaba historias a sus tías Minjeong y Jimin cuando estaba en la Academia. Sacaba buenas notas y no era raro verla vestida de princesa. Todo lo contrario que su hermana, Erin, que era, literalmente, Satán. No paraba quieta un segundo, revolucionaba cada sitio por el que pasaba y le importaba un pito todo lo demás. A menudo montaba tal alboroto en su casa por las noches que Giselle acababa tirándose del pelo. Cuando Ningning, la única que podía calmar a la pequeña fiera, la tranquilizaba, miraba a su irritada esposa y decía: "no sé de qué te quejas, Gigi: es clavada a ti".

                     

- No quiero - se quejó Minjeong, sacándole una sonrisa a Jimin -. Digamos que estamos enfermas, que haga Giselle de directora hoy.

Professional Killer - Winrina/JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora