VIII

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Futuras madres.

Audry.

Derrick, quién se suponía que era “mi suegro” me había dormido, secuestrado, drogado y ahora me tenía amarrada en un sótano, en una casa, en quien sabe dónde, con otras mujeres aquí.

Estaba asustada.

Me preguntaba que estaba pasando.

Veía a mi lado derecho para observar a las otras mujeres. Todas se veían aporreadas y maltratadas. Tenían moretones y parecían estar cansadas.

A pesar de que mi cerebro estaba trabajando a poca velocidad, pude notar varias cosas.

1: Recordé lo que dijo Derrick a las otras chicas cuando entré:

—Saluden a su nueva compañera, la número nueve.

Así que empecé a contar los postes. Y sí, efectivamente habían 8 postes delante del que yo estaba. Por lo que habían 8 chicas más.

2: Las últimas 3 de la fila estaban embarazadas, ya que se les notaba un bulto de varios meses en el vientre.

3: La primera mujer y segunda mujer de la fila, no estaban dormidas, sino que estaban muertas.

4: La mujer que estaba a mi lado, la del poste número 6, y la del número 3, me veían con compasión y lástima. Las otras estaban dormidas.

Y eso solo aumentaba mis nervios.

Derrick, que estaba agachado, se levantó y se fue caminando hacia la puerta de nuevo. Pero antes de irse, agregó:

—No trates de escaparte, o quedarás como esas dos—señaló a las chicas del poste número 1 y 2, las que estaban muertas.

Después de eso abrió la puerta para salir, pero antes de que se fuera le dije lo primero que se me vino a la mente:

—Púdrete.

El se echó a reír sarcásticamente, y ya después en un tono más serio me respondió:

—Lo pensaré.

Luego salió, cerró la puerta y se escucharon sus pasos subiendo las escaleras.

Después de que no se escucharon más sus pasos, la chica que estaba al lado de mí me llamó.

—Psst, psst—hacía un sonido con la lengua para captar mi atención.

Volteé hacia ella, con mi cara totalmente aterrorizada y llena de lágrimas —que no se cuándo habían salido—.

—¿Cómo te llamas?—me preguntó.

—Audry —respondí con voz temblorosa.

—Es un bonito nombre.

Dibujé una sonrisa fingida en mi rostro, para no hacer el momento incómodo.

—¿Y tú? ¿Cómo te llamas?—pregunté yo esta vez.

—Oh... yo me llamo Emma. Y ellas son Bett, Carol, Lila, Miriam y Vicky. —Las mencionó mientras la señalaba desde la 7 a la 3.

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