Four Seasons [NamSeok]

Capitulo [32]

Los días siguientes fueron casi iguales a los anteriores. Hoseok, por mucho que lo intentó, no lograba que sus feromonas tuvieran un aroma más materno y dulzón, provocando que Ryujin, cada vez que estaba en sus brazos, se pusiera inquieta. En el mejor de los casos, lograba distraerla con alguno de los pocos juguetes que compró. En el peor, se ponía a llorar y eso lo hacía llorar a él, incapaz de consolarla.

¿Lo que más le rompía el corazón, sin embargo? Es que ni siquiera lloraba a gritos, como haría un bebé normal. Ryujin se quejaba, lloriqueaba en silencio y, sólo cuando no encontraba consuelo, era más ruidosa, pero tampoco demasiado. Eso, en el fondo, le preocupaba demasiado.

Como sus hijos se percataron de que Hoseok no podía solo, decidieron irse turnando para quedarse en el departamento con él. No importaba lo mucho que el omega protestó, diciendo que no podían faltar tanto a clases, no los hizo cambiar de opinión. Tae dijo que era mejor que sus hermanos fueran al colegio y él se quedaba con mamá, pero esa idea le pareció mucho peor a Hoseok, por lo que tuvo que aceptar esa otra. En el fondo, sabía que era la única forma de cuidar a su bebé, porque a veces, se sentía incapaz de estar con Ryujin mucho tiempo, y eso provocaba que sintiera mucha más pena y dolor.

¿Por qué las cosas tuvieron que volverse así? ¿Por qué no podían haber sido más sencillas? Al final, el sufrimiento de sus hijos siempre se reducía a él, a que era incapaz de ser una madre decente para ellos. Y lo peor, es que esa clase de pensamientos provocaba otros mucho más deprimentes: no tuvo que huir. No tuvo que escapar, tuvo que quedarse con Namjoon, pues al menos no estarían sufriendo por la falta de dinero.

Sí, cometió un grave error. Pudo haber convencido a Namjoon de irse a otro país más cercano, como Japón o China. O, por último, enviar a Jimin allí, tal vez con su abuelo, para que Park no le hiciera daño a su hijo. Mientras tanto, pudo haber parido a Ryujin con Namjoon, que habría estado más que feliz con ella, y mucho más al saber que era alfa. Con otra alfa, con toda probabilidad habrían ascendido a su esposo de posición, habría ganado más dinero, y con mucho esfuerzo, le habría hecho cambiar de opinión e irse de Corea.

Todavía estaba a tiempo, se dijo, ¿por qué no? Podría llamar a Namjoon, humillarse y pedirle perdón, rogarle que le aceptara de vuelta, prometiéndole que jamás se rebelaría de nuevo. Le contaría de Ryujin, con eso lo convencería, y viajarían de vuelta. Eso era...

—Mamá.

Se sobresaltó cuando escuchó a Tae hablar y ese hilo de pensamientos deprimentes se esfumó. ¿Qué estaba pensando? ¿Regresar?

—¿Pasa algo? —preguntó, aliviado de que Ryujin estuviera durmiendo en su cunita. Los últimos días parecía haber estado mucho más tranquilita, incluso cuando comía del pecho del omega.

—Necesito hablar contigo algo serio —dijo el alfa, sentándose a su lado en el sofá.

—Sí, claro —Hoseok le tomó la mano, observando el rostro de su hijo mayor. No pudo evitarlo, y sintió un poco de dolor en su corazón—, pero primero... Lo siento mucho, TaeTae.

—¿Cómo?

—Eso —extendió su brazo, acariciándole la mejilla con cariño—, por todo esto. Por tener que asumir una carga que no te corresponde, y hacerlo de la mejor forma que puedes. Eres todavía un niño, pero has tenido que madurar para proteger a tus hermanos. Lamento poner estar carga en ti, mi vida.

—Mamá, no... —Tae hizo un pequeño mohín, como tratando de controlar el temblor de sus labios. Así, frente a él, ya no parecía el alfa que siempre trataba de mostrar, sino que lucía como lo que era: un adolescente de dieciséis años—, no es tu culpa, mamá. Es mi deber, ¿bueno? Yo soy el alfa de nuestra manada, y cuando Ryujin crezca más, de seguro se convertirá en mi segunda al mano.