Capitulo 3

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Julie estaba en su cama, un poco aburrida, pero disfrutando de tener en frente alguna que otra caricatura a la vez que dibujaba con sus crayones, no era de estar siempre acostada, era más de estar siempre jugando y moviéndose de un lado a otro y sus acciones la delataban.

dibujaba un poco, se distraía por alguna que otra mosca, veía un rato la televisión y luego la cambiaba para buscar otra cosa que ver, se levantaba para buscar algo para comer oh beber y en su desesperación empezaba a llamar a sus vecinos para hablar de cualquier cosa y de vuelta recibía dulces cariños para que se recupere.

—sigo diciendo que no es para tanto, solo es un rasguño en mi frente —Julie agarró el teléfono fijo y se acercó al espejo para ver su frente donde encontraba un pequeño rasguño  que iniciaba de su chasquilla y se escondía en su cabello, fue el único daño, ni si quiera tuvo daño en sus pequeños y tiernos cuernos —querida ya hablamos de esto, te caíste de cabeza ¡desde la copa de un árbol!

Julie podía jurar que podía ver a Frank girar su cabeza muy molesto y eso simplemente la hizo sonreír y aguantar la risa.

—pero estoy bien, es lo que importa ¿no? 

Julie siguió conversando con todos, disfrutando de escuchar sus voces y dejando su imaginación volar y hacer pensar lo que estarían haciendo, Sally actuando como la gran estrella que era,  Poppy refugiándose del frío con sus lanas y asustándose por el golpeteo constante de la lluvia, Howdy limpiando su tienda... todos en sus cosas, divirtiéndose a su manera. 

Nuevamente su mente empezó a divagar y a jugar con los objetos inanimados de su casa mientras ordenaba, era un vecindario muy peculiar igual que el suyo con muchos más amigos, esta vez un nuevo residente, el señor crayón rojo conocía a la presidenta del vecindario, la señora Camelia Blanca. Le estaba dando la gran bienvenida, pero su gran discurso fue interrumpido por el teléfono que no paraba de sonar, Julie sonriente y dejando a los vecinos de su casa en la mesita central tomó el auricular y lo apego a su oído.

—¡Hola! ¡Hola! ¡Julie en el teléfono! —no escuchaba nada ni si quiera una respiración, reviso que no haya pasado llevar el cable del auricular, pero todo estaba bien y pudo confirmar una muy ligera y leve respiración tenía que apegar bien el oído y taparse el otro para escuchar —lo siento... lo siento mucho...

Era una voz femenina, muy apagada, demasiado como si le costara hablar, como si estuviera dolida, muy triste, muy sola.

—¿Quién habla? —no era la estruendosa y magnifica voz de Sally y tampoco la temerosa y protectora voz de Poppy, por lo que solo hizo que su curiosidad aumentara —te quiero mucho.

Y colgó, Julie aun tenía el auricular en su oído buscando la lógica en las palabras de esa melancólica mujer. No conocía a nadie más que a sus vecinos y a sus hermanos, por lo que su circulo de conocidos era pequeña y reconocible, pero sus palabras... su voz... era como si la conociera de siempre, incluso mejor que sus hermanos.

 a Julie no le gusta escuchar a las personas tristes, el dolor que ellos sienten siempre lo sentía como si fuera de ella y que tenía la responsabilidad de Cuidarlos y animarlos. Esa mujer que le llamó sin duda necesitaba ayuda, necesitaba que alguien la escuchara y Julie solo podía sentirse frustrada de no poder hacerlo. Eso hizo que solo empezara a llorar, sin razón aparente mientras se agarra su vientre con cuidado, debía hacer algo para calmarse y sin más que un profundo dolor fue a la cocina a comer algo dulce para poder tener algo de calma.

 Eso hizo que solo empezara a llorar, sin razón aparente mientras se agarra su vientre con cuidado, debía hacer algo para calmarse y sin más que un profundo dolor fue a la cocina a comer algo dulce para poder tener algo de calma

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Wally caminaba por su casa, tranquilo y sonriente con una lata de pintura roja, era su color favorito desde luego y hoy con una maravillosa lluvia en el vecindario le trajo la motivación para pintar.

