XLVII

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Miraba la llama de la vela consumirse tranquilamente sobre su escritorio, iluminando en forma circular alrededor de ella de forma tan suave que no podía ser capaz de iluminar nada más que su propio cuerpo en medio de la superficie de vidrio. La penumbra de la noche de Seúl era demasiado para ella, más esta vez, que no había luna que pueda entrar por la ventanas. 

Era una llama pequeña, parecía que podría extinguirse en cualquier momento con la misma cera derretida a su al rededor, de hecho, JongIn estaba seguro que lo haría, hasta uno de los bordes de la misma se derritió y derrumbó, y todo ese líquido, ya no rosa sino transparente, escurrió hasta el pequeño plato que tenía debajo para no manchar el vidrio. 

Ahora, sin el líquido alrededor, restos de si misma que ya no servían, volvió a levantar una brillante llama que iluminó gran parte de su oficina para seguir consumiendoce con calma, y sonrió.

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— ¿Qué pasa con las velas cuando se están consumiendo, JongIn?

— ¿Se derriten?

— Ten —Recibió de las manos de la mujer una pequeña vela rosa, no más de siete centímetros, pero un poco ancha en comparación a una de mesa. La acercó a su nariz y sintió el olor de la vainilla— Cuando tengas tiempo enciendela, y me cuentas que pudiste notar de su proceso, ¿te parece?

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Parece que estaba siendo comparado con una vela, según podía entender. 

Se inclinó un poco en la superficie para ver más de cerca la luz, apoyando su mentón contra sus brazos cruzados y empujando la silla hacía atrás para no estar incómodo, viendo como la llama se removía ligeramente por su respiración ahora tan cerca. Cada vez que parecía que se iba a apagar por su propio contenido, volvía a desbordarse y brillar de nuevo, una y otra vez, no importaba cuanto tiempo pasara, era igual, y siempre por el mismo lugar donde había encontrado escapatoria la primera vez.

Al parecer el aun no encontraba adecuadamente una escapatoria para no ahogarse en sí mismo, porque a pesar de su felicidad, seguía esa sensación atormentando desde su pecho, y ahora que su conexión con KyungSoo era tan fuerte, cuando sus sentimientos eran demasiado lo encontraba a él con los ojos brillantes esperándolo o llegando de la oficina con sus brazos abiertos dispuestos para que pudiera acurrucarse en medio de ellos. 

Y tal vez él se había convertido en una pequeña grieta, pero aún no era suficiente para quitar la sensación sobre que se estaba apagando. Aún necesitaba hacer algo.

— ¿JongInnie? —La puerta trajo la luz de los pasillos al interior de la oficina y lo iluminó de frente, dejando ver solo la silueta de quien le hablaba— ¿Estás bien?

KyungSoo entró lentamente, cerrando la puerta tras de sí para no interrumpir la oscuridad de su oficina, notando la pequeña vela que se había mantenido encendida a pesar de removerse con fuerza por el movimiento de la puerta y del cuerpo del omega. Caminaba a paso lento hacia él, y cuando estuvo de pie a su lado, acarició su cabello lentamente, sin pedirle que se levante o que se mueva, solo se acopló observando lo mismo que él, entregando esa deliciosa sensación de calma y plenitud que siempre lo abordaba a su lado.

— Estoy bien, solo estoy pensando... —Con cuidado se levantó de su posición inclinada para ver a Soo a su lado, de pie, tan precioso como siempre con su ropa de trabajo. JongIn le sonrió sin muchas ganas, y él solo acercó su mano para acariciarle la mejilla sin sonreírle de vuelta.

— ¿Es sobre tu padre?

— Si, aún no he podido sentirme tranquilo al respecto, y a mi terapeuta se le ocurrió que era buena idea compararme con una vela rosa.

Alfa ¿Niñero? || KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora