Eloise Jones.
Tal y como lo había prometido en mi cabeza, había llamado a mi padre y había hablado con él hasta que finalmente accedió a que me quede con una tía que hacía años que no veía, ya que era hermana de mi madre y me he estado separando cada vez mas de mi familia materna, la cual vivía en el sur de Inglaterra. No era mi querido y bello Londres, pero era Inglaterra y eso era lo único que me importaba en estas circunstancias.
La ultima prenda fue lanzada a la maleta solo minutos antes de que Lukas toque a la puerta de la que pronto seria mi ex habitación y me diga que ya todos se encontraban reunidos en la sala, tal y como lo había pedido. Yo le di las gracias indicándole que en un minuto bajaba y cerré la puerta detrás de él.
Todo era tan extraño, no hace más de un mes que llegue a Chicago, el cual a pesar de sus diferentes modalidades y ciudadanos que muchas veces podían ser groseros o incluso vulgares, lo extrañaría, definitivamente extrañaría Chicago.
Extrañaría la brisa calurosa de verano que regaba mi cabello, o el roció que cada mañana estaba en el césped. Extrañaría maldecir, en especial cuando iba a sacar el correo y olvidaba calzarme algo.
Le tendría que decir adiós a la sensación del césped mojado acariciando la planta de mi pie, le tendría que decir adiós a decir lo que realmente pensaba, incluso si eso contenía maldiciones que mi padre consideraría inauditas, adiós a hacer lo que me plazca y hola nuevamente a las reglas formativas.
Y hasta luego o siempre a la familia Kaulitz que me acogió entre sus brazos mientras mi padre se encontraba en quién sabe dónde haciendo quien sabe qué. Me acogieron sin razones ni beneficios, y me hicieron sentir como en casa por meramente humildad. Extrañaría a todos y cada uno de ellos. A Lukas y Bill con su “señorita Inglaterra”, haciendo sus bromas pesadas que muchas veces no causaban ni una pizca de gracia, pero aun así los apreciaba. A la señora Kaulitz, Simone como ella siempre insistía en que la llame, por sus comidas caseras y deliciosas que preparaba todos los días. Extrañaría hasta al señor Kaulitz con sus caras de mala leche a todas horas. Pero a quien más extrañaría era al Kaulitz mayor, Tom, quien me enseñó a serle indiferente a las reglas y me enseñó a vivir la vida tal y como era porque quizás mañana ya no estaría.
Suspire y mire a lo largo de la habitación revisando sinuosamente si no olvide algo de sumo valor guardar en la gran maleta.
Cuando finalmente estuve preparada mental y psicológicamente para salir de la seguridad de las cuatro paredes de la habitación, mi celular vibra en el bolsillo trasero de mis jeans, en la pantalla se dibuja el nombre de mi padre y rápidamente presiono el botón de atender.
—Hola —musito por el auricular esperando escuchar la voz de mi padre.
—Señorita Eloise —dice la voz de Stephanie, ella es la secretaria de mi padre desde que tengo memoria y es de suma confianza por lo que no sé por qué aun me sigue llamando con el formal “Señorita” delante de mi nombre.
—Oh, hola Stephanie —murmuro algo sorprendida.
—He llamado a la aerolínea y he sacado el pasaje más cercano hacia Inglaterra —dice ella con su usual todo de autosuficiente— Mañana a las once a.m.
—Muchas gracias, Steph —digo y antes de que me de cuenta, ella ya ha finalizado la llamada.
Cuando la llamada finaliza me armo nuevamente de valor y abro la puerta.
En la sala se encuentran reunidos toda la familia completa, tal como había dicho Lukas cuando toco la puerta de la habitación. El señor Kaulitz sorprendentemente se encuentra en la casa, sentado en el sillón de un cuerpo con cara completamente seria, como de costumbre. Simone se encuentra apoyada en el apoya brazos del sillón de su esposo, acariciándole cariñosamente el hombro. Y los hermanos Kaulitz se encuentran sobre el sillón largo.
Todos con cara de intriga.
—¿Sucedió algo, Eloise? —Simone me pregunta maternalmente, la preocupación filtrándose en su rostro. Si tan solo supiera…
—Yo… —digo. Imposible de hilar toda una oración completa.— Volveré a Inglaterra —la habitación queda en un gran silencio.
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Prohibida | tom kaulitz.
FanfictionEn la vida me han prohibido un millar de cosas, pero lo peor es cuando conoces al amor que potencialmente puede llegar a ser el de tu vida, y te lo prohíben. Lo prohibido es adicción, todo el mundo lo sabe. Novela adaptada.