Frente al hermoso y perfecto pintor se encontraba su lienzo, con un boceto de puras líneas qué sólo él podía entender y sin más su pincel cobró vida mientras coloreaba el lienzo. Un poco de verde, un poco de rosa, un poco de amarillo y por supuesto rojo, demasiado rojo, ese color que había conseguido era fantástico ¡era hermoso! ¡Perfecto! Y como cualquier color perfecto combinaba con todo y se mezclaba sin dificultad.

—oh Home, es sin duda una gran obra.

Wally estuvo horas, unas largas horas de las cuales no se despegaba del lienzo, mientras se podía escuchar alguien suplicar, despacio junto a los latidos de Home. Al retroceder pudo contemplar su magnífica obra, era perfecta, tal como la recordaba estaba agradecido de que en esos tres días que pasaron logró recordar y captar todo en el lienzo.

Wally dio otro paso más, sonriendo satisfecho pisando sin querer una cucaracha que buscaba alimento y refugio en el sótano de Home. Con cuidado tomo la lata de pintura roja y la tapó con cuidado a la vez que dejaba secar su obra de arte y es que sin duda su musa siempre lograba inspirarlo y  en los peores momentos, donde a llegado a pensar que no sirve como pintor, sin duda era la mejor musa que puede tener un artista.

La cucaracha aun vivía, en verdad que son difíciles de matar por ello Wally la recogió, era asqueroso ver como el interior del insecto salía por alguna parte y revolvía las patas para escapar, pero Wally nunca haría eso, un insecto tan miserable y asqueroso no debe de merodear por el vecindario, sería un daño muy grave. con el bicho en mano lo dejó dentro de un frasco de vidrio, sin nada y lo dejó en frente de él mientras se lavaba las manos para quitar todo rastro del insecto y de pintura.

—no te preocupes Home, no dejaría que otro insecto te moleste

Wally se secó las manos mientras veía los constantes fallos de la cucaracha de poder escapar del frasco, era tan pequeño y estaba completamente alterado, pero Wally no la soltó, simplemente la observó fallar una y otra vez y eso para él sin duda era divertido. Tan malherido, tan pequeño, sus llantos se escuchan de fondo, pero Wally no se movió de su asiento en absoluto y simplemente contemplo su victoria.

Nadie escapaba de Wally Darling, nadie escapaba de su vista y si lo intentaba él se encargaría de estar siempre presente. Y nunca dejaría que algún insecto perturbara la paz de Home, del vecindario, de Julie. Era molesto tener que cuidarse de insectos, siempre tan escurridizos y siempre intentando entrar a tu piel para implantar huevecillos, lo odiaba, en especial cuando dañan cosas hermosas.

 Era molesto tener que cuidarse de insectos, siempre tan escurridizos y siempre intentando entrar a tu piel para implantar huevecillos, lo odiaba, en especial cuando dañan cosas hermosas

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Jadeos y suspiros salían de sus labios, tan carnosos, tan dulces, tan perfectos. Un beso no podía bastar, ni dos, ni diez.

Las caricias tampoco bastaban, tocar su suave y dulce piel rosada, sin duda era perfecto deseaba tanto su piel que solo podía pensar en dar mordidas en esta y tironear para desprender su bella piel de la carne. Esa idea era tan tentadora, lo deseaba hacer, morder la bella piel de Julie para ver ese hermoso color rojo una y otra vez.

Sus prendas estaban en el suelo y el corsé de su amada se encontraba en este. Era hermosa, verla con sus intestinos expuestos a él simplemente era hermoso y Julie sabía que lo amaba, sabía que su amado amaba morder sus intestinos y saborear la miel mezclada con la sangre que escurría de su cuerpo.

—Te amo Julie.

—yo también te amo Wally.

El dolor no era un problema, ya no lo era desde hace mucho tiempo y es porque la atracción que tienen el uno del otro es tan fuerte que Julie solo esperaba que Wally agarre su estomago y lo lave para luego comerlo cocinado como siempre le gustan.

—¿hoy que comerás? —Julie sonreía, esperando pacientemente a que Wally agarrara una parte de su cuerpo —hoy quiero comer tu útero Julie.

Julie carcajeó mientras acariciaba la cabeza de Wally quien besaba sus senos con cuidado y cariño.

—entonces puedes hacerlo amor.

Muñequita de Miel (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora