02 | "𝐶𝑎𝑓𝑒, 𝑐𝑎𝑓𝑒 𝑦 𝑚𝑎́𝑠 𝑐𝑎𝑓𝑒"

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Desperté y mi día ya estaba arruinado por ese simple hecho. Iba tarde al trabajo, otra vez. Y para colmo llevaba unos 6 días sin descanso, en estos días mi alimento se ha basado en snacks y cientos de litros de café para mantenerme activa, dormía dos malditas horas al día y parecía un zombie. Creo que esto de estudiar derecho y tener un trabajo no me está haciendo muy bien.

Sali de mi casa vistiendo lo primero que encontré, me puse un suéter 4 tallas más grande, un pantalón estúpidamente grande y unos tenis converse, ah claro, sin olvidar el peinado que traia y las ojeras que ocupaban sin exagerar la mitad de mi rostro. Parecía una auténtica universitaria.

Como buena adicta a la cafeína antes de irme al trabajo pase a mi cafetería favorita. Apenas entre en olor a cafe del lugar me hipnotizo, el café es mi kryptonita. ¿Cuántas veces he dicho café en la misma oración? da igual, aún no las suficientes.

— Hola Ann! ¿Lo mismo de siempre? — Pregunto amable la dueña de la cafetería. No se si me da orgullo o pena que me conozca tan bien.

— Hola Lili, si, muchas gracias. — le sonreí. Asintió y fue a preparar el café.

Mientras esperaba mi pedido observaba el lugar, lo hogareño que se siente este negocio siempre me enamorara.

Finalmente me lo entrego, le pague y salí rápidamente a tomar el autobús. Gracias a dios llegue a tiempo al trabajo, bueno, con 13 minutos de retraso. Con suerte David no se dará cuenta y saldré viva de esta.

Al llegar al estudio me fije como una loca de que nadie me viera, de seguro la gente de la calle estaría llamando a la policía porque una loca vestida de vagabundo estaba rondando un estudio de grabación.

Gracias a mi paranoia me fije que David no estaba, y entre mucho más tranquila y saboreando mi delicioso café.

Apenas abrí la puerta del lugar sentí a alguien viéndome, estoy muerta.

—¿Llegando tarde otra vez? muy mal siri.— me dijo el chico de rastas frente a mi.

—Aún no entiendo porque me llamas siri.

—¿Qué no es muy obvio? Siri hace lo que le pido porque es mi asistente, igual que tú.— hizo énfasis en el "tú" y me golpeó con su dedo en la frente, evidentemente de broma.

Ahora que he convivido un poco más con Tom (una semana) no me dan ataques de nervios si se me acerca o me toca... bueno, eso sonó mal... saben a lo que me refiero. Ahora logro ver a Tom como mi jefe, y no como el famoso Tom Kaulit guitarrista de Tokio Hotel, me pasa lo mismo con los otros, logro verlos como personas "normales", no como artistas famosos, gracias a Bill, el me ordenó que los tratara como amigos... aun se me dificulta, pero de a poco lo he logrado.

—Supongo que tiene sentido.— Levante los hombros y me reí.

Sin decir más pase por su lado y fui a firmar mi llegada.

Camine hasta la sala donde acostumbran a estar los chicos y tome mi respectivo lugar con mi libreta para anotar lo que sea que me digan.

—Buenos días solecitos!— entro Bill bastante alegre.

—¿Y a ti que te pasa?— pregunto Georg

—¿No puedo estar alegre por qué si? La vida es linda!

—No, no lo es.— dijo Georg nuevamente, pero que pesimista estaba hoy.

—¿Pero y a ti que te pasa?— Le dijo Gustav que al igual que yo estaba consternado con la mala cara de Georg.

—Ann esta aquí, sería incómodo decirlo.

—No se preocupen por mi, no escuchare nada.— tome mi libreta y estaba por salir cuando Georg me lo impidió.

Be mine ; Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora