I'm all yours to enjoy

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- Claro, cariño, podemos ir a todas partes - afirmó, pero entonces, sorprendiendo a Jimin, trepó por su cuerpo y se sentó a horcajadas en su cadera -. Pero esta noche no vas a salir de esta habitación, Yu.

                     

Jimin sonrió a la vez que ponía las manos en los muslos de Minjeong. Por supuesto que no, no tenía ninguna intención de hacerlo. Minjeong se inclinó, creando una deliciosa fricción en sus caderas, y lamió débilmente su garganta, desde las clavículas hasta el mentón, para acabar atacando su boca. Mordió su labio inferior con fuerza, tentándola, invitándola a ser la primera en perder el control. Jimin accedió encantada, pues sabía que en lo que se refería a control, se había quedado todo fuera de la habitación. Llevó una mano a la nuca de Minjeong para atraerla hacia sí, obligándola a presionar su boca contra la suya. Pudo sentir una sonrisa de victoria en sus labios antes de abrirlos para darle acceso a su lengua. La saboreó lentamente, cobrándose todos esos meses en los que habían estado separadas. Emitió un quejido cuando Minjeong se separó, aunque le dio igual cuando vio que lo hizo para sacarse la camiseta y quedarse en sujetador. Jimin se incorporó, llevándosela con ella para que quedara sentada en su regazo, y llenó de besos el escote de la castaña, bordeando con la lengua los límites del sostén, mordiéndolo de forma juguetona, dejando muy claro que no lo quería allí. Minjeong, impaciente, le quitó la camiseta de un tirón, y sonrió complacida al ver que como de costumbre, Jimin no era muy fan de la ropa interior. Le propinó un pequeño empujón en los hombros para tumbarla de nuevo, y serpenteó por su cuerpo, buscando sus pechos con la boca. Los gemidos de la pelinegra la instaban a seguir torturando sus pezones con la lengua y con las manos. Jimin tenía una mano hundida en su pelo, instándola a no separarse bajo ninguna circunstancia, y la otra apretaba las sábanas desesperadamente. Minjeong la estaba matando. Esos pequeños círculos trazados con su lengua le iban a hacer perder la cordura.

                     

La castaña, cuando consideró que sus pezones estaban lo suficientemente erectos, bajó a besos por su marcado abdomen, arañándole suavemente los brazos con las uñas. Atrapó entre sus dientes el botón de sus pantalones, desabrochándolo con una maestría que impresionó a Jimin. Los sacó bruscamente hasta sus pies y los dejó caer en el suelo, para luego acariciar sus piernas desde los tobillos hasta la cadera. Jimin estaba completamente ida, y se estaba arrepintiendo mentalmente de haber bromeado tanto en el pasado sobre la castaña siendo pasiva. Minjeong se estaba cobrando su venganza con creces. Volvió a su boca para besarla, y Jimin ahogó un gemido en ella cuando Minjeong comenzó a masajear su sexo por encima de la tela húmeda. Dibujaba círculos en su clítoris palpitante, y daba fuertes toques en los pliegues de su sexo entre ellos.

                     

- Cariño... - gimió Jimin como pudo -. La puerta...

                     

Minjeong gruñó, se levantó con rapidez y casi corrió hacia la puerta cerrada para echar el pestillo. Sabía que sus amigas no se atreverían a interrumpir, pero no eran las únicas personas en el edificio, y tampoco quería arriesgarse a una adormilada Giselle sorprendiéndolas desnuda por la mañana. Cuando se dio la vuelta y vio a Jimin casi desnuda en la cama, tuvo que contenerse para no gemir. Había alzado su torso sobre los codos, y la miraba con hambre casi animal. Sus ojos brillaban prácticamente negros, como dos carbones encendidos, y sus labios entreabiertos la estaban provocando a sobremanera. Minjeong se acercó a la orilla de la cama y se quitó el sujetador, disfrutando de la mirada de Jimin sobre sus pechos. Observó como la pelinegra se incorporaba e intentaba ponerse de pie a su lado, pero una firme mano de Minjeong en sus hombros se lo impidió, dejándola sentada al borde de la cama. Su habitación, sus normas. Desabrochó su pantalón y lo bajó lentamente por sus piernas, arrastrando con ellos su ropa interior, quedando completamente desnuda frente a la mayor. A Jimin le gustaba desnudar a Minjeong más que nada en el mundo, pero no iba a quejarse de la diosa que tenía delante como dios la trajo al mundo. Minjeong dio un paso hacia ella, y con las manos en sus mejillas, la hizo mirar hacia arriba, para rozar sus labios en apenas una caricia. Estaba jugando con ella. La tenía completamente a su merced.

Professional Killer - Winrina/JiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora