Capitulo [24]

97 11 0
                                    

Para navidad, los niños parecieron aceptar que era mejor viajar que recibir algún regalo. Hoseok llevaba mucho tiempo ahorrando para eso, así que no tuvo muchas dudas en elegir un lugar ideal para esas pequeñas vacaciones: Miami.

Aunque eso no significó que iba a derrochar todo el dinero ahorrado. Al final, terminó por pedirles más días a los señores Chen para esas vacaciones, y ellos no dudaron en concedérselo. No iban a ir en avión, porque era demasiado caro para Hoseok, así que terminó por comprar pasajes en bus a pesar de que fuera un viaje de casi un día.

Navidad caería el viernes y, una semana antes, el sábado en la mañana, se instalaron en el hostal donde iban a quedarse ese fin de semana y durante la siguiente semana. Como Miami quedaba en el sur de Estados Unidos, el tiempo en esa época del año no era frío como en Nueva York. A Hoseok le sorprendió encontrarse con el sol y una temperatura más cálida, y los niños estaban encantados con eso. Durante la tarde quisieron ir a la playa.

Ryujin estaba muy entusiasmada cuando bajaron a la arena. La pequeña iba de la mano de Hoseok, que observaba a sus otros cachorros correr hacia el agua. A pesar del invierno y de que la temperatura no era tan alta, los tres no dudaron en meterse al mar y gritar por el frío del agua. Ryujin se rió.

—¡Vamos, vamos! —gritó la niña, y Hoseok la llevó a orillas del mar. A veces, la pequeña hablaba en inglés sin problema alguno, por lo que Hoseok estaba orgulloso de que aprendiera dos idiomas.

Se estremeció cuando el frío del mar mojó sus pies. Ryujin chilló también, pero comenzó a saltar en la arena, y gotas de agua humedecieron las piernas del mayor.

Jimin estaba colgado de Taehyung, riéndose escandalosamente. Seokjin se acercó dónde Hoseok, jadeando y con el cabello empapado, y tomó en brazos a la pequeña Ryujin.

—¡Noooooooooo! —chilló ella—. ¡Babo!

—¡A mí no! ¡A Taehyung! —le dijo Jin, riendo.

—¡TaeTae babo! —gritó Ryujin, y Taehyung empujó a Jimin en el agua.

—¡¿Qué demonios le estás enseñando, Seokjin?! —dijo Taehyung, ofendido.

Hoseok sonrió al verlos jugar entre ellos, tan despreocupados y alegres. Ya no eran esos niños hostiles que llegaron más de dos años atrás a Estados Unidos, que apenas hablaban con alguien aparte de la familia y que siempre andaban con el ceño fruncido. Hoseok sabía que había muchas cosas que arreglar todavía, pero sus cachorritos estaban bien, con él. Eso era lo único que necesitaba para soportarlo.

Para soportar el celo que vendría los próximos días.

Hizo un mohín al sentir dolor en esa vieja marca olvidada en su cuello. Días antes de que viniera su celo podía sentir esa sensación dolorosa que ya reconocía, en señal de lo mucho que su omega parecía necesitar un poco de contacto. Taehyung trataba de suplir el aroma alfa de la manada, pero el omega de Hoseok se negaba a reconocerlo como tal.

Mordió su labio inferior al pensar en Namjoon. A veces, su mente parecía olvidarlo y fingir que no existía, que no era real. La mayoría del tiempo, el pensamiento de su esposo lo golpeaba repentinamente, de la nada, y su mundo se desestabilizaba un momento antes de forzarse a controlarlo. Hoseok no podía permitirse quebrarse, no frente a otros. Estaba casi todo el día rodeado de gente, ya fueran sus hijos o sus jefes, y no quería alarmarlos con la tristeza en su corazón. No quería que le preguntaran cómo estaba –aunque a veces lo deseaba, por muy contradictorio que fuera–, porque eso le haría romper en llanto.

Se sentía muy agotado de todo.

—¡Mamá, ven a bañarte! —le gritó Jimin.

Parpadeó, tratando de volver a la realidad. Taehyung se salió del agua y fue hacia el bolso que llevaron, donde estaba el flotador de patito que le compraron a Ryujin. Su hijo mayor estaba inflando el juguete para que la niña pudiera entrar con ellos, aprovechando que no había tantas olas.

Four Seasons               [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora