Los Gemelos Jackson y el ladrón del rayo

Grover pierde sus pantalones

Advertencia: uso de lenguaje inapropiado en este capitulo.

Andy

Ahora de la confesión: Abandonamos a Grover tan pronto como llegamos a la estación de buses.

Ya sé, ya sé. Eso fue grosero e irresponsable. Pero Grover nos estaba asustando, miraba a Percy como si fuera hombre muerto y murmuraba, "¿Por qué siempre pasa esto?" o  "¿Por qué siempre tiene que ser en sexto?".

Como sea, el punto es que cuando se pone nervioso su vejiga entra en acción. Por lo que no nos sorprendió que, cuando llegamos nos hiciera prometerle que lo esperaríamos y luego corrió a los baños. En vez de eso, Percy y yo recogimos nuestras maletas y nos subimos al primer taxi que vimos.

-Este, ciento cuatro y la primera-le dijimos al conductor.

Unas palabras sobre mi madre antes de que la conozcas. Su nombre es Sally Jackson y es la mejor persona del mundo, lo que confirma la teoría de mi hermano sobre que las mejores personas siempre tienen la peor suerte. Sus padres murieron en un accidente de avión, cuando ella tenía cinco años y fue criada por su tío, quien no le prestaba mucha atención. Quería ser novelista, así que paso la mayor de la secundaria trabajando y ahorrando dinero para una universidad, que tuviera un buen programa de escritura creativa. Después su tío se enfermó de cáncer y ella tuvo que abandonar la escuela en su último año, para cuidarlo. Luego de que él falleciera, se quedó sin dinero, sin familia y sin diploma.

Su único descanso, fue cuando conoció a nuestro padre.

Ninguno de los dos tenía recuerdos de él. Veras no estaban casados. Ella solo nos contó que era un hombre rico e importante y que su relación era un secreto. Un día, él tuvo que irse a un viaje por Atlántico, y jamás volvió. Perdido en el mar, decía mamá. No muerto, solo perdido en el océano.

Tuvo que hacer trabajos pesados, tomar clases nocturnas para obtener su diploma de secundaria, al mismo tiempo que nos criaba sola. Nunca se quejó o se enojó, pero sabíamos que no éramos niños fáciles.

Al final termino casándose con Gabe Ugliano, quien fue simpático los primeros treinta segundos y después mostro su verdadera identidad, un imbécil de primera. Cuando éramos pequeños, Percy y yo lo apodamos "Smelly Gabe". Juraría que podía olerlo desde una milla de distancia. El tipo olía a pizza rancia y calzoncillos de gimnasio. 

Entre los tres le hicimos la vida imposible a mamá. La forma en que Smelly Gabe la trataba, lo forma en que él y nosotros nos llevamos. Cuando llegamos a casa es un buen ejemplo.

Entramos en nuestro pequeño departamento, deseando que mamá ya hubiera regresado del trabajo En lugar de eso, Smelly Gabe estaba en la sala, jugando póker con sus amigos rufianes. La televisión estaba encendida en el canal ESPN. Papitas fritas y latas de cerveza estaban tiradas por toda la alfombra.

A penas nos miró cuando cruzamos la puerta y dijo sin quitarse su horrible cigarrillo:

-Así que están en casa.

- ¿Dónde está mamá? -preguntó Percy.

-Trabajando-dijo- ¿Tienes efectivo?

Eso fue todo. Ningún "Bienvenidos a casa, que bueno verlos ¿Qué ha sido de sus vidas los últimos seis meses?" Cuando Gabe diga algo mínimamente semejante a eso, será el día en que los cerdos vuelen.

Gabe había engordado desde navidad. Parecía una morsa sin colmillos y con ropa de segunda mano. Tenía tres pelos en la cabeza, relamidos sobre su cuero cabelludo. Como si eso, lo hiciera lucir guapo o algo así.

Trabajaba en Electrodomésticos Mega-Mark en Queens, pero pasaba la mayor parte del tiempo en casa. No entendía por qué no lo despedían. Seguía reclamando sus cheques de pago, usando el dinero para comprar repugnantes cigarrillos y cerveza. Siempre cerveza. Cada vez que estábamos en casa, esperaba que Percy fuera su patrocinador de apuestas. Lo llamaba "su secreto de hombres". Traducción, si alguno de los dos le decía a mamá, golpearía a Percy y me encerraría en la despensa por horas. Pero esta vez estaba preparada.