XV

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Un chef de primera.

Matthew.

Ya habían pasado tres días de largas e intensas búsquedas por el bosque, rastreador de teléfono, de moto, de todo. Aunque de nada servía, nada estaba activo. No había manera de localizarla.

Preguntamos en los peajes de las fronteras entre las ciudades. Revisamos lugares, cámaras en la salida de la ciudad y no se mostró salida de algún carro a esas horas. Estaban en el bosque o habían tomado un camino para llegar a un sitio. Pero... ¿Que sitio?

¿En dónde estaba Audry?

Estaba angustiado. Muy angustiado.

No sabía que esperar, ni con que me iba a encontrar. Solo esperaba que al encontrarla estuviera viva. Jake ya me había avisado que venía de regreso de su viaje, y que probablemente dentro de dos días tuviera que irse otra vez porque las personas que lo habían llamado anteriormente querían que volviera a ir.

Seguí sin saber detalles de que había estado haciendo, pero en ese momento me importaba más encontrar a Audry. Los viajes de Jake podían esperar.

Estaba en la comisaría, junto con Louis, esperando respuestas, cuando mi teléfono empezó a sonar (por enésima vez en un minuto).

Decidí contestar. Era un número desconocido.

—¿Hola?—hablé.

—Hola hijo, ¿cómo te va?

—¿Papá? No tengo este número registrado.

—Ah... Este es un nuevo número telefónico, el otro se me cayó en un estanque, ¿puedes creerlo?

Se escuchaba una música de Imagine Dragons de fondo, mi papá es muy fan de la banda.

—Sí papá, puedo creerlo.

—Oye, voy de regreso al pueblo. ¿Quieres algún dulce, o algo de aquí?

—No papá, Gracias. Yo...

—Está bien. Vamos al río después, en la tarde, ¿te parece? Si quieres vienes con tu novia.

—Audry... Ella está desaparecida...

—¿Cómo que desaparecida?

—No la encontramos, no recibe llamadas, está perdida, la han secuestrado.

—O quizás se haya aburrido de tí.

—Esto es serio. No estoy para bromas, papá.

—Espera, pensé que era broma... Bueno hijo, hablamos mejor cuando llegué al pueblo.

—Está bien padre, te quiero.

—Y yo a tí, hijo.

Colgué el teléfono y decidí ir a casa un momento. Debía comer algo, no había comido nada en todo el día —y ya eran las 2PM—, tenía mucha hambre.

—Detective Stephan, iré un rato a la casa —le avisé— cualquier noticia me llamas enseguida, porfavor.

—Está bien, necesitas descansar, duerme un rato.

—Solo... comeré algo y regreso.

Llegué al auto, lo encendí y arranqué.

Vivía en un pueblo muy pequeño, por lo que en 5 minutos ya estaba en mi casa. Estacioné el auto frente a la casa, volvería a salir lo más rápido posible.

Entré a la casa y fui directo a la cocina, revisé la nevera para ver el menú. Mi padre me dijo que venía de regreso, decidí hacer algo para los dos.

El Rey Oscuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora