Capítulo XX: Un concierto con los pájaros

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Creo que mi alma rota va a recuperarse, creo firmemente que conseguiré seguir adelante, que podré luchar por mí y no por una idea de mí, creo que los pedazos de mi corazón podrán ser conectados de nuevo.

Estoy sobre las nubes, cantando junto a los pájaros, estoy sobre mi cama, hablando con la luna, estoy sentada en el parque, escuchando cientos de voces, estoy entre las estrellas, brillando con ellas, estoy junto a la ventana, escribiendo mis sentimientos.

Creo que debería comenzar a aprender a vivir y no a sobrevivir, debería empezar a disfrutar de mi vida y no sentirme mal por cada cosa que haga, "debería" una palabra, una situación hipotética, algo que podría pasar pero que no pasa, algo que mis dedos podrían tocar pero que no sienten.

Una vez me dijeron que tendría que dejar de ser tan negativa, que tenía que disfrutar de mis días y no desear que en algún futuro pueda disfrutarlos, puede que tengan razón, puede que tenga que cambiar mi forma de ver al mundo.

Mi forma venenosa de ver al mundo que fue afectada por miles de palabras esclavas del ansia por dañar, tantas veces he estado llorando por el dolor de esas palabras, palabras indignas de mi desgracia.

Me quedan unos años de vida, nadie sabe cuántos, puede que muera mañana porque me han atropellado en la calle o puede que muera dentro de 70 años por vejez, puede que muera dentro de 20 años por una enfermedad.

No sé cómo me hace sentir saber que la muerte está siempre esperándome, no le temo a la muerte, le temo a lo que podría venir por su culpa, la de conciencias que dejaría atormentadas, la de corazones que rompería, la de voces que agrietaría.

Puede que sea algo bastante agrio pensar de esta forma sobre la muerte y más si tengo en cuenta que necesito que mi alma envenenada comience a sanar, pero creo que también es agrio no hablar sobre esto y fingir que mis días son eternos porque si quiero comenzar a vivir tener a la muerte en cuenta siempre es algo que debería pasar.

Puede que la vida esté jugando conmigo, puede que esta vez sea yo la que vaya a jugar, que esta vez no deje que las paredes me atrapen, que las palabras me maten, que las mentes me olviden, que las voces no me nombran.

El diario de una persona rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora