Capitulo [22]

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Despertó en medio de la oscuridad, con su cabeza doliendo y el aroma a feromonas inundando la habitación.

Desorientado por completo, se revolvió y estiró su mano para atraer el cuerpo de Hoseok contra él, pero no encontró nada, sólo la sábana arrugada. Frunciendo el ceño con desconcierto, Namjoon se enderezó y miró hacia el exterior, observando la noche despejada de verano.

¿Qué demonios?

Buscó su celular en medio de la oscuridad, cerrando sus ojos cuando la luminiscencia lo cegó. Soltó un quejido bajo, presionando el interruptor de la lámpara a su lado de la cama, y el cuarto se iluminó. Se fue acostumbrando poco a poco a la luz, volteándose otra vez para ver el lado vacío, y se enderezó hasta quedar sentado en la cama.

Miró la hora una vez más en su móvil: las diez de la noche. ¿Tanto había dormido? Pero ¿dónde estaba Hoseok?

Todavía algo perdido, se giró al velador, donde estaba el vaso de agua a medio beber y la nota que el omega le dejó. La agarró y releyó, pensando que cuando la leyó por primera vez, no lo hizo bien. Sin embargo, allí decía claramente que fue a comprar y buscar a los niños, y que luego volvería a cuidarle. Entonces, ¿dónde estaba? Ahora necesitaba con desesperación un poco de mimos.

Tal vez no quiso molestarlo. Hoseok, al verlo tan descompuesto por todo lo que bebió anoche, quizás no lo despertó y ahora estaba con los cachorros, en el comedor o en el cuarto de ellos.

Suspirando, se puso de pie y agarró su ropa interior y la bata. Podría pedirle a Hoseok que se dieran un baño en la tina, con el omega recostado contra él, como hacían cuando los niños no estaban en casa. Algo así necesitaba en ese instante.

Salió al pasillo, su ceño arrugándose más cuando vio que todo estaba con las luces apagadas y en sepulcral silencio.

—¿Hoseok? —preguntó, su tono con duda y temor.

No hubo respuesta alguna.

Fue hacia el cuarto de los mellizos, abriendo la puerta. Pudo sentir su estómago contraerse al darse cuenta de que estaba vacío, también a oscuras, y prendió las luces. Casi esperaba que, al iluminarse, viera las figuras de los niños y su esposo durmiendo, pero no fue así. Las camas de la litera estaban hechas, todo ordenado pulcramente, al igual que el resto del cuarto.

Se quedó mirando un instante la repisa que tenían, donde los mellizos guardaban esos cómics que coleccionaban. Estaba vacía.

Pudo sentir su respiración acelerarse y salió de la habitación, cerrando con fuerza. Apresuró su paso al bajar las escaleras, pudiendo sentir el pánico, el miedo.

Hoseok fue a buscar a los niños, sí, y quizás se quedaron con su padre. Tal vez su padre los invitó a cenar y a Hoseok se le pasó la hora, eso debía ser.

Encendió la luz del comedor, sintiendo la desesperación en todo su interior. Los platos sucios de la noche anterior lo saludaron, junto con una carta puesta cuidadosamente en el centro.

No. No. No.

Namjoon no fue a la carta. No iría a esa carta.

Hoseok debía estar con su padre, era eso. O con su madre, aunque eso no tuviera lógica un día normal.

Su mano temblaba cuando buscó el número de Yoongi en su celular, marcándolo una y otra y otra vez. En las cinco veces que le llamó, le arrojaba que el móvil estaba apagado o sin conexión. Entonces, decidió marcar a su padre.

Minjae contestó a los tres timbres.

—¿Namjoon? —dijo, oyéndose preocupado.

—Pásame a Hoseok —le dijo, su voz temblando—, pásamelo, por favor, por favor.

Four Seasons               [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora