30. No Habrá Vuelta Atrás

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Mi Más Alejado Deseo

Capítulo 30

Alana Brooks

Navegante solitario, tal vez en eso me convierta de ahora en adelante, pero la idea de permanecer al lado de alguien que me engaña cuando le he dado todo de mí, no es la mejor de toda, prefiero quedarme sola, y cuidar de mi embarazo sin miedo porque no lo necesito a él para ser feliz.

Puedo ser feliz sola y amándome a mi misma, porque primero soy yo.

No recuerdo la hora en que mi teléfono dejo de sonar, y mucho menos en qué momento me quedé dormida; solo creo haber sentido que Fernando que cubría con una cobija. Ni siquiera podía sentir el frío, aún cuando la lluvia no dejaba de caer al igual que las lágrimas por mi mejilla.

—Buenos días — Fernando se da cuenta de mi presencia — ¿Café? —pregunto y sin duda quería uno.

—Por favor — comenté, soy de las que si no tomo mi café siento como si mi día aún no comenzará, no puedo comenzar un día nuevo sin una taza de café humeando por lo caliente que está.

Él se acerca a mi con un vaso negro, podía notar lo caliente que estaba y eso me excitaba demasiado.

—¿Dormiste bien? —sabe que su pregunta es extraña en estos momentos pero es mi amigo y se que quiere detalles de lo que sucedió.

—Si, gracias por recibirme en tu casa — y volvía agradecer aún cuando anoche me pidió que dejara de agradecer.

—No tienes nada que agradecer, pero cuéntame ¿Que pasó? Te veías tan emocionada y terminaste fue en llanto.

Y allí comenzó como que radio de noticia a contar lo que sucedió la noche anterior como para terminar con el corazón destrozado en millones de pedacitos, el porqué mi alma se sentía medio vacía, porque las lágrimas no dejaron de caer durante toda la noche como para no caer ni una sola en estos instantes cuando siento como mi pecho es estrujado, haciendo faltar oxígeno en mis pulmones y no saber que hacer, pero que claramente sabes que hacer.

—Cuanto me duele, nena. Desearía evitarte este dolor pero el dolor es quien nos hace levantarnos cada día y luchar como que boxeador por su título mundial.

—¿Boxeo? No es una buena comparación para situaciones del corazón en lo que me respecta.

—No sé, fue lo primero que se me vino a la mente —se echo a reír como loco hasta hacerme reír a mi también.

—Estás loco amigo mío.

—Pero te hice reír y eso vale por mil.

—Si —comente soltando un suspiro que sentía atorado pero no sabía el porqué.

—¿Y que piensas hacer? ¿Vas a regresar? ¿Te quedarás? —sus preguntas llegaron y por más que sabía lo que quería también sabía que no había vuelta atrás cuando todo se llevará a cabo.

—Quiero irme, quiero irme a la sucursal de Medellín y quedarme allá.

—¿Y el bebé? No sé, pero es el padre, debería saberlo ¿No? — su punto no es malo, pero en estos instantes no tengo ganas de decirle absolutamente nada.

—No sabrá nada, no le diré nada, me iré con lo poco que pude traer y haré una vida nueva lejos de él.

—¿También de mi? —pregunto.

—Pensé que te irías conmigo a la sucursal.

—Podemos irnos juntos, así puedo consentirte y cuidar de ti.

—Asi cubres mis antojos de medianoche — sonreí un poco y el hizo lo mismo.

—Eso es cierto, pero ojalá que sea niña.

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