Capítulo 1.

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"MALDITOS RUIDOS"

  

Dejé la mochila arriba del sillón de la sala de estar, para luego dirigirme a la cocina, a hacerme el almuerzo. Mis padres no volverían hasta las siete de la tarde o quizás más tarde. Los dos trabajaban todo el día y había veces que en sus días libres tenían que atender llamadas o dar conferencias, que era prácticamente lo mismo, trabajar. 

Revisé que había en la heladera, si tenía suerte podía evitar cocinar pero al ver el interior sólo se encontraba la manteca, dos botellas de agua, un frasco que tenía mermelada de frutilla, y un tupper con fideos con salsa, que estaban algo duros (posiblemente eran del almuerzo del día anterior) 

Necesitaba dormir, no me podía mantener en pie del sueño que tenía. No había dormido bien en la noche, además de que me había desvelado haciendo el trabajo de física e ir al colegio a la mañana, no cooperaba mucho. Así que, agarre dos tostadas y le agregue palta, también le añadí un poco de jugo de limón para que no se pusiera negra y se echara a perder. 

En cuestión de segundos, me tiré a la cama así como estaba, no iba a perder un segundo más en cambiarme.

El ruido de golpes fuertes y rasgueos en la guitarra sin ritmo, hizo que pegara un salto de mi cama.

—Esto debe ser una broma. —Me dije a mí misma.

La melodía se colaba por el portón abierto del garage, la banda se encontraba intentando componer alguna canción o eso intentaban aparentar. A pesar de no saber qué estaban haciendo, y que su ensayo ya había finalizado; en el que habían practicado sus dos canciones que tenían ya terminadas. Los chicos se encontraban haciendo ritmos sin parar todos distintos, eso hacían cuando no se les ocurría nada. O como lo llamaba Georg, "en busca de la inspiración" o mejor dicho "liberar la ira acumulada". 

Al cabo de unos minutos de que habían empezado su descargo de furia, la ventana de la vecina se abrió un tanto brusco, y la antes mencionada se asomó y con todas sus fuerzas gritó: 

—Dejen dormir la siesta, molestan a todos. —La chica cerró la ventana, pero la abrió de inmediato. —Además, la guitarra está desafinada. 

Ahora sí, desapareció de la vista de los integrantes, que quedaron confundidos ante la repentina aparición de la muchacha. 

Decidida a no dormir, bajó  a la cocina y agarró una latita de cerveza. Para luego salir de la casa, mientras cerraba la puerta con llave, pudo observar como la "causa" de no estar durmiendo ya no hacían ruido y solo charlaban muy alegremente.

 Empezó a caminar con sus auriculares puestos; la canción "Wanna gonna take it" de Twisted Sister era la primera en su lista de sus favoritas. Sus pasos eran apresurados y cuando divisó la casa de su amigo, bajó un poco la marcha; tomó un sorbo de la latita y golpeó la puerta.

Después de unos segundos apareció la madre de Lawrence:

—Hola Daila. —Habló la mujer en tono amable. —¿En que te puedo ayudar?

—Hola señora Pingletow. Vengo a molestar un rato a su hijo.

—Adelante. Está arriba en su habitación.

Acto seguido, la adolescente subió las escaleras a zancadas, llamó a la puerta de madera que tenía un poster grande que decía "Rock Zone" y escuchó un leve pase desde el interior.

—Que raro vos acostado. —Hablo para luego beber de la latita.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el chico con la almohada pegada a la cara.

—Hola, estoy bien, ¿y vos? —utilizó sarcasmo. 

—Daila nos vimos hace una horas. —Observó como su amiga se sentaba muy cómodamente en la silla, que estaba frente al escritorio, y ponía los pies arriba de este. 

Lawrence se levantó de la cama y estiró sus brazos, posteriormente le saco la cerveza de la mano a la chica y bebió todo el contenido de esta. Escuchó como Daila se quejó.

—Mira, estoy componiendo otra canción para el primer álbum. —Explicó mientras le pasaba la hoja a la chica. —La idea es que después del coro, vamos a superponer mi voz con la de Elise. Tendría que haber un solo de guitarra que lo vas a hacer vos. Eso lo dejo en tus manos, vos sos la guitarrista. 

Luego de unos minutos recibió respuestas de su amiga. la cual agarró la guitarra acústica de Law  y se acomodó en la silla; para luego mirar al muchacho que esperaba ansioso una palabra:

—Simulemos que es una guitarra eléctrica. Para el solo, Juliette tendría que seguir el ritmo con la batería, mientras que Elise lo marca con el bajo. En seguida yo conecto estos acordes. Podría hacer una estirada también. —Hablaba mientras apretaba las cejillas y las cuerdas formando los acordes que había pensado que quedaban mejor. —Y con la palanca podría pasar de una afición fuerte a una suave. Luego recuperó el ritmo y me incorporó a ustedes.

—Me gusta la idea, ¿los cambios de acordes son rápidos?¿o vas a estar un rato con cada acorde?

—Van a ser rápidos, para agregarle dramatismo. 

—Bueno, vamos a tirar la idea mañana en el ensayo y vemos que opinan las chicas. —Finalizó el tema. 

Siguieron hablando de otros temas, mientras comían un pedazo de torta de limón que les había traído la madre de Law.

Unas horas más tarde, la señora Pingletow se hizo presente:

—Daila, ¿te quedas a comer? Voy a hacer unas pastas con salsa.

—Dale, ahora aviso a mis padres que vuelvo tarde. Gracias. 

Luego de la cena, la muchacha emprendió la vuelta a su hogar. Se colocó sus auriculares nuevamente y apresuró sus pasos, ya que era muy tarde y hacía mucho frío. Daila pudo observar que la noche estaba tranquila y el cielo oscuro se encontraba estrellado. 

Mientras buscaba sus llaves se giró para contemplar la casa de sus vecinos, yacía oscura; ningún movimiento de nadie, tampoco alguna luz prendida en el interior o exterior. Solo alguien no se encontraba durmiendo: Bill.

Pudo sentir su mirada desde el otro lado de la calle. Parecía estar tranquilo mientras le daba caladas al cigarrillo que poseía en su mano. 






La rivalidad que nos une. (Bill Kaulitz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora