IX

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Ayuda de un miembro superior.
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Matthew

Bueno... Podría ser una broma pesada. Aunque también podría no serlo. Pero simplemente debía averiguarlo.

Me levanté del sofá y subí las escaleras rápidamente.

—¡Amigo cálmate! —Gritaba Jake, quien seguía sentado en el sillón de la sala y al cuál dejaba atrás con cada escalón que subía— ¡Debemos relajarnos para pensar mejor las cosas!

—¡Ya lo pensé! —Exclamé después de haber subido todos los escalones.

Sentí que Jake también empezaba a subir los escalones. Pero no podía quedarme a decirle lo que iba a hacer, debía estar totalmente despreocupado. Aunque era difícil estarlo, ya que Audry no fue a la universidad hoy.

Fui a mi habitación, abrí la puerta y fui directo a la mesita de noche al lado de mi cama. Tomé el teléfono y lo encendí, la verdad lo había dejado apagado ya que Audry no me había respondido mensajes y llamadas, supuse que no quería hablar conmigo y pensé que tomarme un tiempo sin el celular ayudaría a relajar y esperaría para hablar con ella en persona.

Aunque... Vuelvo y repito: ella no fue a la universidad esta mañana.

El teléfono encendió totalmente, lo desbloqueé y enseguida me llegaron muchos mensajes y notificaciones de llamadas perdidas, y justamente eran de los padres de Audry. Así que me asusté aún más. Mis latidos iban a mil y sudaba por las manos, los dedos me temblaban y se me hacía difícil manipular el celular. Pero me concentré y busqué a los padres de Audry en las llamadas.

Marqué su número y en menos de un segundo respondieron.

—¿Audry está contigo?—Habló el padre de Audry, angustiado.

—Lo mismo quería preguntarle, señor Davis.

—Bueno, me llegó una carta que decía Su hijita está conmigo, señor Davis y en la parte de abajo estaba firmada por un tal rey oscuro. Supuse que era una broma estúpida de ustedes. Pero el problema es que la nota me llegó hace diez minutos y Audry no ha pisado esta casa desde el jueves. Además no contesta las llamadas ni los mensajes. Y si no está contigo...

—Calma, señor Davis... La buscaré.

Me sentí en ese momento como uno de esos detectives de las películas que había estado viendo esos últimos días. Aunque la situación estaba muy seria para pensar en detectives en este momento.

***

Minutos después, estábamos los padres de Audry, Jake y yo reunidos en la comisaría. Habíamos dicho lo que pasó y nos dijeron que, al ser mayor de edad, pudo haber sido decisión propia de ella independizarse y podría estar en cualquier lugar disfrutando de la vida.

Decir que no estuve a punto de voltear la mesa y tumbar todo de ella sería mentir. Porque la verdad es que estaba eufórico. La preocupación y la ira empezaban a nublar mis pensamientos. Pero salí lo más tranquilo posible de ese lugar y todos nos reunimos en la sala de espera.

—¿Ahora que hacemos? —Preguntó la madre de Audry, angustiada.

—Pues debemos buscarla y encontrarla—decreté.

—Pero sin la ayuda de la comisaría... —Empezó a hablar Jake, hasta darse cuenta de algo— cierto, también somos policías. Podemos tomar acción por nuestra cuenta.

—Jake, recuerda que una de las reglas de la comisaría es...

—Ningún policía, detective, oficial o miembro inferior de la comisaría puede tomar acción de un caso sin orden de...

—¿De un superior?

Todos nos giramos a ver quién hablaba. Dentro de la reunión se había metido uno de los investigadores superiores y con mas experiencia de la estación policial. El detective Louise Stephan.

En su rostro se reflejaba un gran interés en la conversación. Y también parecía tener algo de conocimiento acerca del tema, lo que me pareció algo extraño.

—Síganme—ordenó.

Al principio dudamos, pero después de unos segundos de vernos las caras buscando respuestas en los rostros de los demás, lo seguimos por los pasillos.

Después de dar unos cuantos giros por los distintos pasillos de la comisaría, llegamos a una oficina. Si recordaba bien su oficina quedaba muy cerca de la entrada. Pero fue Jake quien se lo recordó:

—Oye Louise, ¿tu oficina no queda por allá? —señaló atrás para informar que ya habíamos pasado su oficina.

—Si... La mañanera —dió este como respuesta.

—¿Entonces esta es la tardera?—pregunté esta vez yo, a lo que él soltó una pequeña risa y respondió:

—Algo así, se puede decir que sí.

Después de introducir las llaves, quitarle el seguro a la puerta y abrirla, todos entramos.

Era una gran sala, más grande que su “oficina mañanera”. Mi mirada se centró en la pared a la izquierda. Había una gran cartelera con muchas fotos de mujeres rubias y distintas notas, a lo que me acerqué para poder leerlas mejor.

Todas estaban escritas de la misma forma de letras que las notas que le habían dado a los padres de Audry y a mí. Y todas tenían una firma en común al pie de la nota... El Rey Oscuro.

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Holas amigxs.
Sí, el cap es corto pero voy a subir el siguiente de inmediato, no se preocupen.


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El Rey Oscuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora