Capítulo 10.

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Eloise Jones.

Las paredes eran de un amarillo crema por fuera, y tenía una gran puerta doble de un marrón llamativo, ¿Acaso existe eso?, el color claro del amarillo desgastado -claramente- hacia contraste con el marrón fuerte de la puerta la cual tenía un agujero en cada puerta, ¿Ventanas?, Quizás. Y finalmente un gran cartel unos treinta centímetros por encima de las puertas que dice en letras negras y gruesas “JOE’S KICKBOXING”

Mire a Tom quien también me está mirando, midiendo mi reacción quizá, el me mira profundamente, y me sigue mirando esperando que diga algo creo yo, pero su mirada dice más que eso, es como la mirada de siempre que tiene Tom, esa que dice Cuéntame todo mientras su boca dice Tranquila, no te presiono. Vamos a tu ritmo” ¿A quién creerle? ¿Debería salir corriendo? Pero Tom no quiere hacerme daño, así que me relajo contra el asiento girando mi cabeza perezosamente hacia Tom. Él rueda los ojos haciéndolo obvio, si claro, ya sé que estamos en un gimnasio, no me refería a eso.

Tom se baja del auto dejando que la brisa veraniega azote por completo su cuerpo desordenando sus prendas, lo rodea y sin hacerlo obvio me abre la puerta, le doy las gracias y me bajo del auto. Él toma mi mano y yo no pongo resistencia, juntos caminamos hacia la puerta, trato de ver por las ventanas, pero lo único que veo es mi reflejo, han de ser esos vidrios que no se pueden ver hacia dentro, Tom ríe y yo lo fulmino con la mirada, entonces el levanta las manos sin soltar la mía en forma de rendición. El empuja la puerta y me permite el paso. Dentro es todo maquinas, hombres sudorosos levantando pesas o golpeando bolsas y chicas en la caminadora.

Ya dentro un chico de cabello cobrizo, ojos verdes brillantes y una nariz pequeña y curveada se nos acerca a nosotros luego de haberle dado una botella de agua a una chica demasiado pelirroja para ser verdad con sus ojos de un marrón brillante y su sonrisa de estoy enamorada de ti ¿es que no te das cuenta?, entonces recuerdo el nombre del gimnasio, el parecer el que dirige todo esto, pienso que puede ser Joe, ¿Acaso este no es el kick boxing de Joe?, el chico es todo músculos y esteroides, una carne fresca debo decir, pero no es mi tipo, me gustan los tipos altos y solo un poco musculosos, de rasgos finos, como si hubieran sido esculpidos a mano, que me protejan y me acepten como soy, así tan exageradamente británica, como Tom, maldición ¿Yo he dicho eso? Olvidemos a Tom. Volviendo al supuesto Joe, él sonríe exageradamente mientras toma un impulso y se cuelga del cuello de Tom, él se desequilibra, me doy cuenta por la presión que aún tiene mi mano, y lo suelto antes de que yo me vaya al piso con ellos. Y los miro desde arriba mientras ellos se revuelcan y se golpean mientras ríen. Cuando finalmente terminan su espectáculo del que todos los que se encuentran en el gimnasio son espectadores, me mira y yo levanto una ceja en su dirección.

Levantándose y sacudiéndose me mira y dice.— Eloise, él es Joe, Joe ella es Eloise.

Le dedico un asentimiento de cabeza al tal Joe. Touché. Él me sonríe y su sonrisa se extiende por toda su cara, entonces me quedo estática cuando planta dos besos en mis mejillas. Tom se aclara la garganta.— Joe es español. —asiento entendiendo.

—Oh, lo siento. —dice Joe tocando mi hombro.

—No hay problema. —digo, su rostro se ilumina y dice.

—Por tu acento eres... —él espera a que yo termine la frase así que rápidamente musito “Inglaterra”. Se vuelve a Tom.— ¿Lo de siempre, Tom?

—Dejare que Eloise mire como entreno. —dice, Joe asiente y nos deja ir. Tom toma mi mano y me guía hasta la parte de atrás del gimnasio. Allí hay una gran bolsa para golpear como las de las películas, de cuero negro y rojo, y se pueden ver las costuras de hilo blanco por lo que pienso que en cualquier momento la bolsa se puede abrir.

El saca unas bandas de tela blanca de su bolso y empieza a enrollárselas en los nudillos, en la mano derecha se le complica, así que lo ayudo en silencio.

—¿En qué piensas? —me susurra por la cercanía. Su aliento choca contra mi cara.

Miro a mi alrededor y digo.— Me trajiste a un lugar donde vuela testosterona. —Tom ríe a carcajadas y levanta una ceja imitando como yo lo hice.

—¿Debo estar celoso? —dice riendo.

—Deberías. —digo bromeando. Golpeo su hombro y el ríe. Finalmente termino de enrollar sus nudillos. Ahora están mullidos y a salvo de los golpes.— ¿Peleas?

—No, solo entreno. —dice tomando el hilo por donde cuelga la bolsa.—

Sonríe con su sonrisa de marca registrada y niega con la cabeza riendo. ¿Qué pensara? Y en un latido Tom toma su remera y la tira sobre su cuello dejando ver sus abdominales. Trato de sacar la erótica imagen de Tom empujando su remera hacia arriba. Yo no soy así, ¿Qué me está pasando?

—¿Practicas kick boxing? —pregunto tomando la remera que Tom acaba de tirar al suelo, la doblo correctamente y la dejo sobre la banca.

—No realmente. —me confunde.

—¿No es este el famoso Kick boxing de Joe? —bromeo levantando una ceja. El ríe mientras se cuelga de la bolsa.

—Oh, ¿Has oído hablar del? —bromea también.— Este lugar es del padre de Joe, el accedió a que Joe enseñara Kick boxing a pesar de que no fuera su favorito. —él señala a Joe con la cabeza, miro hacia atrás, él le está enseñando a una chica demasiado menuda como patear a otra yendo directamente a la yugular.— En una pelea Joe cambio el nombre del lugar y solamente no volvieron a como estaba.

—Entiendo por qué. —él me mira con curiosidad.— Joe atrae a la población femenina, la población femenina atrae a la población masculina. —me encojo de hombros.— No es la gran ciencia.

Él levanta una ceja y me mira, el calor sube por mi cuello ¿He dicho que Joe es atractivo? Bueno, lo es, pero nunca lo admitiría frente a Tom. Trato de sacar la atención en mí.— ¿No vas a golpear el saco?

El asiente y me da la espalda. Agradezco eso. Empieza vagamente a golpear el saco, rápidamente se pone un ritmo y lo sigue sin problemas. Veo los músculos de su espalda expandirse y contraerse a medida que da cada golpe, yo misma marco el ritmo de sus músculos en mi mente. Se expanden, se contraen, gira el cuello y me mira, así consecutivamente.

Veo las gotas de sudor cayendo por su frente, se nota cansado, pero no para. Me acerco a él con miedo a que se caiga en cualquier momento.— Vamos a tomar agua, te estas deshidratando.

Tomo su brazo y lo guió hasta la máquina de sodas, en el camino nos encontramos con Joe, quien niega con la cabeza como si esto pasara seguido. ¿Acaso Tom no conoce su límite?

—Agua, Coca, Sprite. —menciono las opciones para Tom mientras meto un billete por la ranura.

—Agua. —musita. 

Asiento apretando el botón correspondiente al agua y esperando a que esta caiga. La tomo y se la entregó a Tom ya destapada. 

—Ni creas que te salvas de esta Tom.

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Prohibida | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora