Sonrisa Colgate

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Era el último semestre de la carrera para Jeon SeokJin, y eso implicaba varias cosas: proyectos en equipos que quizá le sacarían canas verdes; prácticas universitarias por las mañanas, antes de sus clases normales; empezar a pensar si debía trabajar en la empresa de su padre o debería buscar un trabajo que, a vista de sus padres, no fuera mediocre; comprar el regalo perfecto de cumpleaños para su  hermano menor; asistir a su fiesta de graduación; y la más complicada de todas, conocer a su futura esposa y preparar una boda. Sí, definitivamente casarse sería algo que lo volvería loco, pero no podía hacer nada al respecto. SeokJin había llegado a un acuerdo con sus padres. Les prometió que se casaría con quién ellos quieran siempre y cuando lo dejaran estudiar lo que quisiera. Era eso o lo contrario, estudiar lo que ellos quisieran y casarse con quien él quisiera, cosa que a sus padres no les pareció lo mejor.

Ahora, SeokJin está por terminar la carrera de Psicología y también está a punto de casarse con una desconocida, aunque tal vez no lo sea. Él tenía la ligera sospecha de que sus padres estaban pensando en la hija menor de los Min, una familia con la que les encantaría tener alianza comercial y familiar. Ella era hermosa, no tenía duda de ello. Su piel era blanca como la porcelana y sus ojos eran una especie de gris azulado. No era alta, sin embargo, tenía la altura ideal para un chico como él, y justo se conocían de toda su infancia. Definitivamente Min Hana era la chica ideal para Jeon SeokJin. Además, tenía la misma edad que su hermano menor. Tres años de diferencia no eran la gran cosa, lo que sí lo era es que ella era mujer y a SeokJin no le gustaban las mujeres o no hasta ahora, algo que se le había olvidado mencionarle a sus padres. Tal vez sería complicarlo llegar a un acuerdo para casarse con ella, sobretodo por su hermano sobreprotector. SeokJin estaba seguro que YoonGi estaría dispuesto a casarse con él antes de dejar a su hermana hacerlo y no porque desconfiara de él. YoonGi sabía que SeokJin era un buen chico, pero no era el indicado para su hermana menor, no para su consentida. Por su mente también pasaba la hermana mayor de los Jung, Jung In-ah, hermosa castaña con preciosos ojos almendrados, pero sabía que ella tenía novio y su familia no la obligaría a casarse con alguien con quien ella no quisiera, a menos que sus padres les ofrecieran un buen trato.

Al principio, a él no le preocupaba el pacto que había hecho con sus padres. La verdad es que le importaba muy poco casarse con quien ellos escogieran, no era algo que le afectara en lo más mínimo, pero su forma de pensar cambió cuando su mejor amigo, Jimin, se enamoró y comenzó a hablar de esa persona de una manera hermosa, a oídos de SeokJin. Fue ahí cuando él comenzó a cuestionarse sobre lo que sentía su amigo. ¿Cómo era estar enamorado? ¿Qué se sentía al estar enamorado? ¿Es verdad lo de las mariposas en el estómago? Esas preguntas y más comenzaron a apoderarse de su mente, llegando a un punto en donde él también quería sentir esa extraña felicidad. Quería hablar sin parar de su persona "especial". Quería sonreír como tonto al igual que su amigo cada que la viera. Quería emocionarse al pasar a su lado o al escucharle saludarlo. SeokJin quería enamorarse de verdad, quería hacerlo antes de casarse con una persona a la que no quería. Sabía que existía una posibilidad de enamorarse de su futura esposa, pero así como existía esa posibilidad, igual existía una en la que no se enamoraría nunca de ella. Él estaba bien con eso, no le importaba tener pasar el resto de su vida con alguien a quien no quería, igual y podría llegar a tomarle cariño en algo momento de su vida, pero antes de hacerlo, quería enamorarse de verdad. Y haría lo que fuera por hacerlo.

«¿Te puedes enamorar en menos de un año de una persona?», pensó SeokJin y luego se corrigió internamente, «No. Más bien, ¿podría enamorarme de alguien en menos de seis meses?» «Podría ser posible», se contestó a sí mismo en silencio mientras veía a lo lejos a su amigo de cabellos dorados comprar su desayuno. «Podría hacerlo, ¿cierto? No hay tiempo para enamorarse. No hay un manual ni nada por el estilo». SeokJin estaba teniendo una conversación interna hasta que vio a su amigo acercarse, tal vez él tendría una respuesta a sus preguntas. Esperó a que el rubio se sentara y lo miró atento antes de hacer cualquier pregunta sobre el mismo tema que le había estado rondando la cabeza. «Tal vez él puede ayudarme», siguió diciendo para sí mismo mientras su amigo tomaba su sándwich con sus dos manos, «Sería grandioso si pudiera hacerlo. Cualquiera podría enamorarse de su mejor amigo, ¿no?», fue lo último que pensó antes de dejar salir todas sus inquietudes, logrando captar toda la atención de su amigo.

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