Capitulo 33: El asesinato

478 40 8
                                    

Tokyo, Japón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tokyo, Japón

—¿Cómo me encontraste?

—Usas mi firma para viajar internacionalmente, ¿Pensaste que no podría seguirte el paso? Ahora respóndeme ¿Dónde está Santiago?

—Oh, pensé que ya lo sabías... Pensé que estabas al tanto de cada paso que doy, padre...

Su silencio me abruma y lo hace aún más porque estamos en medio de la maldita carretera donde me interceptó. Algunos de mis guardaespaldas apuntan a los hombres de mi padre mientras que los demás permanecen inmóviles sabiendo que es El Señor Williams quien les paga

—Rouse, necesito que me digas...

—Lo que necesitas es dejarme en paz de una vez por todas... ¿Quieres saber dónde está Santiago? Te mostraré— señale justo detrás mío en dónde se encontraba el auto negro, dentro de su baúl están dos cuerpos, una completa escena del crimen que debe ser borrada antes de que nuestros enemigos se atrevan a traicionarnos, antes de que sepan que fueron engañados, antes de que la bomba de tiempo que yo ocasione me explote en la cara

12 horas antes

— Según lo que nos han informado La señora Laura Evans está en camino junto a su hermano y su novio...

—Muy bien, ¿Dónde está el auto?— pregunté levantándome del cómodo sofá de la habitación de hotel

—En el estacionamiento, estamos listos— responde el jefe de mis guardaespaldas

—¿A dónde vamos? ¿Que quieres hacerme? Rouse por favor, se que me equivoqué, se que soy una jodida basura pero por favor no me mates, te lo suplico— Santiago empieza a llorar y a rogar por su vida

—Tranquilo, no haré eso... Al menos no por ahora— me burle

Tenía una reunión de negocios en menos de 20 minutos y yo aún no lograba hacer que Santiago guardara silencio para proceder con el plan

—Señorira Rouse, mis hombres me acaban de informar sobre la llegada de su padre a Miyagi— solté un resoplido de evidente enfado dándome cuenta que el tiempo se agotaba

—Es hora de irnos...— tome la cinta gris que estaba sobre la pequeña mesita de noche y cubrí la boca de Santiago para que dejara de lloriquear —Así te ves un poco más guapo

Salí de la habitación permitiendo que mis guardaespaldas llevarán a Santiago hasta el auto en dónde una melena roja con cuerpo perfecto y maquillaje de infarto esperaban por mi

—¿Por qué tardaste tanto?— pregunta Tamara

—Percances de último momento— respondí subiendo al auto y cerrando la puerta, no sin antes asegurarme que Santiago estuviera en el baúl del auto, nos pusimos en marcha, mis nervios estaban a flor de piel

—¿Estás segura de esto?— la mirada inocente de mi amiga me hacía cuestionarme el hecho de haberla traído pero luego recordé su poder de convencimiento, definitivamente jamás le habría ganado. Mi desición no solo fue basada en su capacidad de convencimiento, también está el gran hecho de su perfecto manejo de armas y pelea cuerpo a cuerpo que nos proporcionó el abuelo Anthony cuando éramos apenas unas jóvenes niñas. Nos decía que debíamos saber cuidarnos, no podíamos depender siempre de un guardaespaldas inútil, de un hombre que quisiera salvarnos cuando estuviéramos en peligro

Maldito Romance: Locos de Amor (#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora