36. Bienvenida Amaya

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Mi Más Alejado Deseo

Capítulo 36

Alana Brooks

Hay ecuaciones dónde encontramos resultados exactos, si hablamos de las matemáticas. En la vida esas ecuaciones fallan no obtenemos resultados precisos.

Y tal vez en contar que Azael sería el resultado feliz de mi ecuación amorosa fue la más incorrecta de todas, fue parte de mi pasado y del presente por la hija que estamos esperando pero no estamos para estar juntos porque, él a quien tiene cerca le hace daño.

Me tuvo en un gran lapso de mi vida y de la suya pero solo fui una pieza de ajedrez, todo era un juego es por eso que decidí abandonar aquel barco e irme en busca de mi paz y de una felicidad verdadera.

Y aunque la felicidad no la da un hombre porque solo son estigmas del pasado, pero me siento tranquila aún cuando estoy en una relación con una persona llena de ambición y de muchas ganas de querer formar una familia. Él está muy centrado, sabe lo que quiere y está seguro de lo que tiene por lo que lo cuida como su mayor tesoro, me siento plena en felicidad.

Ya solo faltan cuatro semanas, pronto tendré a Amaya en mis brazos y seré mucho más feliz porqué sentiré su piel,su olor, miraré sus ojos con amor, y dormiré a su lado cada noche cantándole cualquier canción de cuna.

—¿Dónde está el amor de mi vida? —este hombre y sus locos gritos, no se parece en nada a lo que antes viví, recuerdo que era yo la que me mantenía cerca de la puerta esperando por él y tener su atención.

—En el cuarto —grite esperando verlo en la puerta con tantas ganas de darme un beso como cada día.

—Espero que te gusten —veo un ramo de rosas azules, ese color tan precioso, me encanta tanto y nunca había recibido un ramo de ellas.

—Azules, son azules. Están hermosas amor —grite dentro de toda la habitación por la emoción, parecía niña con muñeca nueva.

—Por lo que veo si te gustaron —se acerco y se sentó conmigo en la cama.

—Ahora gracias a ti soy feliz porque por primera vez recibí mis rosas favoritas.

—Me alegra haber sido el primero.

—Como también te hice papá sin llevar sangre y ni haberlo hecho.

—Siempre he querido formar una familia, y te amo a ti, y a esta bebé también, no importa que sea de él porque también es tuya y todo lo que venga de ti es hermoso.

—Si ya ví que no te importa nada.

A él no le importa nada de mi pasado o lo que nos persigue y seguirá en mi futuro, solo le importa hacerme feliz y ser feliz conmigo. Nada más le importa porque estamos juntos.

No había nada que quisiera que la familia que termine construyendo aún cuando no la veía frente a mis ojos porque ellos estaban puestos en otra dirección, sin embargo, la vida se encarga de poner a todos en su camino.

Ahora somos Fernando, Amaya y yo. Una familia hecha de cambios y alegrías fundadas a través de la posibilidad de ser feliz, porque a pesar del dolor y el engaño las segundas oportunidades existen y yo la estoy viviendo justo ahora.

Las últimas semanas del embarazo están corriendo de tal manera que todo está empacado esperando el momento en que la pequeña decida salir de allí y estar junto a nosotros. En cuanto a Azael, ya sabe la fecha de la cesárea, según el tratara de venir a tiempo aunque para mí se supone que ya debería estar aquí. Pero no importa no estoy sola, tengo a Fernando y a mi madre justo a mi lado con esas ganas de querer tener a mi niña entre sus brazos.

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