La pesca del titán

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         Día 15/08/2008, espero en mi habitación la llegada del apoyo para ejecutar el plan de secuestro, al caer la noche, llega una camioneta grande de la cual se bajan 4 hombres, entran al hotel y en cosa de minutos llegan a mi habitación, al abrir entran los hombres vestido muy elegante con portafolios, los dejan en la cama, empiezan a sacar las armas y empiezan a revisar cada detalle escrito en los planos y apuntes, mientras revisan eso veo a través del rifle llegar a los objetivos al restaurante, al darse cuenta avisan que están preparados, bajan al primer piso y salen del hotel, caminan a través de la oscura calle hasta llegar al lugar, al entrar piden unas donas, en la espera se dan cuenta de que están solos y llevan a cabo el plan.

         Se acercan a la pareja de ancianos, sacan una bolsa de su ambo y les tapan la cabeza, los sacan rápido de sitio y se los llevan a la camioneta, al darme cuenta bajo rápido para subirme al auto, al llegar me subo y empiezo a arrancar el auto, al darme cuenta de que se empiezan a mover los sigo, en el viaje recorremos la ciudad hasta llegar a un campo donde está una casa abandonada, al llegar nos bajamos, los llevamos adentro para amarrarlos a unas sillas, al hacerlo les sacamos las bolsas.

        — Se preguntan ¿Por qué están aquí?

       — Maldito ¿Qué quieres?

      — Ustedes son los padres de Leonardo Gutiérrez Mendoza

      — Sí, sabes que nuestro hijo te hará pagar caro lo que has hecho

     — Si lose, pero él también pagara caro lo que me hizo a mí

     — ¿De qué hablas?

       Les muestro una fotografía que tenía en mi porta documentos y les cuento que la mujer de la foto era mi esposa, teníamos una niña juntos y adoptamos a un niño, éramos la familia perfecta, pero Leonardo contrato a un tipo para que la matara. Al terminar de contar eso, la madre de Leonardo no aguanto las lágrimas al enterarse del monstruo que se había convertido su hijo. Me arrodillo y los miro fijamente para decirles:

     — Les prometo que no les are daño, solo necesito saber dónde está su hijo

    — No te diremos

    — Bueno, no queda más remedio qué.

       Chasqueo los dedos y uno de mis acompañantes agarra una batería que encontró en la casa, comprueba si tiene corriente golpeando las pinzas, después los conecta en los pies del hombre, al terminar le digo a la madre de Leonardo:

       — Fui muy paciente con ustedes, si no me respondieron por las buenas, lo harán por las malas.

      — No, por favor no (suplicando mientras lloran)

     — Bien lo preguntaré de nuevo ¿Dónde está su hijo?

     — Está bien, te diremos, 5 millas norte, 4 millas oeste, en una montaña cubierta por árboles a la salida de la ciudad.

    — Bien, excelente, ¿Ven que no era difícil?

   —Ahora suéltanos, por favor (llorando)

   — Ja, no, no se puede.

        Al obtener lo que quería, me levanto, salgo de la casa y le digo a uno de los guardias, mátalos, escucho los disparos, me subo a la camioneta y ordeno salir del campo, antes de irnos me doy cuenta de que todos íbamos en fila, entonces prendo un cigarro, lo tiro al pasto seco, aceleramos y vamos devueltas al hotel, de camino voy anotando en una agenda de mi bolsillo todos los datos que nos dieron amablemente.

       Llegando a nuestro destino nos bajamos y entramos rápido a la habitación, llamo a Gustavo a través del teléfono del hotel:

      — Hola, Gustavo, habla Jefferson

     — Hola, amigo, sí, dime ¿Qué paso?

     — Tengo los datos de la ubicación exacta de Leonardo, prepara todo porque mañana mismo 17/08/2008, memoriza la fecha, iremos en busca de ese mal nacido.

        Cuando corto y acomodo el teléfono, prendo la televisión, para ver las noticias, hasta que veo el auto de mi padre todo destruido, una foto de Susi en el noticiero, me siento en la cama y veo a la reportera contar que en el accidente murió una niña de 9 años, su abuelo de 80 años fue encontrado colgado en la ventana en dirección a la calle del hospital. Apago la televisión, la tomo y la tiro por la ventana de la impotencia que tenía al ver la noticia, después me siento en el suelo y rompo en llanto al darme cuenta de que mi vida se destruyó en pedazos, trato de ir a dormir, pero no puedo de tanto pensar en lo que paso y como pudo pasar. 

OníricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora