Capitulo [9]

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La siguiente semana no fue mejor que la primera. Namjoon insistía en que Jimin volviera al colegio, pero sentía que su palabra iba perdiendo fuerza en aquella casa, hasta el punto en que ya nada giraba en torno a él. Hoseok se la pasaba consolando a su hijo, acunándolo entre sus brazos y susurrándole que jamás le dejaría. Seokjin tampoco parecía querer separarse de Jimin, y, por otro lado, Taehyung también se le vio muy afectado por lo ocurrido. Namjoon pudo jurar que en más de una ocasión le descubrió lanzándole miradas acusadoras.

El alfa tuvo la sensación de que todos formaron un nido alrededor de Jimin y él pasó a ser completamente ignorado.

Desde que Hoseok le gritó que no le daría ningún otro cachorro que Namjoon no osó tocar el tema otra vez. Sin embargo, nadie le quitaría razón cuando dijo que todo aquello fue culpa de su omega por permitir que Jimin siguiera en el club de taekwondo.

Pero pronto se dio cuenta que tendría que lidiar con algo más. Esa noche, cuando llegó de trabajar, lo vio, y su temperamento empeoró, oliendo unas feromonas dulces de omega nada más poner un pie dentro la casa.

La amiga de Hoseok.

Rose no tuvo noticias de Hoseok por varios días, preocupada porque le hubiera o hubiese ocurrido algo malo, así que le llamó un día para saber de él, pero no esperaba escuchar algo tan horrible como que marcaron al pequeño cachorro, Jimin.

Sin pensarlo dos veces, esa misma tarde se presentó en casa de Hoseok. Ni siquiera podía imaginarse el tormento por el que estaría pasando su amigo y el propio Jimin. De pie frente a la puerta, su corazón se encogió cuando la figura de Hoseok apareció delante de sus ojos, viéndose como alguien que envejeció muchos años en muy pocos días.

Rose notó enseguida las feromonas de tristeza y abatimiento; estaban por toda la casa.

—Disculpa si está un poco sucio todo —dijo Hoseok, acompañándola hasta el comedor.

Ella no le dio importancia, pero en su opinión, la casa se veía limpia. Tomó asiento en el sofá, al lado de Hoseok, quién no pudo ni esbozar una débil sonrisa.

—¿Cómo está tu pequeño? —preguntó Rose.

—Tiene pesadillas por las noches, y la marca no deja de dolerle —respondió, con un suspiro pesado—. Se culpa por lo sucedido y apenas sale de su cuarto. Está siendo muy duro para él.

Rose le cogió la mano y se la estrechó, haciéndole ver con ese pequeño gesto que estaba a su lado.

—¿Y tú? ¿Cómo te sientes? Si necesitas cualquier cosa, solo tienes que pedírmelo. Quiero ayudarte en lo que sea.

Hoseok tragó duro, sus ojos perdidos en algún punto que Rose no lograba encontrar. Hubo un silencio largo, pesado y doloroso. El omega luchaba consigo mismo, recordando reiteradamente las crueles palabras de Namjoon. El sentimiento de culpa era demasiado abrumador.

—¿Crees que es culpa mía? —preguntó con un hilo de voz.

—¿Qué?

Rose parpadeó, incrédula.

—Yo... Yo insistí en que Jimin estuviera en el club de taekwondo. Sabíamos de un alfa que le acosaba a diario, y no pude hacer nada por él.... Namjoon me lo advirtió, y no hice caso —dijo, agachando el rostro, desolado.

—No, no... No digas eso —se apresuró a intervenir, alarmada—. Tú solo querías hacer feliz a tu hijo, no hay nada de malo en eso. Si existe un culpable, no es otro que el desalmado que le ha hecho eso a Jimin. Si no hubiera sido en los vestuarios, habría encontrado cualquier otro lugar. Es espantoso que existan alfas tan jóvenes y tan crueles a la vez, pero culparte no te ayudará ni a ti, ni a tu cachorro.

Four Seasons               [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora