22 | "𝑖𝑚𝑏𝑒𝑐𝑖𝑙 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑡𝑎𝑛 𝑏𝑜𝑟𝑟𝑎𝑐ℎ𝑜..."

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Desperté gracias al ruido de una puerta cerrándose, carajo, me quedé dormida en el sofá. Me levante y espabile como pude, me encantaría poder ir y tirarme en mi cama a descansar, pero por varias razones las cuales creo obvias eso no es posible.

Mientras tomaba mi celular para ver la hora lo vi, vi la imagen más perfecta del mundo, una imagen que ni es mis más oscuros pensamientos sería capaz de imaginar, era Tom, sin camisa, con la toalla amarrada a la cintura y empapado por completo... voy a desmayarme.

Creo que no paso para nada desapercibido que me lo estaba comiendo con la mirada. — Cierra la boca, que se te cae la baba. — soltó una risa.

— Parece que ya estas recompuesto ¿a que hora te vas? — me voltee nerviosa.

— ¿Para que irme? podemos disfrutar un poco antes de entrar a trabajar... — se acercó lentamente con una sonrisa malévola.

— Aún estas borracho, piensa bien lo que haces... — lo apunte y me aleje un poco, la simple presencia de este hombre hace que mis piernas tiemblen como gelatina.

— Estoy pensando más claro que nunca. — se acercó más finalmente tirándome al sofá y quedando prácticamente encima mío

¿Hola? esta semidesnudo, y yo al borde de un colapso, probablemente es porque toda la sangre de mi cuerpo se fue a mi cara.

— T-Tom... — dije en un hilo de voz, apenas podía hablar.

— ¿Si, Ann? — me sonreía el muy idiota.

— Aléjate.

— Mmh, nah. — una risita más y junto sus labios con los míos.

Era un beso realmente incomodo, yo no quería besarlo, lo quería lejos. No engaño a nadie ¿o si?

Unos segundos más y finalmente cedí, dios santo no tengo ni una pizca de voluntad propia, ni mucho menos respeto y dignidad por mi misma.

Me deje llevar un poquito por la situación, de un momento a otro estaba yo sentada en el regazo de Tom mientas el devoraba mi cuello, saben, yo elijo creer que esto es un sueño, porque si no...

Sentía como Tom besaba mi cuello, mi clavícula y todo lo que mi escotado vestido dejara a la vista, se separo unos momento y no perdí el tiempo, atrape sus labios nuevamente en un beso, un beso de deseo, siendoles sincera, no creo que en estos momentos sea capaz de controlar lo que pase a continuación.

Unos segundos más besándonos y sentí algo, algo abajo de mi... oh no.

Lo mire, me miró, lo volví a mirar con los ojos terriblemente abiertos y el se escondió en mi cuello.

Me moví un poco, quería comprobar que era lo que yo creía, apenas me moví sentí como soltó un bufido, si, si lo es, este maldito idiota tuvo una erección.

No lo culpare, no estudio medicina pero se que eso no sucede por voluntad propia, y también se que no pueden controlarlo, ahora la pregunta es ¿que hago? de una forma u otra yo lo orille a esta situación, debería ... ? no, no podría hacer eso ¿con las manos tal vez? no, no.

Nunca lo menciono ya que no tengo que hacerlo, pero soy virgen y aja ¿que se supone que haga con ESO?

Finalmente Tom noto mi nerviosismo y decidió hablar. — ¿Todo bien? — ¿TODO BIEN? si Tom, estoy excelente ¿y tú?

— No.

— Que sincera. — estaba por hablar cuando me tapo la boca. — y así me gustas. — insisto, convivir con este hombre es un constante riesgo hacia mi salud.

— Perdón, yo no sé... — mire hacia abajo y me avergonze aún más.

Tomo mi mentón con su mano y lo elevo para quedar mirándonos. — Oye, esta bien, no es tu culpa.

— Pero yo fui la que... — me volvió a tapar la boca.

— No es tu culpa. — lo mire con cara triste, me sentía avergonzada y mal por no poder hacer nada por el, espera ¿que? si tan solo hace un par de horas lo odiaba, ni quien entienda mi estúpido corazón de pollo.

— ¿Y que harás? — note lo inútil que fue mi pregunta.

Me tomo de la cintura y me dejo a un lado, creo que no me había dado cuenta de lo bien que se sentía estar encima de el, y si, lo digo por ESO, no tengo una vida sexual muy activa y eso se sentía horriblemente bien.

Estaba por pararse cuando lo detuve, quería ayudarlo, como fuera.

— Si quieres yo puedo ¿ayudarte? — Dije muy avergonzada, no puedo creer que acabo de decirle eso a mi jefe..

Sonrió juguetón. — ¿Ah si? ¿y como lo harás? — no tengo idea.

En ese momento me retracte de mis palabras ¿por qué dije eso?

Agache la cabeza. — No... No lo sé. — suspire.

Lo escuche reír bajito. — Yo puedo solucionarlo solo, y gracias por la oferta, no lo olvidare. — me guiño un ojo y volvió al baño, VOLVIO AL BAÑO.

Ahora estaba yo, ahí, en el sofá, con las hormonas más alboratadas que un niño de 13 años que acaba de descubrir la pornografia, mientras el rey Tom estaba masturbandose en lo que vendría siendo mi baño, se esta masturbando en MI BAÑO, ya no puedo más.

Este momento y esa imagen mental no se borraran nunca de mi memoria, jamás.

Be mine ; Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora