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Aquella visita no era más que el preludio de tantos asesinatos por venir.

Pero no lo sabían.

—¿Cómo estás?

—Para la mierda. No puedo dormir tranquila y tengo algunos ataques nerviosos—respondió en tono alegre. —¿Cómo estás?—continuó.

—Para la mierda. No creo poder dormir esta noche sabiendo que hay un potencial asesino suelto por ahí, y tampoco puedo salir a la calle sin que me persiga la paranoia.

Estaban enojadas. Hablaban con sarcasmo y parecían querer culpar a la otra, pero ninguna era responsable de la situación ajena.

Aunque Catra se culpaba constantemente.

—Entonces no crees que sea yo—afirmó, analizando las palabras de la rubia frente a ella.

—No lo creo, pero no ayudas a que lo descarte al cien por ciento, Catra.

—¿A qué te refieres?¿Dudas de mí?

—No dudo, puedo ver cuando mientes y cuando dices verdades. Por eso siento que no me permites descartar el hecho de que estás involucrada en todo esto. No eres sólo una víctima que cayó en medio por pura mala suerte. Estás involucrada—. Catra calló, observando y escuchando atentamente las palabras de Adora—. Tienes contacto con quien está detrás de todo y no me dices nada para sacarte de eso. Entonces me das a creer, de verdad, que en realidad no quieres salir. No que no puedes, no quieres.

—Entonces, ¿en qué te incumbe todo esto?

Adora era esta vez la que estaba en silencio, pero no por prestar atención a sus palabras, sino por procesarlas, mientras observaba el rostro de la morena.

Se sentía dolida, herida. ¿En qué incumbe?

¿No son amigas? ¿No se quieren mutuamente? ¿No deberían estar para la otra sin importar que pase?



—¿En qué me incumbe?—. Fue un error intentar hablar, su voz salió quebrada. Sus sentimientos la estaban ahogando, no se sentía bien.

Comenzó a sudar frío, asustada.

¿Era aquella sólo una reacción a sus emociones o algo le estaba pasando?

La paranoia la invadió, y se entristeció aún más al notar que tampoco se sentía segura estando a solas con Catra.

Tenía miedo.

—¿Adora?—cuestionó, notando la alteración en la rubia al ponerse de pie de manera abrupta, con el rostro bañado en terror, y se dio cuenta de la terrible equivocación que había cometido.


Adora nunca fue su enemiga.


No tenía por qué tratarla de esa manera luego de que haya hecho tanto por su persona.

Otra vez ese sentimiento de culpa.


Debía ser fuerte.


—Catra, no puedo estar aquí— expresó con terror y dolor, para tomar sus cosas con las manos temblorosas y retirarse, dejando a la morena con las palabras en la boca.

Se subió al auto, pero no prendió el motor. Observó todo a su alrededor, notando algo que le dejó los pelos de punta.

Había una aguja en la palanca de cambio.

Su corazón se detuvo por unos segundos, pero recapacitó, tomó su arma y salió del auto a revisar los alrededores.

Los guardias de seguridad de la prisión se alarmaron por tal acto.

—¡Baje esa arma! ¿Se encuentra autorizada?

—Soy la oficial Grayskull. En el momento estoy de licencia, pero sabrán que hay alguien suelto por ahí envenenando gente— comentó al guardia una vez se dio cuenta lo inútil que era revisar por alguien que claramente se había marchado.

Conversaron unos minutos respecto al tema y Adora les comentó lo que había experimentado la semana anterior y lo que sucedió en el momento. Contactaron a los oficiales, lo que significaba que Bow y Glimmer sabrían que, apenas salió del hospital, se dirigió a ver a Catra, lo que no le causaba mucha alegría, pero era de mayor importancia que supieran lo que acababa de pasar.

Era crucial para el caso.

Podrían investigar las cámaras y, tal vez, obtener el rostro del culpable.

—¡Adora!—. Se giró al reconocer la voz de su mejor amigo, pero se sorprendió al ver tanta gente.

—¿Por qué hay tantas personas, Bow? ¿No era un caso a tratar con cuidado?

—Ya todo el mundo lo sabe, no tiene sentido esconderlo. Además, mientras más mejor.

—Me extraña, Bow—. Se sorprendieron ante la palabra de la rubia, la miraron en confusión, escuchando sus siguientes palabras—. Es exactamente lo que quiere el asesino, reconocimiento, terror. Se alimenta de eso para seguir asesinando.

Bow recapacitó y comprendió al respecto, observando a Glimmer con culpa, por ambos haber buscado demasiada ayuda.

Ahora tendrían que pagar parte de las consecuencias.

Mientras la conversación ocurría, en la sala de vigilancia vieron algo que dejó a todos con los pelos de punta.

—Uhm, oficiales—se acercó uno de los uniformados a llamar la atención—. Creo que querrán ver esto...

Viendo las cámaras de vigilancia, perciben a la morena, escondida entre los arbustos del pequeño bosque frente a la cárcel, para luego ingresar a la patrulla de la rubia y salir a los minutos.

—No tiene sentido—susurró Adora, completamente convencida.

—¿Qué? ¿Que Catra quiera asesinarte? ¿No ves la realidad?—expresó Glimmer con enojo, señalando la pantalla donde se veía la secuencia en repetición.

—O no vimos todo el panorama—interrumpió Bow, acercándose al guardia que estaba manejando la cámara—. ¿Puedes acercarlo un poco más?

Al acercarlo, para Glimmer no hubo cambio alguno, pero Adora lo notó enseguida y Bow le siguió.

—Catra no es tan grande—susurró, intentando no compartir información crucial. Cruzó miradas con el moreno y pudo ver que no sólo la escuchó, sino que también la entendió—. Vivió casi un mes conmigo y te puedo asegurar que no tenía garabatos en la pierna izquierda.

—Entonces hay alguien que se hace pasar por ella y asesina gente para incriminarla.

—¿Pero quién?

El interrogante seguía sin tener respuesta, pero seguían avanzando.

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2023 ⏰

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Detrás de rejas [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora