Capítulo final.
Tom Kaulitz.
“Estúpido corazón, ¿por qué está latiendo tan deprisa?”, Odiaba aquella sensación de ahogo, de nudo en el estómago.
Mi mundo se fue abajo al escuchar aquellas palabras “¿Por qué ahora y no cuando yo también lo hacía?” Retumbaban en mi oído una y otra vez. Acababa de declararme frente al amor de mi vida prácticamente.
Le seguí queriendo incluso cuando empezó a doler. Fue un total desastre, creo que me estaba poniendo un poco pálido. Eloise no me quería, maldita sea. Dicen que los ojos son la puerta del alma. ¡Pero qué alma! ¡Yo no tengo! Mi alma fue saqueada y pisoteada; gritaban y no me oían. ¡No tengo nada! ¡Inclusive las lágrimas dejaron de existir en estos ojos! Me quede así durante varios segundos, hasta que ella rompió el silencio. Dejaré mis sentimientos en piloto automático. ¿Era normal que le confesara cosas que jamás le diría a nadie más?
—Está bien —dice Eloise finalmente dejándome muy confundido.
—¿Está bien? —digo apenas audible.
—Yo también lo hago —podría decirse que Eloise no estaba de lo más comunicativo, y yo era lo suficientemente tonto como para no entender entre líneas.
—¿Hacer qué?
—Necesitarte —dice y casi puedo imaginar cómo me veo. Mis ojos iluminándose y mi sonrisa ensanchándose— Solo era una broma, tonto. La fragilidad de mi alma cuando me enamoró es impresionante, es por eso que te la entrego, haz tú lo que quieras con ella, porque en mis absurdos hábitos está siempre destruirme cuando estoy en mi estado más frágil y no quiero eso, quiero que me cuides y cuidarte, porque confío en ti y aunque nunca he procurado mis sentimientos, ten por seguro que los tuyos los cuidaré con mi vida. Está bien, quiero ir a Estados Unidos de vuelta.
Me quede observándola, pero entre más la miraba, más me era imposible no acercarme a tocarla, a explorarla con la yema de mis dedos, con la cercanía de mis pupilas, con mis labios sedientos ¡dios! este tren de pensamiento nunca se detiene. Mil veces sentí deseos de cogerle la mano, y mil veces me quede quieto, sin hacer nada. La necesito porque de no hacerlo moriré en una lenta asfixia, con mi aliento atrapado en mi garganta en espera de inhalar la hermosa fragancia de sus labios.
Me acerqué. Sentí la brisa de su respiración cerca de mi rostro, de modo que aproximadamente debía de quedar un centímetro entre nosotros. Me miró a los ojos. La agarré de la cintura y sentí que el mundo se borraba al contacto de su piel.
Nos acercamos poco a poco. Y nos besamos, suave y tiernamente. Sus besos eran suaves como alas de mariposa. Ese fue el momento que cambió nuestras vidas. Porque, con la persona adecuada los besos tienen a veces poder curativo.
—Supe en el segundo en que te conocí que había algo en ti que yo necesitaba. Resulta que no era algo en ti en absoluto. Eras solamente tú —dije sobre sus labios, y nos fundimos en un beso apasionado después de desearlo cada día desde el momento en que me aleje de Eloise.
Fue ahí cuando me di cuenta que ya no quería conocer a nadie más. No la quería para ser solo besos, no la quería para ser solo risas. No la quería para ser solo minutos, la quería para ser momentos, para ser alegrías, la quería para ser historia. He luchado y sufrido tanto que merezco algo entero, intenso, indestructible.
“A veces las personas tienen que separarse, para darse cuenta lo mucho que tienen que juntarse.”
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Prohibida | tom kaulitz.
FanfictionEn la vida me han prohibido un millar de cosas, pero lo peor es cuando conoces al amor que potencialmente puede llegar a ser el de tu vida, y te lo prohíben. Lo prohibido es adicción, todo el mundo lo sabe. Novela adaptada.