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"No recuerdes."

Sus días de trabajo en la cafetería empezaban a ser una suave medicina para su corazón herido, alrededor de estos días Riki había tenido una mejoría notable, donde ya no buscaba culparse a sí mismo como antes lo hacía constantemente, y hasta había...

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Sus días de trabajo en la cafetería empezaban a ser una suave medicina para su corazón herido, alrededor de estos días Riki había tenido una mejoría notable, donde ya no buscaba culparse a sí mismo como antes lo hacía constantemente, y hasta había dejado de pensar diariamente en la muerte de su hermano como algo negativo, había avanzado mucho.

Además, ya ni siquiera le pasaba por la mente el dolor que muy en el interior aún sentía y que solo intentaba ignorar al descubrir nuevas caras de la vida. Sin embargo, con eso era suficiente por el momento. De hecho, ya estaba por cumplir una semana de ya no tener aquellos pensamientos suicidas o incluso de intentarlo, siendo un logro demasiado grande para él, algo enorme.

El pequeño Sunoo había sido de gran ayuda en ese aspecto, era realmente genial tenerlo a su lado, lo hacía olvidarse de todo el mundo para concentrarse solo en aquellos momentos que vivían solo ellos dos.

Siendo justo este chico el motivo por el que ahora tocaba su estómago con fuerza al sufrir dolor en este, pues las carcajadas que el pelirrosa le sacaba comenzaban a cobrarle factura.

- ¿Qué hiciste qué? - Volvió a reír mientras el pequeño chico le veía con curiosidad desde el otro lado de la barra, en donde bebia su malteada preferida mientras le contaba su día al chico.

- ¡Es que me ofendió! - Chilló mientras hacia un puchero aún con el popote entre sus labios - ¿Cómo más iba a reaccionar si el profesor empezó?

Ahora Sunoo solo se excusaba de su pequeño acto de rebeldía contra su profesor de educación física, pues al momento de estar trotando por la cancha, el pequeño tropezó y se lastimó el tobillo, pero aún así el maestro lo había obligado a correr mas rápido, pese a que Sunoo no podía más, así que su reacción fue gritarle un "como usted no hace nada, viejo panzón", ganandose un reporte de su directora y un regaño de su abuelo.

Pero poco le importaba, pues ahora que estaba con Riki y que su abuelo ya no estaba con él, ya podía sentirse orgulloso de su acción un tanto inocente. Y aquello le causaba tanta risa al pelinegro.

- Pequeño rebelde, mejor ve a lavarte las manos y regresa para ayudarme con los pedidos que ya casi en la hora más pesada y Sunghoon aún no llega.

Le dijo Riki y al instante bebió el resto de su malteada para luego botarla en el cesto y dirigirse a la pequeña bodega, donde hizo lo que se le pidió y luego regresó junto a Riki con el mandil y el pequeño pañuelo sobre su cuello, luciendo aún mas tierno al llevar puestos unas gafas sin aumento.

El pelirrosa se acercó a su compañero para ayudarle a preparar la orden que acababa de recibir, recibiendo un pequeño apretón en su mejilla por lo lindo que lucía.

Al final, fue cuestión de unos pocos minutos para que, efectivamente, la cafetería comenzara a llenarse por aquellos estudiantes que salían tarde de sus clases e iban por un café para despertar y seguir su día ajetreado. Así que ahora los dos jovenes se movían de un lado a otro por todo el local hasta a las mesas de afuera, recibiendo, preparando y hasta entregando los pedidos solicitados. Realmente ocupados.

Sonrisas Y Lágrimas | Sunki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora