III

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Atracción.

Audry.

Iba en camino a la universidad. Era una universidad Nueva en un nuevo lugar. Mi madre era bailarina y mi padre un profesor de música en una de las mejores escuelas musicales en el país, en Washington. Ganaron mucho dinero y decidieron que querían adoptar un estilo de vida más tranquilo en un lugar más tranquilo, ya tenían suficiente dinero como para vivir cómodos por el resto de su vida.

Yo por otra parte, quería ser mecánica, como mi hermano Sam, quién había muerto hace algunos años en un accidente de tránsito. El siempre fue mi héroe y yo quería ser como él, así que me apasioné por el mecanismo, sobre todo el de máquinas y cosas de empresas gigantes. Mis padres decían que eso era de hombres, no de niñas, dicen que las niñas necesitan un trabajo más delicado, pero no les presto atención, es mi vida, no la de ellos.

Llegué a la universidad, con mis manos apretando las correas de la mochila que tenía colgando en mis hombros detrás de mí espalda, estaba nerviosa. Todo sería algo nuevo y distinto. Personas distintas. Profesores distintos. Estructura distinta. No era igual a la universidad de Washington, así que tendría que adaptarme, de todas formas, este sería mi último año para graduarme al fin y empezar a trabajar.

Giré mi mirada hacia la izquierda, observando mi entorno y a las personas que llegaban. Volteé a la derecha, una extraña necesidad de girar a la derecha me invadió, sentía que debía ver a alguien. Cuando giré la cabeza ví a un chico de gafas, cabello castaño oscuro, ojos café y piel ligeramente bronceada, supongo que era por el abrasador sol que nos cubría en este pueblo, porque hay que admitirlo; el sol era ardiente.

Ya, ya, sigue observando al chico. Está bueno.

Llevaba puestos unos jeans negros, una camiseta blanca, una chaqueta negra de cuero y botas de color negra. Se le notaban unos músculos bien formados en la parte del abdomen. Era un chico encantador.

¿Encantador? ¡Yo quiero que me comas y que hagas conmigo todo lo que quieras!

Ok, ok, creo que debería calmarme un poco.

¿Calmarte? Pero si estás babeando por él.

Si, debería calmarme un poco.

Vi que el chico se encontró con su amigo, subió las escaleras y entró por las grandes puertas del instituto. Yo subí las escaleras y entré también. Por los pasillos, veía a los grupos de personas que charlaban regados por todos lados. Todos se me quedaban viendo, sentí que había algo malo en mí, o que simplemente sabían que no era de por aquí, pero tengo entendido que otras personas de otros estados estudian aquí por ser una de las mejores universidades. El peso de las miradas hacían que me sintiera apenada.

De una puerta salió quien iba a ser mi profesor, quien también era mi vecino y ya había hablado con él, me dijo que me ayudaría cuando lo necesitara.

-Hola Audry, ¿Que tal?-me dijo mientras se acercaba a mí.

-Hola profesor Charly-hice un gesto con la mano a modo de saludo-. Oiga ¿No sabe si hay alguno de mis compañeros de clase por aquí? Recuerde que yo estaba estudiando en otro lugar y continuaré aquí, así que ya ellos deben tener una agenda y la necesito para guiarme.

El profesor buscó con la mirada. Él al parecer daba las clases de teoría. Después de hacer un recorrido con la mirada, me señaló a un grupo de chicos que estaban en un rincón hablando. Le agradecí y fui directo hacia ellos.

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