Luego de unos días guardando el reposo en la camilla, veo el proceso de cicatrización de la herida en mi estómago, llamo a la enfermera de turno, me dice:
—Sr. Betancourt ¿En qué le puedo servir?
—Podría ser tan amable de traerme una silla de ruedas
—¿Por qué señor?
—Tengo muchas ganas de recorrer el hospital
— No está permitido por su condición de salud.
Al escuchar eso la miro enojado, ella ve mi mirada de enojo y rápidamente va en busca de una silla de ruedas, al rato después llega con un enfermero alto y de contextura gruesa, entre los dos me levantan lentamente para sentarme con cuidado en la silla, les agradezco el gesto.
Al salir del cuarto empiezo a recorrer los pasillos observando las salas, veo a gente haciéndoles transfusiones de sangre mientras escuchan música relajante, personas en camilla mirando la televisión, mientras ríen y otras durmiendo hasta que al llegar a la sala 11, veo un niño de pelo negro, ojos café claro, calcule que debía tener unos 5 años, le digo a la enfermera que me lleve donde él, quiero conversarle, la enfermera me guía y al acercarme voy notando que tiene moretones pequeños en el cuerpo (cuello y brazos), lo miro y le pregunto:
—¿Pequeño cómo te llamas?
—Agustín
—¿Agustín, ¿cómo te has hecho esos moretones?
Se forma un silencio inquietante, dirijo mi mano derecha a su brazo para examinarlo y lo que veo me preocupa, después le hago señas de acercamiento a la enfermera y le digo al oído:
—Dupliquen la seguridad, esas son marcas de manos de un adulto. Él me escucha y responde en llanto mi padrastro fue quien me hizo esto porque yo no quería que él me tocara, le seco las lágrimas con un pañuelo que me pasa la enfermera y le digo a Agustín que esté tranquilo, no se preocupe está seguro en este lugar, luego me acerco a la venta para ver el horizonte, pero escucho el freno brusco de una furgoneta negra, de la cual se bajan 6 hombres con chalecos antibalas muy bien armados, a ellos se acerca la enfermera a dar instrucciones y explicar la situación, después de la breve charla veo que se mueven.
La enfermera entra devuelta, después de 5 minutos, finalmente llega, me dice que ya está todo listo, a lo cual la miro y le digo no aún, el último favor del día será que a Antonia la trasladen a mi sala 5 y coloquen 2 guardias en la entrada, la enfermera me mira y asiente sorprendida, al salir de la sala 11 le digo a Agustín que me acompañe, recorrimos los pasillos hasta llegar, en ese sitio me esperaba el enfermero para acostarme, después miro al pequeño que lo levantan a una camilla con mantas y le digo que trate de dormir mientras las enfermeras cuidan tus heridas.
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Onírico
RandomJefferson Betancourt es dueño de un hospital infantil (Necker), perdió a su esposa muy joven por lo cual nunca pudieron tener un hijo, sufre una noche la pérdida de su casa, al intoxicarse con el humo cae al hospital donde empieza a vivir muchas cos...