Annabeth no es un robot, después de todo

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Andy 

El dios de la guerra nos esperaba en el aparcamiento del restaurante.

-Bueno, bueno-dijo-No están muertos.

-Sabías que era una trampa-le espetó Percy, furioso.

Ares sonrió maliciosamente.

-Seguro que ese herrero lisiado se sorprendió al ver en la red a unos niños estúpidos-me miró-Te ves bien en televisión, princesa.

Estuve, tan cerca de abalanzarme sobre él y estrangularlo, en cambio, le arrojé su escudo.

-Eres un cretino.

Annabeth y Grover contuvieron el aliento.

Ares agarró el escudo y lo hizo girar en el aire como una masa de pizza. Cambió de forma y se convirtió en un chaleco antibalas. Se lo colocó por la espalda.

- ¿Ven ese camión de ahí, niños? -señaló un camión de dieciocho ruedas en la calle junto al restaurante-Ese es su transporte. Los conducirá directamente a Los Ángeles con una parada en Las Vegas.

El camión llevaba un cartel en la parte trasera, que pude leer sólo porque estaba impreso al revés en blanco sobre negro, una buena combinación para la dislexia: "AMABILIDAD INTERNACIONAL: TRANSPORTE DE ZOOS HUMANOS. PELIGRO: ANIMALES SALVAJES VIVOS."

-Estás bromeando-dije.

Ares chasqueó los dedos. La puerta trasera del camión se abrió.

-Billetes gratis, princesa. Deja de ser tan dramática. Y aquí tienen estas cosillas por hacer el trabajo.

Sacó una mochila de nailon azul y me la lanzó. Contenía ropa limpia para todos, veinte pavos en metálico, una bolsa llena de dracmas de oro y una bolsa de galletas Oreo con relleno doble.

-No queremos tu basura... -empezamos Percy y yo.

-Gracias, Lord Ares-saltó Grover, dedicándonos su mejor mirada de alerta roja, mientras la traidora de Annabeth se acercó a nosotros por la espalda y nos tapó la boca-Muchísimas gracias.

Me rechinaron los dientes. Probablemente era un insulto mortal rechazar algo de un dios, pero no quería nada que Ares hubiese tocado. Así que se lo di a Percy, quien se lo echo en el hombro.

Sabía que parte de mi ira se debía a la presencia del dios de la guerra, pero aún tenía ganas de reventarle la nariz de un puñetazo. Me recordaba a todos los abusones a los que Perce y yo habíamos enfrentado en nuestra vida: Nancy Bobofit, Clarisse, Smelly Gabe, profesores sarcásticos; todos los cretinos que nos habían llamado "idiotas de medio cerebro" en la escuela o se habían reído de nosotros cada vez que nos expulsaban.

Percy me señalo el restaurante, que ahora sólo tenía un par de clientes, miré hacia donde mi hermano señalaba. La camarera que nos había servido la cena nos miraba nerviosa por la ventana, como si temiera que Ares fuera a hacernos daño. Sacó al cocinero de la cocina para que también mirara. Le dijo algo. Él asintió, levantó una cámara y nos sacó una foto.

"Genial", pensé. "Mañana otra vez en los periódicos. Ya me imagino el titular: Niña de doce años ataca a un motociclista indefenso"

Ahora no podía triturar al dios con mi espada. Sé que es un dios, pero no importaba, el tipo se merecía una paliza.

-Nos debes algo más a Andy y a mí-le dijo Percy a Ares-Nos prometiste información sobre nuestra madre.

- ¿Están seguros de que la soportarán? -arrancó la moto-No está muerta.

Nos quedamos boquiabiertos, no podía creer lo que oía.

- ¿Qué quieres decir? -preguntamos.

-Quiero decir que la apartaron de las manos del Minotauro antes de que muriera. La convirtieron en un resplandor dorado, ¿no? Pues eso se llama metamorfosis. No muerte. Alguien la tiene.

Los Gemelos Jackson y el ladrón del rayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora