¡Dale duro, hermanita!

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Andy

Un barco de la guardia costera nos recogió, pero estaban demasiado ocupados para tenernos ahí por mucho, o para preguntarse como cuatro niños en ropas callejeras habían salido en medio de la bahía. Había un desastre que limpiar. Sus radios estaban abarrotadas de llamadas de socorro.

Ellos nos dejaron en el muelle de Santa Mónica con toallas en nuestros hombros y con salvavidas que decían SOY UN GUARDIA VIDAS JUNIOR y partieron a salvar más personas.

Nuestra ropa estaba empapada, incluso la mía y la de Perce. Cuando el barco de la Guardia Costera había aparecido, silenciosamente habíamos rezado para que ellos no nos sacaran del agua y nos encontraran absolutamente secos, podría haber levantado algunas cejas. Así que nos esforzamos en mojarnos. Y efectivamente, nuestra habitual magia a prueba de agua nos abandonó. También Percy estaba descalzo, porque le había dado sus zapatos a Grover. Era mejor que la Guardia Costera se preguntara por qué uno de nosotros estaba descalzo que preguntarse por qué uno de nosotros tenía pezuñas.

Después de llegar a tierra firme, nos encontramos en la playa, mirando la ciudad quemarse en contra de un hermoso amanecer. Me sentía como si acabara de regresar de entre los muertos, y así fue. Mi mochila estaba pesada con el rayo maestro de Zeus. Mi corazón estaba incluso más pesado por haber visto a mi madre. Pero sobre todo estaba hecha una furia (no literal, claro).

-Yo no lo creo-dijo Annabeth-Recorrimos todo el camino...

-Fue un truco-dijo Percy-Una estrategia digna de Atenea.

-Oye-advirtió.

-Lo entiendes, ¿no? -pregunté, un poco harta del tema de "la diosa más lista".

Ella bajó los ojos, su ira desapareciendo.

-Sí. Lo entiendo.

- ¡Bueno, yo no! -Grover se quejó- ¿Podría alguien, explicarme?

-Percy, Andy...-dijo Annabeth-Lamento lo de su madre. Lo siento mucho...

Pretendimos no escucharla. Si nos hablaban de nuestra madre, ambos íbamos a empezar a llorar como unos bebes.

-La profecía era correcta-dijo Percy-Debemos ir hacia el oeste y enfrentar al Dios que se ha revelado. Pero no era Hades. Hades no quería la guerra entre los Tres Grandes. Alguien robó el rayo maestro de Zeus, y el yelmo de Hades, y nos incriminaron a Andy y a mí porque somos hijos de Poseidón. Poseidón será culpado por ambas partes. Al atardecer de hoy, habrá una guerra. Y nosotros la causaremos.

Grover, sacudió la cabeza, desconcertado.

-Pero ¿quién sería tan astuto? ¿Quién querría una guerra así de mala?

Nos detuvimos en seco, mirando hacia la playa.

-Déjanos pensar-dijimos.

Allí estaba, esperando por nosotros, en su guardapolvo de cuero negro y sus gafas de sol, un bate de béisbol de aluminio apoyado en el hombro. Su motocicleta retumbó junto a él, su faro de inflexión volvió la arena roja.

-Hola, primitos-dijo Ares, que parecía realmente contento de vernos, o era mi imaginación-Se suponía que tenían que morir.

- ¡Nos engañaste! -dije, furiosa- ¡Tu robaste el yelmo y el rayo maestro!

Ares sonrió.

-Bueno, ahora, yo no los robe personalmente. Dioses que toman los símbolos de poder de otros, eso es un gran no-no. Pero ustedes dos no son los únicos héroes en el mundo que pueden hacer el trabajo sucio.

- ¿A quién has utilizado? -dije, desafiante y apretando los puños- ¿Clarisse? Ella estaba allí en el solsticio de Invierno.

La idea parecía divertirlo.

Los Gemelos Jackson y el ladrón del rayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora