XIX

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No lo pienses sólo corre, escapa.

Audry.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se fue ese chico enmascarado. En este sótano ya he perdido la noción del tiempo. Ya no sé si es de noche o de día. El tiempo se me hace lento. Salimos una por una, de vez en cuando. Nos llevan al baño, nos dan comida y de nuevo nos traen y nos amarran aquí.

Me preguntaba...

¿Cómo han tenido a estas chicas durante años sin ser descubiertos?

¿Cómo la mayoría de las chicas a logrado seguir viva, estando en estas condiciones?

¿Saldría yo de aquí algún día?

¿Será que ellas nunca fueron de gran interés para sus familiares y por eso no las buscaron lo suficiente?

Ya son muchas preguntas.

Tenía miles de cosas en la cabeza. En eso gastaba mi aburrido tiempo; pensando en todo lo que se podía pensar.

Se escuchaba a alguien bajando las escaleras hacia el sótano, al abrirse la puerta vimos a Derrick entrar.

—Hola solecitos, estoy de buenas hoy. Iré a hacerle una visita a mi hijo, las dejaré con el doctor. Pórtense bien.

Nos dió la espalda para irse, pero...

—Imbécil—le dije con un tono de rabia marcado.

Derrick, en ese momento se volteó y me vió a los ojos.

—¿Cómo me dijiste? Creo haber escuchado mal, no enten...

—Idiota.

—¿No acabas de decirme imb...?

—Infeliz de mierda.

Soltó una pequeña sonrisa y agachó la cabeza, colocó sus manos cerradas en puño en su cintura, luego nego con la cabeza, estuvo así unos 5 segundos, hasta que se volteó hacia mí y dijo, aún con su estúpida sonrisa psicópata:

—Sinceramente no quería hacer esto, pero no me dejas opción. Regla número tres: Cuando yo esté de buen humor, no pueden hacerme molestar, ni decirme nada que me genere molestia, o si no obtendrán un pequeño castigo de mi parte.

Se siguió acercando y yo subí la mirada para verlo. Llegó hasta el frente de mí y se agachó para estar a mi altura. No tenía idea de que haría, lo que sí tenía era miedo de lo que fuese a hacer.

Ví que levantó su mano y luego me dió una fuerte cachetada.

—Espero que aprendas—me dijo.

Luego de eso se puso de pie y se marchó.

El dolor que recorría mi mejilla era intenso, sentía el sabor metálico de la sangre en mi boca. Volteé mi cabeza hacia el lado contrario de dónde estaban las chicas y escupí en el suelo, varias veces. Ya no botaba sangre, pero el dolor seguía siendo intenso. Después de unos 10 minutos conseguí quedarme dormida.

***

No sé cuánto tiempo había pasado desde que me dormí, pero desperté al escuchar la puerta abrirse. Ví que entró el doctor, estaba muy agitado.

—Hola chicas, por orden del Rey Oscuro debemos retirarnos de aquí, subiré a una por una en el Jeep y nos iremos del lugar. Número tres, vas primero.

No estaba entendiendo nada. Solo sabía que el doctor se oía muy preocupado, a pesar de no poder ver su rostro, sabía que sí lo estaba ¿Sería que ya los habían descubierto? Esperaba que esa fuera la opción.

El Rey Oscuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora