XIV

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El hijo del doctor.

Audry.

Derrick entró en el sótano y me quitó las cadenas. Me sacó de ahí y me llevó hacia arriba. Subimos las escaleras hasta el segundo piso. Recorrimos unos pasillos.

Todo estaba iluminado solo por la luz de la luna, ya que no habían luces prendidas en ninguna parte del piso en el que estábamos.

Tenía miedo, no sabía adónde me llevaría ni que quería hacer conmigo.

-¿Adónde me llevas?-pregunté de mala gana.

-Aquí -respondió él al detenerse frente a una puerta.

Era la última puerta del pasillo en el que nos encontrábamos. Él la abrió y me hizo pasar.

Encendió la luz y pude ver una habitación grande con una cama (también grande), unas mesas de noche a cada extremo de la cama con unas lámparas encima y algo que parecía ser un clóset. Cerró la puerta, luego pasó el seguro.

Ahí me asusté, sabía lo que él quería. Pero obviamente no se lo iba a poner tan fácil.

Me empecé a echar hacia atrás, lo más lejos posible de él. Derrick se siguió acercando a mí, parecía una película de terror en la cual la chica veía como el mounstro se aproximaba cada vez más.

La parte trasera de mis piernas chocaron contra la cama, haciéndome caer sobre ella. De igual forma seguí echándome hacia atrás, hasta que ya mi espalda chocó contra el espaldar de la cama.

Derrick subió a la cama y se acercó a mí de rodillas. Traté de dar un salto por la derecha para escaparme de él, solo que fue más rápido y me tomó de la muñeca.

Me empecé a agitar para que me soltara, pero la fuerza de su agarré era mayor.

Me jaló hacia él y me puso la espalda contra su pecho para dejarme inmóvil. Seguí agitándome para salirme de su agarré, pero su fuerza seguía siendo mayor.

Lágrimas de miedo empezaron a brotar por mis mejillas, estaba desesperada, no sabía que hacer.

Derrick me acostó contra la cama, puso mis manos por detrás de mi espalda y tomó ambas con una sola mano. Con su mano libre tomó el borde de mis pantalones. Empecé a agitar mis caderas para que no lo lograra, y estaba funcionando.

Seguí agitándome y jalé mis brazos. Me solté de su agarré e intenté dar un salto, pero de nuevo, me atrapó.

Esta vez me volteó y puso mi espalda contra el colchón de la cama.

-Quédate quieta, niña insolente-dijo en un tono susurrante, furioso, a manera de amenaza.

Él me tomaba por los dos brazos a cada lado para mantenerme pegada a la cama.

Traté de dar patadas pero el se montó encina de mis muslos, haciendo que su peso no permitiera elevar mis piernas.

Sentía claustrofobia. Quería moverme, pero no podía. Él no me dejaba. De igual forma seguí haciendo presión para zafarme, y sí pude. Saqué mi brazo izquierdo de su agarre y le di un puñetazo en el rostro.

Él giró un poco la cara por el impacto, y luego me vió con más furia aún.

-Te dije que dejaras de moverte.

-¿Y desde cuándo me importa lo que me digas o dejes de decir?

Él quitó las manos de mis brazos y las puso ahora en mi cuello, cortándome la respiración. Empezó a apretar más y más. Coloqué mis manos en sus brazos y empecé a empujarlos para que me soltara.

Sentía en mi cara la presión de no poder respirar. Mis brazos perdían la fuerza de empuje. Al ver que no funcionaba empecé a lanzarle golpes al pecho con toda la fuerza que podía tener en ese momento, pero al parecer mis fuerzas no eran muchas. Ya casi no tenía oxígeno, hasta que empecé a escuchar una voz que gritaba mi nombre, se escuchaba lejana pero cada vez se acercaba más:

-Audry. ¡Audry! ¡AUDRY! ¡AUDRY DESPIERTA!

Abrí los ojos y empecé a respirar agitadamente. Quién gritaba era Emma, quien se dió cuenta de que estaba teniendo una pesadilla.

PERO QUÉ PESADILLA.

Seguía tratando de recuperar el aliento, sentía como si de verdad me hubieran estado asfixiando. Estaba sofocada, sudaba mucho, mis brazos y piernas temblaban.

En mi mente se repetía la escena una y otra vez. Tenía miedo.

Pero no había sido real. Solo fue un mal sueño.

O al menos trataba de convencerme a mí misma de eso.

El hilo de mis pensamientos se interrumpió al escuchar unos pasos de alguien bajando al sótano. La puerta se abrió y entró... Alguien distinto.

No era Derrick, ni tampoco el doctor. Era un... ¿Un chico con una máscara de lobo?

En ese momento recordé lo que me dijeron las chicas el día que llegué.

"-Nadie sabe quién es el doctor, ni quién es el hijo. Ellos siempre traen una máscara y un aparato para que su voz suene distinto."

El doctor también tenía una máscara puesta siempre, y su voz sonaba con algunos efectos de distorsión. La máscara del doctor era la de un payaso sonriente.

El que entró tenía unos guantes y un gran traje como los que usan los bomberos, o las personas que eliminan plagas.

El chico pareció buscar algo con la mirada. En un momento pareció que se quedó mirándome por unos segundos. Luego de al menos diez segundos desvió la mirada y se dirigió hacia las dos mujeres que estaban muertas -que olían horrible y ya tenían uno que otro gusano saliendo de ellas-, ya nuestras narices se habían acostumbrado al hedor.

-Argh, ¿no pudieron sacar estos cuerpos por ellos mismos?-preguntó para sí mismo-. Aún con esta máscara puesta puedo sentir el horrible olor que desprenden. ¿Cómo hacen para no vomitar?-preguntó esta vez para nosotras.

-Nos acostumbramos-respondí con una extraña naturalidad-. Pero si puedes sacarlos ya, nos estarías haciendo un gran favor.

El chico soltó lo que pareció ser una sonrisa, pero no dijo más nada. Soltó a la chica número uno y la metió en una bolsa, cargó la bolsa sobre su espalda y se la llevó.

Minutos después se volvió a abrir la puerta, había bajado de nuevo para buscar a la otra chica. Hizo el mismo procedimiento y se fué. Pero antes de cerrar la puerta me dejó unas palabras:

-Adiós preciosa Audry. Espero que Matt, tu príncipe azul venga a rescatarte de su padre, el rey oscuro.

Y tras eso, cerró la puerta y se marchó.

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¿Alguna idea de quién pueda ser El chico de la máscara de lobo?
¿No?

Bueno, después lo sabrán.

Ahora me voy a hacer tarea.

:)

El Rey Oscuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora