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Con el labio roto y sangrando, un ojo morado, con el abdomen y costillas adoloridas, sus pulmones buscando aire y los ojos dejando fluir lágrimas constantes, Roier sólo intentaba conseguir aire de nuevo.

Vió a los chicos destrozar su cuaderno, luego buscar algunas cosas en su mochila para luego marcharse, dejándolo allí.

Roier se permitió llorar, desahogando todo lo

que pudo.

Sintió miedo cuando la puerta del baño se abrió de nuevo, pero cuando vió quien era quiso esconderse.

- Roi- - Spreen se congeló ante lo que sus ojos presenciaban.

Roier intentó alejarse, intentó levantarse pero

sólo trastabilló.

- No, no, no, no... - Spreen se acercó hacia él haciendo que se quedará sentando en el suelo, notó cómo temblaba, con delicadeza, despacio, tomó el rostro del chico para alzarlo. Puta madre...

Roier estaba avergonzado, no quería que su único amigo lo viera así, se sentía inútil, apenas se había separado de él diez minutos y ya estaba todo magullado, luciendo horrible.

- Voy a matarlos-murmuró Spreen, levantándose para salir a romperle a la cara a unos cuantos.

La mano de Roier atrapó la tela de la remera del mayor, tirando suavemente.

Spreen se detuvo para mirarlo, aunque su estado le rompía el corazón.

Roier negó, hizo unas señar que sabía que Spreen no iba a entender, pero las hacía sólo para decir algo.

"No me dejes".

Spreen volvió a arrodillarse frente a él, y Roier lo agradeció.

Rodeó el cuello de Spreen con sus brazos, dejando su rostro sobre el hombro del mayor.

Unas lágrimas de impotencia de acumularon

en los ojos de Spreen.

Había prometido proteger a Roier, y no lo había cumplido.

Acercandose más al chico, se dignó a hacer lo único que podía.

Pasó uno de sus brazos por debajo de las rodillas de Roier, mientras el otro lo sostenía por la espalda, cargandolo de forma nupcial, salió del baño dispuesto a llevarlo a la enfermería.

mute ‹ ( sproier ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora