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Las cabañas estaban ordenadas según la importancia de quienes dormirían allí, el primer par era para personas que necesitaban atención un poco más especial que los demás, e iban disminuyendo el nivel de prioridad, así que les pidieron avanzar hasta unas cabañas del fondo.

Los caminos pavimentados se hacían rampas en las entradas a las cabañas, y para subirla fue el único momento en que Quackity pidió ayuda, aunque sólo acepto cuando Roier fue hacia él.

Con eso, Spreen le dió una mirada extraña a Luzu, el castaño bajó la cabeza, con expresión triste.

Dentro, habían dos literas, y una cama particular donde estaban apiladas las sábanas, frazadas y almohadas.

No habían visto a mucha gente venir mientras esperaban a la pareja, en total, no llegarían a las veinte personas, sin contar a un par que ya estaban allí y las personas de la organización, que no eran más de diez.

A Spreen le comenzó a gustar más el lugar con eso, sabiendo que habría bastante paz, con tan poca gente, y un lugar tan bonito, comenzaba a sentirse cómodo.

Aunque lo único que arruinaba esa aura de paz que sentía, era la tensión que había entre Luzu y Quackity.

El mayor le hablaba casi con miedo, pero amable, y el chico de la silla contestaba con la menor cantidad de palabras posibles, y siempre en un tono monótono.

Sintió a Roier tocar su brazo, lo miró y el mudo le hizo unas señas.

"Luzu y Quackity" Dijo, con sus manitos.

Spreen asintió, no sabía cómo responderle, así que se acercó a su oído para susurrarle.

Averigua qué le pasa a Quackity, yo hablo con Luzu.

Roier asintió.

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