Tom Kaulitz.
Las palabras de Stacy me habían hecho reaccionar, tendría que ir a buscar a Eloise a Londres, pero también antes tendría que haber hecho muchas cosas, antes de que ella se marchase, tendría que haberle dicho cuanto la quería y no precisamente del plan “amigos”, tendría que haberme hecho notar por ella. Incluso mucho antes de que ella llegara a mi vida tendría que haber hecho muchas otras cosas, tendría que haber seguido con mis estudios universitarios, tendría haber delatado a mi padre, tendría que haber alejado al señor que se hace llamar mi padre de toda la familia, y no hice nada de esas cosas.
Mi vida se basaba en cosas que tendría que haber hecho y no hice. Entonces, ¿Por qué tendría que ir a buscar a Eloise a Londres cuando fue ella quien me alejo, quien se alejó de todo esto? Stacy me había dado una respuesta muy simple a ello, había dicho:
“—Porque cuando uno mira a una persona con el amor reflejado en los ojos, una sonrisa en los labios y el corazón latiendo como el trote de un caballo, se sabe que ese amor es real. Y tú, mi querido amigo Tom, estás enamorado de Eloise, tienen un verdadero y largo amor por delante como para desperdiciarlo de tal manera.”
No sabía si realmente el amor que tenía por Eloise iba a soportar todo un océano de por medio, o si siquiera iba a ser duradero y que valiera la pena, lo único que sabía era que si seguía tirando la ropa sobre la valija toda arrugada, luego no la podría cerrar. Y creo que estaba haciendo demasiado ruido abriendo y cerrando las puertas del placar ya que Bill apareció en la puerta de mi habitación con el rostro somnoliento.
—Hermano, son las cuatro de la mañana —él se refregó los ojos y yo a penas le presté atención a lo que decía. Mire de reojo la maquina rectangular que marcaba los números digitalmente en rojo. El reloj marcaba exactamente las cuatro a.m— ¿Qué haces?
—Me largo a Londres —dije mientras guardaba las últimas prendas en la maleta negra.
—¿Y piensas ir nadando? —su pregunta me dejo confundido, tanto que me di vuelta y lo mire como si estuviera loco.— Los aviones paran a las once de la noche, Tom. Tendrás que esperar.
—Maldición —murmure. Lo había olvidado por completo. Cerré la maleta cuando ya acabe y me senté en la cama, resignado, tendría que esperar quién sabe cuántas horas. Mire a mi hermano quien estaba con una gran sonrisa en la cara— ¿Qué?
—Así que has decidido ir a buscar a Eloise —él se acercó a mí y me palmeo la espalda— ¿Qué piensas hacer con el viejo? —dijo refiriéndose a mi padre.
—Nada, soy mayor de edad, puedo hacer lo que quiera —me encojo de hombros.
—Lo sé, pero él no quería que estemos con Eloise —recuerda, sentándose en el borde de la cama.
—Supongo que tendrá que aceptarlo —digo indiferente a lo que mi padre pueda pensar de eso, en un principio no sé qué me detuvo mostrarme con ella, pero eso que en algún momento me detuvo ya no lo hará más.
—Así se habla, engendro —él me mira con orgullo reflejado en sus ojos— Ahora, basta con el ruidito y a dormir. —diciendo esto, se larga de mi habitación.
Y yo pienso lo mismo; a dormir que mañana será un largo día.
(...)
A la mañana siguiente cuando me despierto luego de unas largas siete horas de descanso, lo primero que veo al abrir los ojos son las maletas apiladas en un costado de la habitación y sonrio, lo más probable era que la mañana siguiente me despertará en Londres, y eso me hizo sonreír.
El familiar olor del capuchino se coló por mis fosas nasales y me lleno de un hambre voraz, no recuerdo siquiera que fue lo último que comí, recordaba que había tomado unas cuantas latas de cerveza pero no recuerdo si es que había comido antes de eso, a juzgar por mi dolor de cabeza suponía que no había comida nada, pero quien sabe.
Baje las escaleras de a dos tropezando algunas veces sin llegar al suelo por suerte. Toda la familia se encontraba reunida en la barra de la cocina, incluso estaba mi padre quien comía apresuradamente una tostada, quizás porque ya llegaba demasiado tarde a su preciado trabajo. Mi madre me saludo calurosamente cuando me vio entrar a la cocina, no sé si recalcarlo pero no había ido a la cocina por algunos días luego de la ida de Eloise. También le salude, ella no pudo evitar regañarme por no tener nada de calzado en los pies y yo le dije que ya estaba grande para sus regaños, me entrego mi desayuno diciendo para ella siempre iba a ser su bebé.
Mi padre se estaba por levantar de la mesa cuando Bill me pateó por debajo de la mesa, lo mire e inmediatamente supe lo que me decía. Realmente no sabía si era el momento correcto para anunciar mi viaje, pero luego cuando mi padre regresara a casa yo ya estaría en el avión rumbo a Londres. De todos modos, no daría tiempo suficiente para que la guerra se desate del todo, mi padre estaba apurado por que llegaba tarde a su trabajo por lo que no se daría el lujo de decirme su negativa.
—Espera —le dije a mi padre tomándolo del brazo, él me miro fulminándome cuando sin querer arrugue su inmaculado traje. Por suerte, sus miradas ya no me afectaban— Quiero anunciarles algo —dije y el me miro con mayor atención, mi madre quien estaba al lado de Bill me miro con curiosidad y Bill me ánimo con la mirada a soltarlo— Me iré a Londres, iré a buscar a Eloise —dije lo último mirando a mi padre, esperando su reacción.
—¿Cómo es que dices? —pregunta desconcertado mi padre, su rostro tiñéndose de rojo puro.
—Lo que acabas de escuchar —dije con el mismo tono que él me habló.
—Eso es genial, Tom —dice mi madre con una gran sonrisa, claramente tratando de calmar las aguas.
—¿Cómo dices eso, mujer? No se puede ir —espeta mi padre mirando a mi madre con una de sus miradas odiosas. Mi madre lo mira como nunca lo ha hecho con nadie, frunce el ceño y sus ojos se oscurecen.
—Creo que es genial que Tom se decida por ir a buscar a la persona que ama —dice mi madre calmadamente a mi padre. Al escuchar sus palabras me sonrojo levemente.
—No, no iras a buscarla Tomas —dijo mi padre ignorando las palabras de mi madre— No es buena para ti, ni tú para ella.
—Eloise es una mujer genial, amable y fina, creo que es perfecta para nuestro hijo —dice mi madre. Ya entiendo porque mis hermanos no presentaron sus novias a mi padre.
—He dicho que no y es no.
—No puedes decirme que hacer, soy mayor de edad y lo he decidido —digo con rencor mirándolo, quemándole con la mirada. Él mira el reloj impacientemente, está clara que está enojado porque llegara más tarde de lo esperado a su trabajo.
—Tú y yo luego hablaremos —dice señalándome, él da la vuelta y se va, cerrando la puerta tan fuerte que rebota contra el marco, haciendo un estruendoso ruido.
Ha sido más fácil de lo que había esperado.
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Prohibida | tom kaulitz.
FanfictionEn la vida me han prohibido un millar de cosas, pero lo peor es cuando conoces al amor que potencialmente puede llegar a ser el de tu vida, y te lo prohíben. Lo prohibido es adicción, todo el mundo lo sabe. Novela adaptada.