Capitulo [15]

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Se obligó a fingir que volvió a la rutina, a pesar de que su rutina se hubiera visto destrozada por completo.

Namjoon hizo cada cosa que le dijo: al día siguiente, antes de irse a trabajar, le pidió su celular y las llaves del auto. Hoseok se lo entregó todo con la vista baja y ojos llorosos, tratando de contener las lágrimas punzantes que morían por caer.

—Es lo mejor —le dijo Namjoon antes de irse—, ya lo verás, Hoseok. Te lo prometo, es lo mejor.

Hoseok ya no le creía nada. Absolutamente nada.

Namjoon no iba a cambiar jamás, porque era un alfa que lo veía como su propiedad. ¿No se lo dijo esa noche? Se lo decía con cada dolorosa embestida.

Cuando llegaba la hora de dormir, no podía conciliar sueño alguno, tan consciente del cuerpo a su lado, poniéndose a temblar cuando lo sentía moverse. Me tocará, me tocará, hoy me tocará, pensaba aterrado, y sin relajarse al ver que eso no ocurría, porque sabía que pasaría en algún momento.

Por eso mismo, cuando los mellizos se iban al colegio y Namjoon al trabajo, iba al cuarto de sus hijos mayores para ver a Jimin envuelto en sábanas, y acostarse a su lado. Su cachorrito le hacía un espacio, abrazándolo y dándole un beso en la frente, para segundos después volver a dormir un par de horas más. Era la única forma en la que Hoseok recuperaba todo el sueño que estaba perdiendo al no poder dormir por las noches.

—Mamá —le susurró una mañana Jimin, con esos ojos tan abiertos, como un pequeño ciervo—, mami...

—¿Sí, cariño? —le dijo, su cabeza doliendo por las ganas de dormir un poco más.

—Deberíamos huir —le murmuró Jimin—, sólo los dos, ¿eso no sería genial?

Sonrió apenas, suspirando al sentir un nuevo beso de su hijo en su mejilla, antes de quedar dormido.

Una semana después, le tocó. Creía que tendría más tiempo, pero ¿cómo podía seguir siendo tan iluso luego de lo que ocurrió?

Namjoon acababa de llegar del trabajo, lo escuchó abrir la puerta. Los mellizos estaban en su cuarto, junto a Taehyung, estudiando para las últimas pruebas del colegio. Hoseok se hallaba en la cocina, preparando la cena, frotando el puente de su nariz en un vano intento de alejar el dolor de cabeza cada vez más intenso.

—Hey, bebé —saludó Namjoon, entrando a la cocina.

Hoseok no se volteó a verlo, bajándole el fuego a la cocina.

—Hola —saludó en voz baja.

Hubo un silencio en la cocina. Hoseok ya no hablaba más de lo necesario, sólo cuando lo consideraba necesario para no lucir como un mal omega. Sin embargo, a pesar del silencio, sabía que Namjoon le seguía mirando.

—¿Cuándo es tu celo?

La cuchara de palo con la que Hoseok revolvía la salsa se le cayó al suelo.

—¡Mierda! —saltó Hoseok, cuando los restos de salsa mancharon el suelo y su pantalón—, oh...

Agarró un paño y se puso de rodillas, recogiendo la cuchara y limpiando el suelo. Podía sentir los ojos de Namjoon puestos en él, sin moverse, esperando una respuesta que Hoseok no quería darle.

Pero no podía evitarlo. Si no contestaba, Namjoon de seguro iba a imponerse.

—En una semana —contestó el omega, su garganta tan apretada como si lo estuvieran estrangulando. Se puso de pie otra vez, yendo a limpiar la cuchara.

Seguía notando a Namjoon observándole fijamente.

—Lo pasaremos en un motel, para no molestar a los niños —le dijo Namjoon, amable y tratando de lucir razonable—, tu madre puede venir a cuidarlos esos días —el alfa dio unos pasos, agarrándolo de la cintura, y Hoseok permaneció quieto, echando su cuello a un lado, sintiendo a su omega temblar por esa acción—. Si todo resulta bien, entonces quedarás preñado, Hobie.

Four Seasons               [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora