Tiempo y ansiedad

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He estado evitando escribir
Durante todo este tiempo.
No sé la razón ni porqué.
Si no vasta el dolor
O aún falta mucho por doler.
Si mis manos perdieron la inspiración
O soy yo que a las memorias no quiero volver.

Le temo al tiempo que no me establece una rutina,
Y a la rutina que me trae sorpresas.
Un minuto estuve atendiendo personas,
Y al otro, al lado de mi madre en una camilla de hospital.
Había agujas de intravenosas por todo el lugar
Y en sus brazos, marcas de piquetes.
Nunca había conocido el peligro de no encontrar una vena,
Hasta que la vi a ella, combaleciendo y siendo fuerte por una larga espera.

Debe ser agotamiento,
Ya que tengo ansiedad por el futuro,
Pues este llega en cuestión de segundos.
¿Quién seré en tres horas?
¿Quién fui hace dos minutos?
No busco rimas,
No busco prosas.
Sino hablarme en una marcha que me aflora y dejar de pensar en quién me ignora.

Amigos, yo tuve amigos.
Tan superficiales como las primeras amistades.
De esos que usas y te usan para ser felices,
Pero jamás desenmascararles.

Antes, le lloré a un amigo.
Lo extrañé con mis recuerdos,
Y ahora estos vienen completos.
He cambiado, y quien soy hoy odiaría a la versión de su pasado.
Solo cuando sueltas el cuchillo puedes ver cuánto te ha cortado.

Si volteó hacia atrás, hasta mi infancia se siente de un mundo diferente.
La niña que se recostaba en el césped,
Esa que corretean gallinas en la granja de su tía
Se siente tan lejana a mí.

Estoy creciendo, lo sé.
Ya no me duele lo que me lastimaba.
Las etapas de mi vida se marcan con muertes.
Mi pubertad fue llevada en un ataúd.
Y lo sé, al mismo tiempo que se vuelve tan raro.
Que en una persona
Se me vuelva el cambio.

Aquí vuelve la ansiedad,
¿Quien a esta etapa le marcará final?
Quien marcará este presente con nostalgia.
No basta con el gato que murió en mis manos después de tantos cuidados e incompetentes veterinarios.
Ni el perro que salvé de ser estrangulado.

Estoy divagando,
Lo sé.
Siempre he escrito lo que estoy pensando.

Y sé que lo único que he de saber es lo que no puedo frenar y no lo que puedo haber cambiado.

En mi casa hay caras felices que siempre fueron tristes,
Y aún así me mantuve cruel, ignorando.
Porque es mejor cegarse de optimismo a mantenernos cuerdos en la negatividad.

Lloró en mis brazos,
Los mismos que sintieron cómo perdía calor mi pequeño gato.
Los que no sabían levantarme cuando me estaban pisando.

Por primera ves sostuve a quien me había cuidado,
Y me da tristeza saber
Lo egoísta que antes fui
Repitiendo las acciones de los demás,
Recibiendo sin dar.

Y esto va entre lo que se me escapa.
Así que, ¿qué es lo que no sé,
Además de que mis padres son el hada de los dientes que ponían dinero bajo mi almohada?

Un girasol que no encuentra solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora