Jugamos a los naipes con un caballo

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Percy

Tuve muchos sueños extraños llenos de animales de granja. La mayoría de ellos querían matarme. El resto quería comida.

Debí haber despertado varias veces, pero lo que vi y oí no tenía ningún sentido, así que me dormí otra vez. Recuerdo estar en una cama suave, siendo alimentado a cucharadas con algo que sabía a crispetas con mantequilla, solo que era pudín. La chica rubia se mantenía a mi lado, sonría burlonamente, mientras ella raspaba algunas gotas de mi barbilla con la cuchara.

Cuando ella vio mis ojos abiertos, me preguntó algo extraño.

- ¿Qué ocurrirá en el solsticio de verano?

- ¿Qué? -logre decir con voz ronca.

Luego un gemido de al lado me llamo la atención. Moví mi cabeza y vi a Andy, también tenía los ojos abiertos. Mi visión seguía borrosa, apenas puede ver que su cabello estaba suelto y sus ojos verdes inyectados en sangre. Quise gritar su nombre o correr hacía ella, pero no tenía las fuerzas para eso.

- ¿Qué está pasando? -preguntó la chica otra vez, pero esta vez se dirigía a Andy- ¿Qué es lo que han robado?

Me enoje con la chica, ¿qué le pasaba? Claramente ninguno de los dos estaba en condiciones como para hablar y mucho menos para responder a sus preguntas locas.

-Deja en paz a mi hermana-reuní las fuerzas para hablar otra vez y ella me miró, algo sorprendida-Lo siento, pero nosotros no...

Alguien llamó a la puerta, y la chica rápidamente me lleno la boca de pudín. Después todo se volvió negro.

La siguiente vez que me desperté, la chica ya no estaba.

En vez de ella, había un corpulento hombre rubio, como un sufista. Estaba de pie en la equina del dormitorio, vigilándome. Tenía ojos azules, una docena de ellos, en sus mejillas, su frente y las partes traseras de sus manos.

Andy

Me desperté algo aturdida, miré a mi alrededor y descubrí que las cosas estaban más agradables de lo que estaba acostumbrada. Estaba sentada en una silla de playa, en un poche enorme. La brisa olía a fresas. Había una manta sobre mis piernas y una almohada detrás de mi cuello. Para mi alivio vi a mi gemelo, justo a mi lado, en la misma situación que yo. Se volvió hacia mí y vi como el alivio llenaba su rostro. Lo único malo, era que mi boca se sentía como si un escorpión la hubiera usado de nido. Tenía la lengua seca y sucia, junto con el hecho de que cada uno de mis dientes me dolía.

Sobre la mesa en medio de nosotros, había dos bebidas altas. Parecían jugo helado de manzana, con unas pajillas verdes y unas sombrillas de papel.

Percy estiro la mano y por poco deja caer el vaso una vez que consiguió agarrarlo con sus dedos.

-Cuidado-dijo una voz familiar.

Grover estaba apoyado contra uno de los postes del porche, parecía que no había dormido en una semana. Debajo de sus brazos, mecía unas cajas de zapatos. Llevaba puestos unos jeans azules, unos Convers y una camiseta naranja brillante que decía: CAMPAMENTO MESTIZO. Era el viejo Grover, no el niño cabra.

Entonces tal vez todo había sido una pesadilla. Tal vez mamá estaba bien. Estábamos todavía de vacaciones y habíamos parado en esta casa grande, por alguna razón. Y...

-Ustedes me salvaron la vida-dijo Grover-Yo.... bueno, lo mínimo que podía hacer.... era volver a la colina. Pensé que querían tenerlos.

Respetuosamente coloco las cajas en nuestros regazos.

Adentro estaban unos cuernos blanco y negro de toro, las bases estaban irregularmente rotas y las puntas salpicadas con sangre seca. No había sido una pesadilla.

Los Gemelos Jackson y el ladrón del rayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora