Transcurrieron algunas semanas desde la noche del cumpleaños de Atsushi y seguía sin haber rastro de su padre, según algunas personas, Tabito fue visto corriendo a las afueras del bosque, pero esas fueron las últimas noticias que se tuvieron de él.
Nunca el albino había tenido días tan tranquilos; de día jugaba con nuevos amigos de la escuela, y de noche hablaba con el monstruo. Durante ese tiempo su madre se vio obligada a salir a trabajar a causa de que todo el suministro que tenían guardado en el hogar era insuficiente para abastecerlos durante demasiado tiempo.
El demonio por su parte apoyaba a su manera. En una ocasión cuando Chiyo regresaba a casa por la noche, la atacaron unos animales salvajes que fueron atraídos por la carne que tanto le costó conseguir; la mujer estaba reacia a soltar la carne a pesar de que esta significara un peso extra que enlentecía su correr. Akutagawa contempló con ojos fríos la escena a la distancia, alimentándose de su terror.
- ¡Ayuda! – Gritaba a todo pulmón. – ¡Por favor! – Exclamó con la mirada hacia el cielo. – Virgencita, ayúdame por favor, tengo un hijo que depende de mí. – Las lágrimas caían de sus mejillas como cascadas imparables.
Cuando la albina tropezó y estuvo a punto de convertirse en la cena de esos depredadores, el demonio decidió que no quería ver a Nakajima Atsushi triste y la salvó. Escuchar el parloteo del chico sobre lo feliz que estaba por comer carne hizo que valiera la pena intervenir.
Los cotilleos de los vecinos no se hicieron de esperar, luego que súbitamente el señor de la casa de los Nakajima se fuera, todos comenzaron a especular sobre su escape para irse con una amante mucho más joven que su esposa; Chiyo no era tonta, sabía que su marido desde hacía años mantenía relaciones momentáneas con diferentes jóvenes de otros pueblos y que corría el riesgo de tarde o temprano quedarse sola con su hijo; por lo que cuando su esposo desapareció de la noche a la mañana sin aviso alguno, solo esperó unos cuantos días antes de poder conseguir trabajo.
- Virgen María, por favor cuida de mi pequeño mientras no estoy. – Las manos de Chiyo estaban apretadas con vehemencia viendo a su hijo dormir desde la entrada de la puerta, se persignó y luego salió.
Akutagawa escuchó ese rezo e inmediatamente protestó en su cabeza: ¡No me llamo María! Maldita humana.
El nuevo trabajo era muy demandante y mal pagado, la mujer tenía que salir a altas horas de la madrugada y regresaba casi al anochecer, a ella apenas le daba tiempo de preparar un poco de comida para que Atsushi pudiese comer a lo largo del día.
Dicha comida consistía en panes que con el paso de las horas se endurecían y sopas que el niño tenía que comer frías y sebosas. Sin embargo, Atsushi estaba dispuesto a pagar el precio de tener todos los días que tragar la comida a la fuerza si eso significaba no ver de nuevo a su padre.
Aunque la tortura del sistema gustativo no duró por demasiado tiempo.
Atsushi hacía sus tareas tirado en el suelo, a la par de la cama, si fuese por él, estuviera debajo de la cama junto con Akutagawa, pero el monstruo lo echó a patadas cuando intentó meterse, por lo que solo le quedó acostarse afuera.
- Come – El albino estuvo desconcertado por un momento ante las palabras del monstruo, la comida que estaba destinada a ser su cena, almuerzo y desayuno se arruinó esa tarde debido a una infestación de moscas que el pueblo estaba teniendo, motivo por el cual el niño no pudo alimentarse en todo el día.
- ¿Qué voy a comer? Mamá no volverá hasta mañana, domingo; ¿no recuerdas que te conté que ella iba a hacer doble turno hoy? – Preguntó ladeando la cabeza. Akutagawa bufó molesto, desde donde estaba podía escuchar el tronar de estómago.
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El monstruo que se esconde bajo la cama -Shin Soukoku
Hayran KurguAkutagawa es un demonio que se alimenta del miedo y terror de los humanos. Atsushi es un niño que vive en una casa donde la violencia intrafamiliar es el pan de cada día. El monstruo un día se topó con un niño que se esconde debajo de su cama para e...