Capítulo 13.

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Eloise Jones.

Tom ha estado dentro del despacho de su padre horas, finjo concentrarme en las noticias que están dando por la televisión, pero me es imposible. Un raro presentimiento –más malo que bueno– se centra en el centro de mi pecho causándome dificultad al respirar. Sé por Tom que su relación con su padre es más que complicada, nunca tuve por que pedir que me explique por qué se lleva mal con su padre, de hecho lo comprendo, digamos que paso por la misma situación, mi relación con mi padre –o la carencia de ella– es muy mala. Él nunca se encuentra por casa, cuando vivía en Inglaterra, y cuando lo hacía daba alguna estúpida excusa de que tenía algún trabajo súper importante esperando en su despacho, luego se encerraba allí hasta que fuera lo suficientemente tarde como para que yo me encontrara dormida, lo he escuchado subir las escaleras cansadamente y luego asomarse por mi puerta para ver si me encuentro dormida, pero no lo puedo culpar por eso. Luego de la muerte de mi madre ambos hemos quedados perdidos, ella siempre fue la que unió la familia con sus fiestas de cumpleaños, luego de su perdida ya no se festejaban los cumpleaños, a veces siquiera se mencionaban, el solía pasar el suyo encerrado en su despacho o en algún otro país, y yo –obligadamente– salía con mis amigos. Entiendo por qué no quiere pasar tiempo conmigo, le recuerdo a ella, el dolor es incontrolable y el parecido insoportable. Hasta yo misma sufría cada vez que me veo al espejo y puedo ver a mi madre en mí, en mis ojos, los mismos ojos grises que ella tenía, los mismo ojos grises que nos miraron con amor antes de cerrarse para siempre, eso era bueno, mi madre estaba aquí conmigo, pero luego recuerdo que es solo una alucinación mía, que ella no está aquí y nunca más lo estará, y duele, mucho. Pero con el tiempo yo he aprendido a serle indiferente al dolor que me provoca ser tan parecida a mi madre, hasta he llegado a odiarlo. Solo, lo único que espero es poder ser por lo menos la mitad de mujer que ella fue, y si en algún momento me encuentro enferma espero poder luchar hasta el final, como lo hizo ella.

Listo, me he cansado de esperar, la curiosidad me carcome y necesito alimentarla en este momento, antes de que me coma a mí. Me acerco sigilosamente hasta la puerta. Maldición, que estoy haciendo. De pronto las sombras de mi pasado me asechan 

“—Una verdadera dama no maldice, ni espía conversaciones que no le incumben, Eloise. Y siéntate derecha que pareces un neandertal.”  Suspiró frustrada. 

Estoy en un continente diferente.

Con una familia diferente. 

Y una yo más diferente de lo que alguna vez pensé ser. 

Una pequeña miradita por el cerrojo no hará daño a nadie, ni siquiera sabrán que estuve merodeando por allí, será mi pequeño y sucio secreto. Pego suavemente mi oreja a la puerta y me siento como las señoras que miran detrás de sus persianas. No se escucha nada, en cambio de eso me imagino a Tom y su padre dedicándose miradas glaciales a morir. 

—Inglaterra, no deberías oír a través de las puertas. —salto por la sorpresa y me giro para ver a un Lukas burlón detrás de mí. 

—Es una costumbre universal. —digo. El asiente divertido por la vergüenza en mi rostro.— Pero creo que los norteamericanos son los peores. —trato de cabrearlo. 

—Suerte que soy Alemán. —dice con una sonrisa burlona. Maldición. Este chico tiene una gran capacidad para cabrearme. 

—No te preocupes, ustedes también están en la tabla. —ruedo los ojos.—Justo por encima de Inglaterra. —él ríe y niega con la cabeza siguiendo por su camino, pero antes de darle la vuelta al arco que dirige a la cocina se gira a verme.

—Diría que las paredes son a prueba de ruido, Inglaterra.

—Ya lo sabía. —digo rápidamente. ¿Qué? No, claro no lo sabía. El ríe y sigue su camino musitando un “Seguro” Una vez que se ha ido me dirijo nuevamente al sofá negándome a ser nuevamente pillada. 

Prohibida | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora