Capítulo 29

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Eva

Sentí mi cuerpo pesado y algo en suave estaba pasando por mi frente.

¿Dónde estaba?

Abrí los ojos suavemente y enfoqué mi vista en el hombre que tenía frente a mi. Oh dios, ¿Estaba muerta?

—¿Brandon? —Susurré sorprendida.

—Si, nena. Soy yo—Me dió una sonrisa.

—Me dijeron que…—Tragué saliva—. ¿Cómo están los bebés?

—Están bien, no les pasó nada. Solo tu cuerpo tiene uno que otro moretón, pero de resto, nada que preocuparnos.

—¿No estabas muerto?

—No. La droga tiene ese efecto, hacer parecer que estás muerto, pero en realidad no. Solo dejas de respirar unos minutos.

—Pensé que…

—No pienses nada malo—Besó mi frente otra vez—. Ahora ya no hay nada que nos pueda separar, vamos a estar juntos después de todo lo que ha pasado.

—Ya era justo.

Me acarició la cabeza con cuidado y le dí una sonrisa.

Ya quería salir de aquí.

La puerta se abrió con cuidado y entró un doctor de la central.

—Veo que ya despertó—Me sonrió y saludó a Brandon con un asentimiento de cabeza—. Los hemos estado examinando a ambos y están bien, más tarde les daremos salida. Señorita Eva, solo tiene uno que otro moretón en las costillas, y Coronel Mikhailov, le voy a mandar medicamentos para eliminar rastros de la droga, si se siente mal, no dude en venir rápido. Ya mandamos las muestras de la droga que le inyectaron y aún las están examinando, pero podemos descartar algo grave, por ahora, cuando tenga los resultados le estaré avisando.

—Quedaré pendiente con cualquier información —Dijo Brandon levantándose de la silla ya vestido.

No me había fijado que no traía la bata de interno.

—Entonces los dejaré para que se organicen y puedan volver a casa.

Salió y cerró la puerta.

—Ya nos trajeron tus cosas, levántate para poder ayudarte a vestir.

Me quité las cobijas con cuidado y me senté en la camilla, él me ayudó a ponerme de pie y me quitó la bata del hospital para ayudarme a poner el vestido blanco que tenía en el espaldar de la silla. Se agachó a ponerme los calcetines seguido de unos zapatos blancos de tela.

Buscó en la mochila algo y sacó mi cepillo de peinar, junto con una liga de cabello. Me peinó e hizo un moño alto.

—Ya estamos listos para salir de aquí, este olor me enferma—Dijo con desagrado guardando las cosas que utilizó.

Tomó mi mano, y la entrelazó con la suya. Agarró la mochila y ambos salimos de la habitación bajando por el ascensor. Las enfermeras que caminaban por ahí nos despidieron alegremente y enfoqué mi vista en la puerta.

Estaba llena de periodistas.

—¿Dónde están los de seguridad? —Le susurré a Brandon.

—Detrás de nosotros.

Volteé disimuladamente y ocho hombres de negro efectivamente estaban detrás.

Brandon me abrazó por el cuello y me pegó a su cuerpo mientras los hombres nos cubrían en un círculo, uno de ellos abrió la puerta y los periodistas comenzaron a tomar fotos enseguida.

—¿Es verdad que su madre intentó matarlos? —preguntó uno de ellos.

Ninguno respondió, solo nos enfocamos en llegar rápido al auto.

El último flash de la cámara me aturdió y subimos al auto enseguida, un chico cerró la puerta y me dejé caer al sillón rendida con Brandon a mi lado.

Durante el camino a casa todo fue tranquilo, al llegar al castillo olía a pintura y los muebles estaban comenzando a ser cambiados. Brandon me dió una sonrisa y nos dirigimos hacia el balcón del alma derecha, no quería estar en una habitación acostada, quería ver el sol esconderse con él a mi lado.

Brandon no me dijo nada y fuimos a los grandes sillones que estaban en el balcón, dejó la mochila en el suelo y se acurrucó a mi lado mientras observábamos el paisaje verdoso que tenía el castillo al alrededor.

Él besó mi cabeza sin decirme nada y me envolvió en sus fuertes brazos, pero esta vez me sentía diferente.

Sabía que nuestro momento había llegado, por fin.

. . .

MESES DESPUÉS

Brandon

Le dí un sorbo a mi bebida mientras observaba a la mujer que estaba frente a mi acariciando su vientre mientras le sonreía al camarógrafo. Una de las maquillistas le organizó el vestido dejando ver su vientre abultado.

Se veía tan hermosa llevando a mis hijos.

Unas cuantas fotos más y ellos se fueron segundos después, yo me levanté de mi silla y puse mis manos alrededor de su vientre acariciándolo como lo hacía de costumbre.

Para tener siete meses de embarazo parecía de nueve, su vientre era tan grande que a veces me sorprendía él como podía cargarlo, pero para ella no había nada difícil hasta ahora.

Gracias a qué atraparon a Kent, Victoria e Irina habíamos podio comenzar una nueva vida llena de paz y lejos de la gente que nos hacía mal, embarazo de Eva iba cada vez mejor y los medios no dejaban de hablar de ella, todo tenía que ver con el sexo de nuestros hijos, siempre que salía solo a hacer compras me preguntaban que cuando iban a nacer y como se iban a llamar.

Preguntas que nunca respondía.

—Cada vez falta menos para conocer a nuestros pequeños gigantes —Susurré cerca de su oído dándole un pequeño beso.

—Me quedan dos meses para disfrutar, luego ya no podré comer como lo hago ahora, ni voy a tener quien me ayude con mis zapatos.

—Te gusta cuando te ayudo a vestir y te pongo las bragas ¿verdad?

—Es mi parte favorita desde que tus hijos comenzaron a ocupar todo mi cuerpo—Respondió con la vista fija en el agua.

—Lo sé, y por eso quiero hacerte muy feliz.

—Ya soy la mujer más feliz desde que estoy contigo, Brandon. Te amo demasiado.

—Yo también te amo, nena.

Le dí un beso en la coronilla y sentí como mi mano se levantó con fuerza, eran las patadas de alguno de mis hijos.

Está etapa de mi vida era la que siempre había soñado con ella. Ahora sí era el hombre más feliz del mundo, lo tenía todo.

. . .

Nota de autora:

Para mañana epílogo.

AAAAAAAH.

Shar

Decadentes ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora