Capítulo 8.

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Tom Kaulitz.

Entonces, ¿Se ha ido?

Eloise desapareció tras los troncos de roble con una gran copa de hojas verde brillante luego de luchar con sus prendas pesadas por toda el agua absorbida, y me ha dejado.

¿De qué me he perdido? De repente estábamos en el aire, luego bajo el agua y en lo que suena un latido, Eloise me ha gritado Idiota se ha subido a Noah y se ha marchado.

¿Ahora con qué la he cagado?

Dios.

Las mujeres son tan temperamentales y bipolares. Oh vamos, hace solo minutos ambos estábamos prácticamente tocando el cielo, caímos y ella se volvió una fiera, pude ver esa mirada en su cara que pone cuando algo realmente le molesta, y lo sé por qué es la misma que pone cuando mi padre hace sus estúpidos comentarios lame botas hacia su padre, solo que en ese momento lo trata de disimular -en vano, claramente, ya que es una pésima actriz- y en este solo dejo que yo viera lo molesta que estaba conmigo, se descargó y luego huyó. Solo que yo no sabía que cosa malditamente estúpida había hecho para que ella reaccione de esa manera.

Allá ella.

No entiendo a las mujeres. Son las cosas más bonitas y vitales que he visto en mi vida, pero simplemente no puedo entender como transforman todo en algo malo. ¿Será que no le gusta el agua? Imposible, he escuchado hablarle a mi madre -y si, se puede considerar espiar, pero eso no importa- de cómo extrañaba sus clases de natación rítmica o algo así era lo que ella le había dicho, mi madre -no más que una total genia- le ofreció la piscina del patio trasero prometiendo que nos haría mantenernos -a mis hermanos y a mí- lejos de allí para que no la intimidemos, pero el cielo estaba nublado y en el pronóstico decía que amenazaba con nada más ni menos que una tormenta eléctrica, en efecto, eso sucedió, alrededor de las siete la lluvia se hizo presente, horas después los truenos sacudieron las luces haciendo que estas titilaran, eso hizo que me enterara sobre el disgusto que llevaba Eloise hacia los truenos, la encontré en la cocina mirando por la ventana como caían las gotas de lluvia, ella me lo comento; Esa noche ambos nos acostamos en el sillón y una vez que note como su respiración se alentaba y suspiraba profundamente, lo que me indico que ya estaba profundamente dormida, la tome con cuidado y la acosté sobre su cama, encontrándome con que tenía su mano fuertemente agarrada a la mía, así que me senté en el piso y la observe dormir por lo que yo creo que fueron no menos de dos horas, finalmente, yo también me dormí, me desperté con un gran dolor de cuello, pero había valido la pena, ella me dio las gracias y nadie más volvió a hablar del tema.

Por fin, decidí salir del agua e ir en busca de la señorita temperamento. Tengo que recordar que nunca se me escape aquel apodo, eso podría ocasionar la tercera guerra mundial si lo hacía.

Monte a Liz, la yegua que he escogido para el paseo. Agradezco no haber dado a Eloise la idea de montar el mismo caballo ya que me hubiera quedado varado, y tendría que caminar todo el camino de vuelta a la casa de la Abuela arriesgándome a cualquier cosa que viva allí.

Una vez en mi zona de confort identifique a Bill cepillando a una yegua, salte de Liz y con correa en mano me acerque a él.

—¿Has visto a Eloise? —por la forma en que me miro puedo decir que está tratando de controlar las ganas de reír. Me miro de arriba abajo y estoy completamente empapado, ya casi ni me molestan las prendas mojadas, pero estoy mojado y embarrado gracias al lodo que se junta en la orilla.

—Oh sí. —asintió repetidas veces y dejo de lado a la yegua mientras yo ataba a Liz con doble nudo al enrejado, no queremos que se vuelva a repetir lo del año pasado y nuevamente me echen la culpa a mí.— Estaba algo enojada, la he saludado, me ha respondido, ya sabes la señorita Inglaterra no puede no saludar, pero en cuanto pregunte por su ropa me ha dicho que le pregunte al idiota de mi gemelo. Ella esta cabreada.

Prohibida | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora