Sobreactuando

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SeokJin corrió hasta la entrada de la universidad. Maldijo en voz baja no haber traído de nuevo su auto mientras esperaba a que el taxi que había pedido llegara. Su impaciencia y desesperación por llegar a su casa eran bastante notorias. No podía dejar de caminar de un lado a otro mientras revisaba la ubicación del taxi en su celular y estuvo a punto de aventarlo al ver que le habían cancelado el viaje debido a que había mucho tráfico. Siguió intentando en buscar transporte, pero todos le cancelaban o no le aceptaban el viaje, así que decidió caminar hasta la parada del autobús. Tomó asiento en la banca bajo la sombra y esperó a que llegara. Se levantaba para ver si ya estaba cerca y se volvía a sentar al no verlo. Miró su celular y se dio cuenta que sólo habían pasado quince minutos desde que salió de la escuela. El tiempo pasaba más lento de lo que él sentía, pero sintió alivio al ver un coche negro detenerse frente a la parada. YoonGi bajó la ventana del copiloto y le dijo que se subiera para llevarlo a su casa. Sin decir nada, subió y cerró la puerta. El pelinegro arrancó y fue lo más rápido que pudo para evitar que SeokJin le gritara por no conducir como debería en esa situación. Lo que menos quería era hacer enojar más a su amigo. Así que un trayecto lleno de silencio no le haría mal a nadie.

Cuando YoonGi estacionó afuera de su casa, SeokJin salió rápidamente sin agradecerle ni voltear a verlo, él sólo se apresuró a entrar a su casa. Aventó su mochila en la sala y subió las escaleras corriendo, dio vuelta a la izquierda y abrió la puerta de la recámara de su hermano, quien estaba sentado en su cama terminando una hamburguesa mientras veía una película de superhéroes en su computadora.

— ¿Jin? — habló el menor con la boca llena — ¿No deberías estar en... — su pregunta quedó en el aire al sentir a su hermano abrazarlo con fuerza.

— ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? ¿Tomaste tus pastillas? — comenzó a bombardearlo con preguntas mientras lo observaba para comprobar que estuviera bien.

— Bien. Bien. No y sí — contestó JungKook después de masticar y tragar.

— ¿Seguro? — insistió el mayor y JungKook asintió.

— Bastante seguro, créeme. La medicina me ayuda bastante, además de un buen descanso y la comida de mamá — señalo el plato con aún un par de papas y una taza de té.

— Lamento no haber estado para ti...

— Ya hemos hablado de esto, Hyung. No puedes estar siempre para mí. Tienes tu vida y yo debo aprender a lidiar con mis miedos. No tienes que disculparte de nada.

— Es mi responsabilidad cuidarte, eres mi hermanito y...

— Y eso es lo que siempre haces, pero no puedes evitar que me pasen estas cosas. Además, no es tu responsabilidad cuidarme, eso es de mis padres y ellos ya lo están haciendo. No tienes que preocuparte ni enojarte.

— Koo...

— Ni se te ocurra llorar, SeokJin — habló con un falso tono de enojo el menor —. No es muy cool de tu parte.

— Deberías hacerle caso a JungKook — una tercera voz se hizo presente y ambos hermanos voltearan hacia la puerta, en donde se encontraba YoonGi recargado en el marco de la puerta sujetando una bolsa de plástico con algo dentro —. Ponerte a llorar después de gritarle a tus amigos que no tienen culpa alguna no sería muy cool de tu parte.

— ¿Quién te dejó entrar? — preguntó SeokJin con molestia.

— Hye, ¿por? — contestó el pelinegro mientras se adentraba a la habitación y se sentaba en la silla frente al escritorio del menor.

— ¿Estás cómodo? Esta no es tu casa ni el momento para que vengas, YoonGi. Que seas casi de la familia no te da derecho a entrar sin permiso — el mayor se levantó y se cruzó de brazos, dandole a entender al pelinegro que tenía que irse.

Lo que es el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora