VII

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El sótano de la casita en el bosque.

Audry.

Mis ojos se abrieron muy pesadamente. No sentía muy bien mi cuerpo, ni podía moverme muy bien. De lo único que me di cuenta fue que estaba en el auto, andando. Y lo siguiente que noté fue que estaba en un lugar oscuro:

La cajuela.

Entré en pánico enseguida. Pero por algún motivo mi cuerpo no respondía. Trataba de moverme pero no podía, y de mi boca solo salían balbuceos.

Y supe que estaba drogada.

No sé cuánto tiempo había estado dormida. Y tampoco supe cuánto tiempo tardamos en llegar desde que me desperté, lo que calculé—con mi cerebro tratando de funcionar, ya que me costaba pensar con claridad—fueron algunos 30 minutos.

El auto empezó a ir más lento, se detuvo y luego se apagó. Ahí supe que había llegado a donde sea que me hubieran traído.

Sentí como se abría y se cerraba la puerta del conductor. Luego escuché sus pasos acercarse a mí. Y por último, abrieron la cajuela. La poca luz que había en la oscuridad me permitió ver el rostro de el que pensé que solo era mi suegro, y no mi secuestrador. Pero ahí estaba, mi mirada se dirigía a su siniestro rostro que tenía una sonrisa malvada dibujada en él.

No sabía que me haría. No sabía en dónde estaba. No sabía porque me trajo aquí.

¿No me quería para su hijo y ahora me mataría? ¿O simplemente es un violador psicópata? ¿Y si esto era una venganza de parte de Matt por no haberlo escuchado y por no haber respondido a sus llamadas estos últimos días? ¿No era eso muy exagerado?

Okey, me estaba empezando a doler la cabeza.

—Oh, veo que estás despierta—dijo el padre de Matt (que por cierto no sabía cómo se llamaba), con un tono extraño, que era como un tono de amistad hipócrita.

Sostenía la cajuela con su mano izquierda. Acercó su otra mano, y pensé que me iba a tocar y traté de moverme, pero no pude. Aunque no me tocó, tomó un tubo que estaba detrás de mí y lo usó para sostener la cajuela.

Y admito que por un momento pensé que me pegaría con ese tubo hasta matarme. Pero me alivié un poco al saber que no lo hizo.

—Tranquila, nuerita.

Luego se inclinó para tomarme por las axilas y levantarme.

Sí, intenté moverme para defenderme.

No, no funcionó.

Simplemente no podía mover ni un músculo de manera rápida.

Cuando me tuvo sentada —aún adentro de la cajuela— me pasó el brazo derecho por detrás del cuello, acunándolo. Y luego, me pasó el brazo izquierdo por debajo de las rodillas y me levantó.

—Imbécil—al final si pudo salir algo de mi boca.

—Uuuuy, veamos si me lo seguirás diciendo en un rato.

Eso me preocupó. Si me tenía adormilada no podría defenderme. No sabía si me iba a violar, o a matar lentamente, o no sé ni que me iba a hacer....

Pero algo haría.

Empezó a caminar conmigo en sus brazos y... Hacía un frío horrible.

No sabía adonde me llevaba, hasta que, pude girar un poco la cabeza hacia la derecha y ví una casa. No era muy pequeña, ni era una mansión. Pero cualquiera sería feliz con una casa así, si no fuera por el hecho de que está habitada por mi suegro “el secuestrador”, y de que, además, está en un bosque en medio de la nada.

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