Sin constelación

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(De cuando mi miedo a dormir era más grande que mis ganas de soñar)

El cielo ha perdido la luz,
las nubes esconden las constelaciones.
Desde el atardecer
comenzó a perder brillo.
Tengo miedo.
Los demonios de mi sombra
son cada vez más grandes.
El Sol se fue,
y ellos crecieron.

De día,
se limitan a estar bajo mis pies,
se arrastran a mi paso
y se quedan detrás.
Pero en las noches,
ellos quieren cobijarme.
Le doy paso al insomnio
hasta que llega el cansancio
y sus voces se desvanecen.

Son crueles dudas estancadas
y teorías no confirmadas,
enormes hipótesis y respuestas
que me canso de escuchar.
Cada noche y madrugada
abro por completo mi ventana
apartando a un lado la cortina.
Quiero que la Luna me alumbre,
quiero que me ayude,
pido que me salve.

Ante el desespero por aferrarme
al mínimo atisbo de claridad
cuento las estrellas
y armo las constelaciones.
Prefiero mirar hacia arriba,
el lugar al que nunca podré llegar
que hacía atrás,
donde los espectros de mis miedos
me han de esperar.

Las nubes me están torturando
y ellos se han de burlar.
No importa si enciendo la linterna,
es más la oscuridad.
Los rayos iluminan efímefamente
dejándome ver lo lento
que se han de acercar.
La luna no puede verme,
es nula la posibilidad
de que me pueda salvar.

Tengo miedo,
miedo a mi propia oscuridad.

Un girasol que no encuentra solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora